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José Manuel Naredo: “Se ha generado un sistema de adquisición de riqueza sin utilidad social”

José Manuel Naredo (Madrid, 1942) lleva toda una vida de estudios económicos al más alto nivel. Ya retirado de la docencia rutinaria, sigue acudiendo a dar clase de forma puntual a la universidad, participa en algunos tribunales de tesis doctorales e imparte conferencias. Y, sobre todo, sigue estudiando. Fruto de ello es Taxonomía del lucro (Editorial Siglo XXI, 2019), un libro en el que disecciona la evolución de la adquisición de la riqueza a lo largo de la Historia, su concepción social, y cómo ha sido desligada de la producción, que suele ocupar los debates económicos centrales.

Doctor en Ciencias Económicas y Estadístico Facultativo, fue uno de los pioneros en el estudio de la economía ecológica en España, lo que le ha merecido reconocimientos como el Premio Nacional de Medio Ambiente (2000) o el Premio Internacional Geocrítica (2008). Entre sus publicaciones, también destacan las relacionadas con cuestiones urbanísticas, burbujas inmobiliarias mediante. De hecho, es profesor ad honorem de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, en la Universidad Politécnica de Madrid.

Naredo recibe a eldiario.es en su domicilio particular en el norte de Madrid. Irónicamente, cerca de los terrenos públicos en los que BBVA y la Constructora San José llevará acabo la ‘operación Chamartín’, aunque también de otros megaproyectos urbanísticos. “Mira, desde aquí se ven las torres del Real Madrid”, bromea antes de la entrevista, señalando el complejo empresarial que se edificó sobre la antigua ciudad deportiva del equipo de fútbol.

¿Por qué una taxonomía del lucro?

Hay formas de adquirir dinero que no están ni siquiera clasificadas ni ordenadas. Caí en la cuenta del efecto encubridor tan potente de la ideología económica dominante. Desde Aristóteles se ve un divorcio entre la gestión de las cosas públicas y el dinero. Eso cerró en falso el enfoque económico ordinario, al dar por bueno sin más todo el lucro que figura en el agregado de producción, el famoso PIB, ignorando plusvalías que no figuran en él. Además, en el PIB igual se suman aeropuertos sin aviones que los sobrecostes de la M30. Había que hacer una taxonomía para ver de qué estamos hablando: todo el lucro cuela como bueno, pero es para el que lo saca, no para el conjunto de la sociedad, que es la que paga los platos rotos de todo eso.

La idea de producción surge como producción de riquezas renacientes sin menoscabo de los bienes fondo, y de eso ya no queda prácticamente nada. Es pura extracción. Por eso hablo de la metáfora absoluta de la producción, en tanto que sobre una cuestión relevante añade juicios de valor sin respaldo empírico ni racional alguno. Vale, aumenta la producción, ¡qué bien! ¿pero de qué estamos hablando? ¿Qué hay dentro? Es un cajón de sastre de valor, revender con beneficio, que no tiene por qué ser bueno para la sociedad.

En el libro hace una crítica tanto al liberalismo como al marxismo por estar muy centrados en la producción, mientras obvian la adquisición o la mera extracción que mencionaba.

Hay una deriva de financiarización y una multiplicación del valor de los activos patrimoniales, ya sean financieros o inmobiliarios, a unos ritmos muy superiores a las tasas a las que crece el famoso PIB o la renta. Hay una separación total del lucro que se obtiene emitiendo dinero bancario o, también, financiero, con el canje de acciones, la retribución a directivos con stock options... Esto suple las funciones del dinero ordinario. Todo eso va creciendo y, si haces proyecciones siguiendo las tasas, dentro del siglo actual el PIB se queda como algo enano en los gráficos. Y siguen oficiando como si lo otro no existiera, cuando se está promoviendo esa inflación de activos patrimoniales, que es capacidad de compra sobre el mundo. Quienes tienen la propiedad y pueden crear dinero se llevan el gato al agua mientras se genera una polarización social muy fuerte. Es un régimen clientelar en el que los que están fuera se quedan marginados.

También explica que ha cambiado la concepción social de ese lucro en las últimas décadas. “Los antiguos vicios se convirtieron en virtudes”. ¿Cómo ha sido?

Las formas de enriquecimiento, que no tienen nada que ver con la competencia o la capacidad, tienen un efecto social, cultural y educacional. Ves gente que se promueve porque ha conseguido dar un pelotazo inmobiliario, cosas en las que cuentan mucho más las relaciones o la pillería que el conocimiento o el saber hacer respecto a cosas más de fondo, como la educación o la creación. Eso genera una cultura del ‘sálvese quien pueda’ individual. Es un sistema de adquisición de riqueza para nada, como si tuviera detrás bienes y servicios que tienen utilidad para todo el mundo.

¿Qué papel juegan las fuerzas del trabajo en todo esto?

