La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha protagonizado una de las intervenciones más contundentes en el Foro Económico Mundial que se celebra estos días en Davos (Suiza). La principal responsable de la política monetaria de la eurozona ha defendido este miércoles que la Unión Europea (UE) debe “sacar músculo” para defender sus intereses comerciales y ha planteado compras conjuntas de energía y materias primas “como contrapeso a las acciones concertadas desde el lado de los vendedores [en referencia a Rusia o a las potencias petroleras]”.
Lagarde ha pedido un paso adelante de la UE ante la actual crisis energética, provocada por la guerra en Ucrania, tras la invasión de Rusia. “Debemos adoptar una posición más firme, acorde con nuestra posición como principal bloque comercial del mundo, [y como mayor comprador]”, ha recalcado.
La presidenta del BCE se ha mostrado partidaria de explorar alternativas para “jugar en equipo” y llevar a cabo conjuntamente compras de energía, minerales u otros productos básicos para la economía europea.
Objetivos comunes de la UE
“La guerra nos ha mostrado lo débiles que somos al jugar tan abiertos, pero también nos ha permitido tomar conciencia de lo poderosos que somos si permanecemos unidos”, ha afirmado Lagarde, para quien “cuando saca músculo, Europa es una fuerza increíble”, aunque la banquera central ha admitido que la UE a veces se marca (goles) en propia meta ralentizando procesos y mirando objetivos nacionales en vez de europeos.
“Creo que estamos en un momento en el que Europa puede actuar como un formidable equipo de jugadores al mismo tiempo que como árbitro”, ha añadido en referencia al “formidable poder” en múltiples campos como el comercio o la tecnología, así como, tomando como referencia Japón, en recursos de fondos de pensiones.
El gran peso de Rusia en el mercado global de petróleo y gas, y también en el de materias primas importantes para la industria y de minerales cruciales para la transición ecológica, ha provocado una escalada de precios que se ha trasladado a toda la cesta de la compra de bienes y servicios, con un pico de inflación que alcanzó el 9,8% en marzo en España, respecto al mismo mes del año anterior, y del 8,3% en abril.
Este incremento de los precios conlleva una pérdida de poder adquisitivo para las familias si no suben los salarios, un daño a los márgenes de beneficio de las empresas y un encarecimiento del crédito y las hipotecas. Por tanto, otro golpe al crecimiento económico y más problemas para reducir el endeudamiento, disparado tras la pandemia.
Consecuencias frente a las que los países de la UE han tomado diferentes medidas. Como el paquete fiscal del Plan de choque del Gobierno o como el tope al precio del gas en la generación de electricidad aprobada por la Comisión Europea recientemente para España y Portugal. Sin embargo, los riesgos permanecen, y más respuestas, como la propuesta por parte de Lagarde, se hacen necesarias.