“Puedo decir cosas antisemitas y Adidas no puede dejarme caer”. Este es uno de los mensajes lanzados por el rapero estadounidense Kanye West -también conocido como Ye- que han derivado en una cascada de contratos comerciales rotos. No solo con la marca deportiva alemana, también con la enseña de moda Balenciaga, la cadena GAP, sus representantes o el despacho de abogados que lo defendía.
Adidas sí lo dejó caer. La compañía alegó que “no tolera el antisemitismo ni ningún otro tipo de discurso de odio” y que los “comentarios y acciones recientes de Ye han sido inaceptables, odiosos y peligrosos y violan los valores de diversidad e inclusión, respeto mutuo y equidad de la empresa”.
Por ello, argumenta la enseña, “después de una revisión exhaustiva” decidió tomar “la decisión de rescindir la asociación con Ye de inmediato, finalizar la producción de productos de la marca Yeezy y suspender todos los pagos a Ye y sus empresas”. Una decisión con efecto inmediato que pasará factura a Adidas porque espera un impacto negativo en sus cuentas al cierre del año de 250 millones de euros.
Además, la empresa germana no dejó la puerta abierta a que Ye pueda utilizar resquicios legales para seguir comercializando estos productos por otra vía. “Adidas es el único propietario de todos los derechos de diseño de los productos existentes”. En unos días, la multinacional dará más detalles sobre cuál será el impacto económico de romper esta alianza comercial. “Se dará más información en los resultados del tercer trimestre, el 9 de noviembre de 2022”, adelantó.
Se da la circunstancia de que la empresa tiene a sus espaldas un pasado salpicado por el nazismo. Tras romper el contrato con Kanye West, la revista estadounidense 'Time' recordó que los fundadores de Adidas, Adi y Rudi Dassler, fueron miembros del partido nazi, al que se unieron en 1933, el año en que Hitler se convirtió en canciller. No es el único caso. Otras multinacionales alemanas como Porsche, Dr. Oetker o BMW también cargan con la herencia de haber colaborado con el Tercer Reich.
Tras perder los contratos con Adidas, Balenciaga y Gap, Kanye West se justificó en un mensaje a través de la red social Instagram en el que, entre otras cosas, aseguró que había perdido 2.000 millones de dólares en un día. Pero sus discursos antisemitas y de incitación al odio no solo le van a suponer una pérdida de ingresos, sino que también se le abre una batalla legal. La familia de George Floyd, asesinado por un policía en Mineápolis en 2020, ha presentado una demanda de difamación contra West por asegurar que la causa de su fallecimiento fue el consumo de fentanilo y no la violencia policial.
¿Qué son las cláusulas de moralidad?
Adidas dará en unos días más información respecto a qué le ha supuesto romper sus lazos con Kanye West. De momento, los analistas que siguen la empresa dan horquillas sobre qué le aportaba esta colaboración, que van desde el 4% al 8% de sus ventas de 2021. Ese año, la multinacional logró unos ingresos de 21.234 millones de euros.
En sus últimas cuentas, la firma no da detalles. De hecho, tan solo enumera con qué famosos tienen firmados acuerdos de este tipo. “Beyoncé, Jerry Lorenzo, Kanye West, Pharrell Williams, Stella McCartney y Yohji Yamamoto siguen siguen jugando un papel importante en cautivar a nuestros consumidores”, enumera Adidas. “De igual manera, aprovecharemos nuestras asociaciones con los mayores símbolos del deporte, ya sea con equipos como el Bayern de Múnich o el Real Madrid; o deportistas como Lionel Messi o Mikaela Shiffrin”, añade.
Unas colaboraciones que conllevan contratos que no son públicos pero que suelen incluir las denominadas 'cláusulas de moralidad', que son las que permiten romper esos acuerdos en caso de que los famosos contratados se vean envueltos en escándalos o, como en este caso, realicen declaraciones que incitan al odio. En el de West, no solo se trata de los mensajes antisemitas, sino que también apareció hace unos días en un desfile en París con una camiseta que ponía 'white lives matter', un lema ligado a los supremacistas blancos.
Esas cláusulas de moralidad permiten a las compañías romper los contratos de patrocinio o de colaboración si los famosos o deportistas en cuestión llevan a cabo acciones, declaraciones o comportamientos que las compañías no consideran adecuados y suelen entrar al detalle de qué pasa si eso ocurre y sobre cómo se rompen los contratos. Una práctica que minimiza los riesgos financieros de las empresas y, de paso, les evita ir a los tribunales.
Este tipo de cláusulas cobraron protagonismo después de que el ciclista Lance Armstrong, tras años negándolo, reconociera que se había dopado. “A partir de ese momento, todos los patrocinadores de Armstrong le retiraron su apoyo, lo que le costó [al ciclista] cerca de 75 millones de dólares. Para minimizar el daño, sus patrocinadores ejecutaron la cláusula de moralidad escrita en los contratos, que permiten a las empresas la opción de rescindir los contratos de patrocinio si el atleta se ve involucrado en conductas prohibidas expresamente”, recoge un artículo publicado en 'Boston College Law Review'.
Una larga lista de famosos y deportistas
Una de las compañías que tenía un acuerdo con el ciclista texano era Nike, a través de Livestrong, la fundación de Lance Armstrong. Y ese no es el único caso que afecta a la marca estadounidense. Hace seis años, rompió el contrato de patrocinio con el boxeador filipino Manny Pacquiao tras unas declaraciones homófobas que Nike calificó como “aberrantes”.
La lista de atletas que han perdido contratos -algunos por causas más graves que otras- no es precisamente corta. Oscar Pistorius, condenado a 15 años de cárcel por matar a su pareja; el boxeador Myke Tayson después de que su mujer lo acusara de violación; el golfista Tiger Woods por una polémica de relaciones sexuales fuera de su matrimonio, por la que perdió contratos con Gillette, Accenture o AT&T, entre otras marcas; o la tenista María Sharapova, también con Nike, tras su dopaje.
No solo ocurre en el mundo del deporte. El grupo cosmético L'Oréal rompió el contrato con la modelo Axelle Despiegelaere después de se publicasen fotos de ella en una cacería. Y, en un caso similar al de Kanye West, Christian Dior despidió al diseñador John Galliano por declaraciones antisemitas en las que aseguraba que amaba a Hitler.
También ha habido casos en España. La cadena Clínica Baviera, rescindió un acuerdo con el humorista Dani Mateo después de que se sonase la nariz con la bandera de España en un sketch. “Cuando uno decide poner su vida al servicio de la risa, sabe que estas son las consecuencias, pero a veces resulta duro. Sin embargo, este es mi trabajo y tengo que apechugar. Por eso me dediqué a la comedia, para hacer la realidad más llevadera”, aseguró entonces Dani Mateo.
Las polémicas y los contratos rotos no son nuevos. En 1989, Pepsi retiró un anuncio con Madonna tras el lanzamiento de Like a prayer, porque podía considerarse ofensivo. “¡Retiraron mi anuncio de Pepsi hace 30 años porque estaba besando a un santo negro!”, aseguró la cantante en Instagram. Madonna reaccionó así a que la compañía de refrescos retirase otro anuncio tras ser criticada de apropiación de las protestas de Black Live Matter.