Ha habido cambios importantes que han alterado la función del trabajo. Se ha roto por completo con ese proletariado que, en el enfoque marxista, se pensaba que podía ser la chispa para conseguir la movilización social. El propio sistema ha ido cambiando y devaluando cada vez más, con paro y con miedo a pérdida de trabajo. Si para vivir se necesita trabajar y obtener un salario, ahí hay un poder desigual. Con la mejora de principios de siglo y el sindicalismo hubo importantes mejoras, pero estamos en otra fase, que es al revés.

“El lucro sin contrapartida es un privilegio”

De cualquier modo, el lucro siempre ha existido, ¿qué ocurrió con la llegada de la Modernidad para que se transformara de esta forma?

La clave está en cómo se impuso la ideología económica dominante. Entró por la metáfora de la producción, que poco a poco fue derivando hasta cortar el cordón umbilical que unía esa idea de sistema económica al mundo físico y dejar que siguiera ya en el mundo de los valores monetarios sin más. Al mismo tiempo, se liquidaron las críticas al interés y a la noción de lucro cesante.

En la Revolución francesa, los privilegios de la nobleza por condiciones sin contrapartida alguna fueron los que motivaron la protesta. El lucro sin contrapartida es un privilegio de los propietarios. Ahora se confunde la libertad de hacer lo que quieran los propietarios, que es algo más del Antiguo Régimen que de la utopía liberal. Es libertad de explotación y hacer lo que quieran.

Una de las cuestiones que destacan Taxonomía del lucro es la ecológica, que ha tomado gran relevancia en el último año. ¿Cómo actúa el lucro sobre la naturaleza?Taxonomía del lucro

Es lo que con Antonio Valero hemos llamado la ‘regla del notario’: inversamente proporcional al coste físico, empiezan los procesos de extracción a precio cero, nadie piensa reponer nada, el mineral, el petróleo… Nada. Eso se toma a precio cero, se acepta implícitamente. En el trabajo ocurre lo mismo: las actividades humanas con más coste físico son las peor retribuidas.

La noción de desarrollo es posicional: los que se colocan en la parte más valorada de la ‘regla del notario’ son los países que ejercen como extractores de capitales del resto del mundo, básicamente. En ese sentido, la propia taxonomía que establezco afina cuál es el origen, si son riquezas renacientes sin menoscabo de los bienes fondos o son renacientes pero con menoscabo de los bienes fondo. También si meramente es extracción, es decir, no son renacientes, o elaboración utilizando energía y materiales.

Hay quien comienza a criticar ya la aparición de una suerte de “capitalismo verde”.

Lo que están haciendo es propaganda de imagen verde pura y simplemente. No es una cuestión de capitalismo o no, sino de sociedad industrial, donde está esa metáfora de la producción que mencionaba antes. Mira la Unión Soviética, que colapsó desde dentro. Lo que ha funcionado es el clientelismo político, que no es de derechas ni de izquierdas, ha funcionado en todos los sistemas. Los que antes cortaban el bacalao estando en la cúspide, la Nomenklatura, han pasado a ser ahora los propietarios de las cosas sin cortapisas.

Una de las finalidades de esta taxonomía es la nueva tipificación de delitos económicos. ¿Cómo se podría llevar a cabo?

La taxonomía del lucro busca que se clasifique, se jerarquice, para orientar a la legislación, que es la que tipifica luego los delitos económicos. Clasifico el lucro de dos formas: las actividades que lo generan y sus beneficiarios. La clasificación de las actividades, con alguna contrapartida más o menos utilitaria, y luego los que no tienen contrapartida social alguna. En cuanto a delitos económicos, el grueso no sale en la foto porque son legales.

En el franquismo ya había pelotazos inmobiliarios, que entonces se llamaban escándalos, pero ahora se ponen como ejemplo de buen hacer político y profesional, y lo aguanta la legislación. Los poderosos se creen indemnes, capaces de hacer lo que sea. Entonces meten la pata, que es lo que pasa con los paraísos fiscales, por ejemplo.

En España hay distintos casos respecto a la ley del suelo. El caso de Valencia, donde se dio carta blanca, contrasta con el de Lanzarote, que allí ha sido pionero en cuanto a contención inmobiliaria. En el segundo caso, ha reventado el caciquismo local inmobiliario, que ha respondido con la ilegalidad, pero si lo hubieran hecho en otro territorio con otra legislación estaría admitido. En este país, aquello de que ‘quien hizo la ley hizo la trampa’ ha ido bastante bien encaminado.

Respecto al resto de Europa, ¿también existe la excepción española en esta materia?

