Ocho de las diez ciudades más ricas de España están en Madrid y dos en Catalunya, según el último informe Urban Audit publicado este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística. Pozuelo, Boadilla y Torrelodones lideran el ranking de renta media por hogar –que permite apreciar mejor la estadística que el de renta media por habitante, al no dividir esa renta por el número de personas de cada casa– y Torrevieja, Priego de Córdoba y Barbate lo cierran.
En Pozuelo, el municipio más rico de España, los hogares manejan una media de 90.902 euros anuales. En Torrevieja, el más pobre, la renta media por hogar es de 19.202 euros, menos que el salario medio español (que en 2019 se situó en 23.646 euros). Los datos corresponden a 2018, así que no es posible ver en ellos el impacto de la pandemia.
El mapa revela profundas diferencias entre el norte y el sur y el este del país. Las ciudades más ricas se concentran en Madrid, Catalunya y Euskadi. La primera ciudad que aparece en la lista fuera de esas comunidades es Marratxí, en Baleares; la segunda, Oleiros, en Galicia, donde vive la cúpula de Inditex. La relación entre renta y esperanza de vida es clara: Pozuelo es la ciudad que más tiene (86,2 años) y La Línea (79,7) y Torrevieja (81,4) las que menos.
Pese a estar entre las más sureñas, con permiso de las islas Canarias, Ceuta y Melilla se encuentran entre las cincuenta ciudades más ricas de España (la 50 y la 44, respectivamente). Casi la mitad de ocupados en estas ciudades autónomas (43% y 48%) son del sector público, frente a la media nacional del 18%. Son ambas ciudades muy desiguales, que tienen algunas de las secciones censales más pobres y más ricas del país.
Algunas de las localidades de la parte más baja de la tabla son también las más turísticas. A saber: Torrevieja, Santa Pola, Benidorm, Calpe, Jávea, Cullera, Blanes, Lloret de Mar, Estepona, Marbella, Fuengirola o Torremolinos. La hostelería es el sector económico que peor paga de España, con una media anual de 14.540 euros.
En la siguiente tabla puedes buscar la renta media por hogar de tu municipio, siempre que esté entre los 416 que tienen más de 20.000 habitantes en España (los considerados por el INE para esta estadística).
Además de la renta, el proyecto Urban Audit estudia otras variables. Entre ellas está el número de hijos por mujer, definido como “el número medio de hijos que tendría a lo largo de su vida fértil una mujer residente en un municipio, en caso de mantener la misma intensidad fecunda por edad que la observada en un año concreto en ese municipio”. Es decir, que el dato elimina factores como el envejecimiento de la población o la falta de mujeres en edad de tener hijos y nos muestra cómo de fecundo es cada municipio.
Los municipios más fecundos de España son: Melilla, Lorca, Ceuta, La Línea de la Concepción, Manresa, Almería, Cartagena, Parla, Salúcar de Barrameda, Reus, Murcia, Santa Coloma de Gramenet, Rivas-Vaciamadrid, Getafe y Terrassa. La media española es de 1,26 hijos por mujer. En Melilla la diferencia es de casi un punto: 2,17 hijos por mujer.
El número de hijos por mujer no depende de la renta. Hay municipios muy ricos y con poco paro, como Alcobendas (cuya renta está influenciada por el lujoso barrio de La Moraleja) donde la fecundidad es baja, menor que la media española (1,17). Y hay municipios muy pobres y con mucho paro, como La Línea de la Concepción, donde la fecundidad es alta, mayor que la media (1,62 hijos por mujer).
La relación entre ambos factores “no está nada clara”, señala el investigador del Centro de Estudios Demográficos y profesor de la UAB, el doctor Joaquín Recaño. “Tener más renta no te hace tener más hijos, pero ser más pobre tampoco. En esa lista de ciudades hay un patrón cultural”.
“Ceuta y Melilla tienen mucha población de origen marroquí. Lorca, como La Línea, es una ciudad que históricamente ha sido de fecundidad elevada. Las provincias andaluzas, Murcia y Extremadura siempre han tenido una fecundidad más alta que el resto. El sur, en general, tuvo un retraso histórico de acceso a la educación”, dice Recaño, señalando a un factor que sí reconocen varios estudios.
En España sí existe una relación clara entre educación y natalidad: a mayor nivel educativo, mayor aplazamiento de la maternidad y menor número de hijos, debido, como señala este informe del IVIE y la Fundación BBVA, al coste de oportunidad al que se enfrentan las mujeres. Con datos de 2018, el informe apuntaba que las mujeres con estudios superiores tienen una media de 0,9 hijos, frente a las mujeres que como mucho habían llegado a la ESO, cuya media a 1,5 hijos.
Son, en cualquier caso, datos bajos con respecto a otros países europeos. Estamos lejos de Francia (1,9), Suecia (1,78) y cerca de Italia (1,32) y Grecia (1,35). Pero ningún país europeo alcanza los 2,1 hijos por mujer necesarios para garantizar el reemplazo generacional.
Entre los municipios más fecundos de España se observa otro patrón: el de las ciudades cinturón, como Parla, Getafe o Rivas-Vaciamadrid. Las parejas en edad de tener hijos salen de la capital y se establecen en estas localidades, donde la vivienda es más barata. Así, la población de las grandes ciudades envejece más que la de las ciudades de las áreas metropolitanas.
Los quince municipios con menor número medio de hijos son: San Cristóbal de La Laguna, Telde, Las Palmas de Gran Canaria, Gijón, Santa Cruz de Tenerife, Avilés, Cádiz, Oviedo, Ourense, Cerdanyola del Vallès, Ferrol, Fuengirola, Torrelavega, Vigo y A Coruña.
Solo tres de ellos —Ferrol, Fuengirola y Torrelavega— están entre los más pobres de España, el resto pertenecen a la mediana o los más ricos. Y tampoco todos tienen elevadas tasas de paro, o al menos tasas por encima de la media española: esta situación se da en las ciudades canarias, Cádiz, Fuengirola y Torrelavega.
Más que la renta, apunta Recaño, hay que tener en cuenta el dinamismo económico, que la economía funcione. Y no quedarnos solo con ese factor. “Lo que hemos hecho en las últimas décadas es trasladar todas las etapas del ciclo de la vida. Postergarlas. En Francia, cualquier padre pone las maletas al niño en la puerta a los 18 años. Aquí, aunque hay excepciones, la emancipación es tardía”, dice el académico, que cuestiona que la principal causa sea la precariedad, “que ha habido toda la vida”.
Si nos emancipamos más tarde y nos emparejamos más tarde, los hijos llegan necesariamente después. “Y no hay que olvidar que estamos en un contexto de control absoluto de la fecundidad”, concluye. “Los hijos se tienen cuando se quieren, y solo en edades más avanzadas cuando se pueden”.