Luis Cortés, el líder agrario condenado por defraudar subvenciones que jalea el campo y las tractoradas en Madrid

Luis Cortés va por su segunda vida como líder del campo español. En la primera, acabó en prisión. En esta segunda, es el principal defensor de que medio millar de tractores –según se ha comunicado a subdelegaciones de gobierno– salgan a las calles por los problemas en el campo, al calor de las protestas en Francia, Bruselas o Alemania. La organización de la que es coordinador estatal, Unión de Uniones, es la que ha convocado una protesta nacional de tractores frente al Ministerio de Agricultura de Madrid el próximo 21 de febrero. Está insistiendo en declaraciones y con comunicados para que las organizaciones con representación mayoritaria (COAG, Asaja, UPA) se unan a esta manifestación en la capital, aunque de momento las tres grandes –convocadas este viernes a una reunión con el ministro Planas–se mantienen con protestas locales y sin esa demandada “unidad de acción”. Cortés estuvo también reunido el pasado martes en el Ministerio con el secretario general de Agricultura. Al salir, lejos de desconvocar su protesta, Cortés añadió otras 14 manifestaciones por España en febrero y tres en zonas portuarias. “Tuvimos un encontronazo porque no pueden decirnos que la reforma de la Política Agraria Común es un éxito, que también la Ley de la Cadena Alimentaria o la importación de países terceros. Ante esa respuesta, a la calle”, concluye en declaraciones a elDiario.es.

Su primera etapa como líder agrario acabó abruptamente, con su detención en 2005. Luego tuvo que pasar por la cárcel después de tres condenas. Una por fraude en ayudas europeas al campo –fraude que la Junta de Extremadura estimó en un millón de euros–, otra por falsificar documentos y engañar a 250 agricultores y una tercera por hacer creer que formaba a empleados, que resultaron ser ficticios, para recibir dos millones en ayudas públicas del Inem. 

Cuando fue detenido, Cortés era un conocido representante de COAG en Extremadura, organización considerada de izquierdas (como UPA y al contrario que Asaja, considerada más cercana al PP). Su capacidad para conectar con los problemas en el campo y los agricultores le venía de lejos. Natural de Miajadas, autodenominada como capital europea del tomate, Cortés trabajó en una finca familiar pero pronto decidió dedicarse a los intereses de los agricultores y ganaderos en Jóvenes Agricultores, posteriormente convertida en Asaja. “Su estilo sindicalista, casi revolucionario”, le hizo distanciarse de una asociación que consideraba demasiado empresarial, aseguran en el sector. Ahí recaló en COAG y, precisamente, fue su popularidad como líder la que le permitió acometer el que se conoció en Extremadura como “fraude del higo seco”. 

Cortés y su socio pidieron subvenciones europeas para comprar higos secos a agricultores, almacenarlos y luego revenderlos. Por este asunto recibió dos condenas. La primera, en 2009, por el fraude en sí. Como dicta la sentencia, a la que ha tenido acceso elDiario.es, compró higos fuera de Extremadura por debajo del precio que había declarado y fingió comprar más y vender más para recibir más subvenciones. Fue condenado a un año y seis meses de prisión por un delito de fraude de subvenciones procedentes de fondos de la Comunidad Europea. Se le impuso una multa de 30.000 euros y tuvo que indemnizar a la Junta de Extremadura con 58.000 euros. 

A los tres años llegó una segunda condena sobre este fraude. Tras llegar a un acuerdo entre las partes, le fueron impuestos 4 años y 2 meses de prisión por delitos de administración desleal, un delito societario y falsedad. Según la sentencia, engañó a 247 agricultores a quienes había comprado su producción de higos, dinero que no pagó. El relato de hechos probados señala que Cortés y su socio presionaron a los agricultores para que se hiciesen socios de la cooperativa que iba a almacenar los higos, celebraron asambleas ficticias y falsificaron documentos para suplir irregularidades. También hizo creer a los agricultores, prevaliéndose de su influencia como líder de COAG según relata la sentencia, que solo él podría comprarles el producto. Además, instó a los agricultores a hacer una operación bancaria ficticia, ingresando en el banco el dinero que les hubiera correspondido por los higos vendidos con la promesa de que, cuando llegara la subvención europea, les pagaría más de lo que les correspondía.

A estas dos condenas hay que sumar una tercera por contratos ficticios para acceder, de nuevo, a ayudas públicas. Según el fallo, Cortés solicitó más de dos millones de euros en subvenciones de empleo del Inem por seleccionar, formar e insertar laboralmente a trabajadores agrarios. La sentencia considera probado que fue un montaje y los trabajadores eran empleados ficticios. En aquel caso fue condenado a 2 años y 9 meses de prisión.