El concepto ‘pelotazo inmobiliario’ no tiene ni una expresión similar en alemán, francés o inglés. Es algo muy carpetovetónico. Ahí ves que, efectivamente, hay modelos inmobiliarios distintos. El alquiler -también el alquiler social- predomina en Alemania o Suiza y allí se rentabiliza pero pausadamente, cobrando alquileres compatibles con la renta disponible de la gente. En Suiza y Alemania, qué casualidad, no han tenido la burbuja inmobiliaria, ni una crisis como la de aquí. Claro, es que tienen otro modelo, con el suelo más regulado.

También está el caso de Francia, donde hay mancomunidades de municipios, donde consideran que, si hace falta, destinan el suelo para algún fin. Es algo más consensuado, con una participación social. Hay una cultura que no admite que uno venga, sin encomendarse a dios ni al diablo, y haga estos megaproyectos y operaciones. No se concibe que una alcaldesa saliera en prensa, como hacía aquí, diciendo que iba a multiplicar por cinco la población. Por favor, se multiplicarán las viviendas si acaso, que somos casi el país menos prolífico demográficamente del mundo, ¿cómo va a multiplicarse?

“No se discute la reconversión del modelo inmobiliario”

Hay también cuestiones normalizadas en Europa, como la regulación de precios del alquiler, que aquí generan controversia.

España era un país de alquiler en el censo del año 50, más de la mitad del stock estaba en alquiler. En Madrid era el 97% y prácticamente en todas las ciudades era más del 80%. En ese momento, el primer ministro de la Vivienda, José Luis Arrese [1957-1960] hace un esfuerzo para invertir la situación por razones políticas: trataba de hacer un país de propietarios, no de proletarios, que estuvieran sujetos a pagos de crédito. De paso, buscaba generar lo que se llamaba gente de orden, claro. Hubo un entusiasmo digno de la mejor causa.

Ese modelo se terminó acentuando con la democracia, hasta que culminó con la última burbuja. Así, España ha sido predominantemente un modelo de vivienda en propiedad, mientras el mercado de alquiler era raquítico y ha colapsado. El grueso de los jóvenes no pueden comprar la vivienda, aparte de que sigue disminuyendo el conjunto de deuda de los hogares para ello. No es que no haya repuntado, es que sigue cayendo y han tenido que ir al alquiler, con una presión inusual. Pese a todo, no se discute una reconversión del modelo. Es lo que llevo diciendo todo mi vida, pero parece que los políticos se entretienen en otras cosas.

Hablando de este tema, y ya que estamos tan cerca del terreno,¿cómo valora la operación Chamartín?

Es una más. El urbanismo de Madrid no se ha hecho por planeamiento, sino a golpe de operaciones inmobiliarias. Solo hay que observar las divisiones al ver el skyline de la ciudad, que ahora se va a remarcar aún más. La operación Chamartín tiene su origen en dar el pelotazo con unos terrenos, igual que ocurrió con las torres en los terrenos del Real Madrid. ¿Qué sentido tiene cuando hay una sobredosis impresionante de oficinas? ¿Se va a vaciar la Castellana para irse allí? ¿Se van a quedar vacías? Sin ir más lejos, las torres de Florentino [Pérez] están en un 18% vacías y están enfrente. Habría que haberlo puesto en cuestión con transparencia y ver cómo se podía reconducir. Si el desequilibrio de la ciudad ya se ve en el tráfico, la gente que va del sur al norte a trabajar, eso se va a agravar.

Es la idea de los activos inmobiliarios con esa liquidez creciente en el mundo. Luego son capaces de venderlo o traspasar los derechos. La cuestión es que no les quiten la edificabilidad, que es lo que tenían ahí como una rúbrica importante que le da solvencia al BBVA en el balance. ¿Qué sentido tenía la torre Picasso o las torres Kyo? Se pueden poner muchos ejemplos. Todo va en esa línea y se justifica siempre que hace falta, aunque demográficamente este país construyera más viviendas que Francia y Alemania juntas, que tienen tres veces más población... Es increíble.

Por último, cada vez suena más fuerte la llegada de una nueva crisis económica, ¿por dónde vendrá esta vez?

Parte de la crisis se cerró en falso, ha sido una huida hacia delante aumentando esa liquidez sobre el mundo. Por ejemplo, en el libro explico que la Reserva Federal aumentó casi por cinco su tamaño en esos años, y en el Banco Central Europeo ha sido algo menor porque adoptó esas políticas más tarde. Eso lo que ha generado es la inflación de los activos patrimoniales, ni siquiera ha favorecido un repunte de la actividad económica en general, que ha sido bastante tenue, ni la masa salarial ha repuntado, no ha habido inflación de los precios al consumo.

Se está confundiendo una nueva burbuja con lo que es un reajuste. Lanzan datos sesgados de que repunta, pero tendrán que esperar sentados, si han devorado el ahorro del país, ahora tocará desendeudarse y que la banca reduzca su riesgo y exposición al ladrillo. Hay operaciones de reajuste, no burbuja, que si no viene amparada por el crédito, no puede venir, nunca se ha viso. Es absurdo.