Después de las elecciones generales alemanas, la previsible participación del partido liberal alemán FDP en un Gobierno de coalición parecía hacer muy difícil a Angela Merkel aceptar la propuestas de Emmanuel Macron sobre la reforma de la gobernación de la zona euro.
Pero la intransigencia del FDP ha acabado con dar al traste con las negociaciones de una coalición Jamaica (negra, por la CDU/CSU, amarilla, por el FDP, y verde, como los colores de la bandera jamaicana). Merkel quiere tener margen de maniobra para negociar con el presidente francés Macron, y las líneas rojas de la FDP no le dejaban ninguna. Si hace dos meses el éxito del FDP liquidaba la agenda de Macron para el euro, hoy se puede decir que la agenda de Macron para el euro ha liquidado la coalición Jamaica.
El hecho es que Macron se interpuso en las negociaciones de la coalición alemana desde el principio. El 26 de septiembre, dos días después de las elecciones alemanas, Macron dio un ambicioso discurso en la Sorbona sobre su visión para Europa. En él incluyó una puya contra el líder del FDP, Christian Lindner. Lindner había dicho la misma noche electoral que un presupuesto para el euro, tal como había propuesto Macron anteriormente, era una “línea roja” para su partido.
El FDP no estaba dispuesto a financiar el “consumo del Estado” francés, ni “pagar las culpas de Berlusconi”. Sin referirse a Lindner directamente, Macron dijo en la Sorbona al respecto de Europa “no tener líneas rojas, sino horizontes”. Todo el mundo lo entendió como una crítica directa a Lindner.
Así que las negociaciones de coalición alemanas empezaron quizás con Lindner dispuesto a poner a Macron su sitio. Merkel puso una fecha límite a las negociaciones para el viernes 17 de noviembre. Las razones eran dos: la necesidad de tener un Gobierno antes de la cumbre europea de diciembre, y que el partido verde necesitaba someter un posible acuerdo de coalición al voto de su militancia en un congreso este fin de semana.
Las cesiones de los interlocutores
La fecha límite pasó sin acuerdo, y el pasado fin de semana los negociadores de los cuatro partidos (CDU y CSU negocian por separado) se embarcaron en negociaciones maratonianas. Finalmente, los líderes de los partidos se reunieron para limar las últimas asperezas, y finalmente Lindner rompió las negociaciones con las palabras “mejor no gobernar que gobernar mal”.
La prestigiosa periodista Cerstin Gammelin publicó en Süddeutsche Zeitung un relato de lo que fueron las últimas horas de las negociaciones. Los verdes habían renunciado a pedir que el gobierno se comprometiese a una fecha para que Alemania abandone los vehículos de motor de combustión interna. A cambio, los liberales abandonaban su oposición a que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEdE) siguiese existiendo, y pudiese incluso convertirse en un fondo monetario europeo.
El FDP se seguía oponiendo a que Alemania contribuya a un presupuesto para la zona euro. La CDU/CSU ponía la condición de que no hubiese transferencias fiscales entre países. Y los verdes argumentaban que este presupuesto era necesario para hacer frente a “choques asimétricos”. El documento que llegó a los líderes decía que los negociadores no se habían podido poner de acuerdo sobre un compromiso sobre este presupuesto.
En la reunión de los cuatro líderes, Lindner se sacó de la manga el acuerdo de coalición del Gobierno holandés Rutte III (llamado así por ser el tercero presidido por Mark Rutte), y propuso que la coalición Jamaica adoptase la misma formula. El acuerdo Rutte III, alcanzado hace mes y medio después de más de 200 días de negociaciones, adoptaba esencialmente la postura del FDP al decir que “el Gobierno no está a favor de un mecanismo de estabilización (capacidad fiscal) a nivel de la UEM para absorber las consecuencias de los shocks económicos”.
Esta formula era inaceptable para Merkel, porque la ataba de manos en las futuras negociaciones con Macron y los demás líderes europeos sobre el futuro del euro. Así que Lindner rompió las negociaciones.
Alemanes y franceses, aún muy alejados
¿Dónde nos deja esto? Todavía la posición alemana está lejos de la francesa. El acto de despedida de Wolfgang Schäuble como ministro de Finanzas, al pasar a ser presidente del Parlamento alemán, el Bundestag, fue presentar una nota extraoficial de su ministerio rechazando de plano las propuestas de Macron y del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
En lugar de crear un ministro de Hacienda del euro, Schäuble proponía continuar con el método intergubernamental, y convertir el MEdE en un fondo monetario europeo capaz de imponer disciplina fiscal a los estados miembros como la Comisión se ha demostrado incapaz o poco dispuesta a hacer. El MEdE también adquiriría el papel de gestionar las posibles bancarrotas de estados miembros, es decir, nada de nuevos rescates.
Respecto al presupuesto del euro, Schäuble proponía usarlo para incentivar las reformas estructurales. El documento llegó a decir que “el gasto público contracíclico nunca se hace a tiempo”. Y, por supuesto, negó la conveniencia de la mutualización de las deudas de los países miembros.
En las negociaciones que se avecinan, parece que España y Holanda van a adoptar las medidas extremas. Cada vez que tiene ocasión, el Gobierno español insiste en la necesidad de una garantía de depósitos común y una capacidad fiscal común, sin miedo a proponer la emisión de eurobonos.
Por el contrario, como ya hemos visto, el Gobierno holandés ha adoptado la postura más extrema en contra de cualquier mutualización de riesgos o fiscal.
El peso de la negociación lo llevarán Francia y Alemania, con posturas alejadas pero intermedias. El papel de España y Holanda parece que será el de ayudar a tirar en una y otra dirección propugnando las posiciones extremas. ¿Italia? Ensimismada con sus problemas bancarios.