COAG le había echado de la organización en 2005, cuando se destapó el caso de los higos, y ahí había acabado su vida como representante del campo. Se dedicó a su defensa, pero terminó en la cárcel en 2010. Recobró la libertad en 2013 y, contra todo pronóstico, ese paso por prisión, por casos precisamente relacionados con fraudes agrarios, no le impidió volver a ser un líder en el campo cuatro años después. Con el tono combativo de siempre y el apoyo de grupos de agricultores que defendieron su inocencia y trataron de victimizarlo por “no achantarse ante el poder político”, Luis Cortés se puso al frente de La Unión Extremadura en 2017 (la rama regional de Unión de Uniones, organización que nació como una escisión de COAG) y comenzó a ser muy combativo en numerosas protestas agrarias en esta comunidad, acompañado por un pequeño ejército fiel de empresarios del campo. La visión de Cortés sobre sus tres condenas es también persecutoria: “Vinieron a por mí los políticos, lo pagué, por lo que había hecho y por lo que no. Siempre he ido contra la administración y, cuando no tienes padrino político, pasa esto”, concluye, aunque él mismo admitió los hechos en la condena de 2012. Recobró el liderazgo y los apoyos entre los grupos más partidarios de dar batalla. Se reconoce en ese perfil y sabe que le renta: “Mi pasado guerrillero y estar siempre en primera fila de las manifestaciones me ha dado un liderazgo entre los agricultores”. Pero, ¿y no sirve el diálogo?: “Las otras organizaciones son más de diálogo, las marchas y cortes en las provincias están bien, pero hay que ir a Madrid, donde se firma todo, hay que ir adonde esté Luis Planas, no a Bruselas, porque... ¿qué es Bruselas? El diálogo no nos ha llevado a ningún sitio”, opina. Las grandes organizaciones siguen pensando que sí y de momento convocan protestas locales.

Quienes le conocen aseguran que Cortés da un paso atrás cuando ve que no va a ser el foco de atención de las protestas en las que participa porque “se le da mejor la calle que los despachos”. A pesar de ello, siempre ha aspirado a volver a sentarse en el Consejo Agrario de Extremadura (el que tiene interlocución con los gobiernos) y tras varios intentos lo logró en las elecciones del campo de 2022 al conseguir el 16,1% de los votos (era necesario superar el umbral del 15%). El líder agrario prometió “mucha guerra” en ese consejo, pero también la da en la calle. En agosto de 2022 fue multado con 3.700 euros y la retirada de cuatro puntos del carné por las protestas que tuvieron lugar en Don Benito (Badajoz) con motivo de la visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ese día se celebró una tractorada en la N-430 entre Miajadas y Don Benito, pero se trasladaron a esta última ciudad aprovechando que Sánchez se encontraba allí con motivo de la fusión con Villanueva de la Serena, actualmente paralizada, para protestar contra el Gobierno. “Tuve que romper una barricada de la Guardia Civil para que pasaran los tractores, y el primer porrazo me lo llevé yo, soy uno que se monta en el tractor y va con pancartas a las puertas del Ministerio y lo que haga falta”.

Si COAG y UPA son de izquierdas, y Asaja es de derechas, ¿es Cortés y su organización de Vox? Parecería que sí cuando dice que “habría que rebajar las políticas verdes”. Puntualiza que “esto de las políticas verdes que arrasan con todo no es de Vox, es algo que el agricultor piensa, pero es un partido que está calando mucho en el campo. En mi ejecutiva hay gente de Vox y de ERC o Sumar. Para Vox vale todo y para nosotros no, creemos que hay que cuidar el medio ambiente pero en un término medio”.

Hace un año, Unión de Uniones eligió a Luis Cortés como su líder nacional, que se estrenó en julio con su primera tractorada. En este caso contra la sequía y de nuevo frente al Ministerio de Agricultura en Madrid. ¿Teme que sus condenas por fraude en el campo le deslegitimen como líder? “Cuando me propusieron para ser el coordinador estatal les dije que tenía un pasado, y mis compañeros dijeron que eso para ellos era un aval más que un problema. Yo soy uno que se monta en el tractor y va con pancartas a las puertas del Ministerio si hace falta”.

Desde esa segunda vida como dirigente agrario, ahora incluso con más peso ya que gobierna una organización nacional, está organizando las manifestaciones más contundentes e intentando sacar al máximo número posible de tractores y agricultores a las calles, con el convencimiento de que sacar músculo y la furia agraria es la manera de lograr mejoras para el campo. Su organización ve, como muchas otras, laxitud de controles con países terceros, una cadena alimentaria injusta con el pequeño productor y exceso de burocracia con las ayudas y condiciones de la Unión Europea, una institución con la que es muy crítico, de la que precisamente se quiso lucrar hace 15 años y por la que acabó cumpliendo condena.

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