Merkel 'se compra' con 300 millones de euros la principal empresa alemana de la vacuna contra la COVID-19

Los primeros voluntarios ya han recibido las inyecciones de la vacuna de ARN mensajero de CureVac. Van a cobrar unos 1.500 euros por participar en el primer estudio con personas que ya ha lanzado en Alemania esta empresa con sede en Tubinga.

Desde el pasado mes de marzo, poco antes incluso de que se declarara pandemia la COVID-19, la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, CureVac ha generado grandes expectativas. Se supone que su tecnología puede llevar a una victoria frente al coronavirus de un modo más rápido que las vías que exploran otras de las empresas e iniciativas que investigan en la lucha contra el coronavirus.

A principios de marzo, los responsables de la compañía hablaban de desarrollar “muy, muy rápido, una vacuna contra la COVID-19”. De momento, las primeras pruebas en personas no han hecho más que empezar. Ahora bien, lo que sí parece haberse asegurado CureVac es su existencia en el presente contexto pandémico: el Gobierno alemán anunciaba la entrada del estado en el capital de la compañía.

Será a través de una inyección de 300 millones de euros que llegará a través del Instituto de Crédito para la Reconstrucción (KfW, por sus siglas alemanas), una entidad de titularidad pública. Ese montante representa un 23% del capital de la empresa. Sin embargo, esa participación pública en la compañía no va a tener efectos en el funcionamiento de la firma.

“No habrá consecuencias operativas para el negocio”, según ha asegurado el responsable de CureVac, Franz-Werner Haas. Desde el Ejecutivo germano, el ministro de Economía, el conservador Peter Altmaier, ha presentado la entrada del dinero público como un empujón que no puede venir mal a CureVac.

“La tecnología de CureVac tiene el potencial de desarrollar nuevas vacunas y tratamientos terapéuticos (...). El Gobierno está participando en esta prometedora compañía porque espera acelerar así esos desarrollos y quiere posibilitar financieramente que CureVac explote su potencial tecnológico”, señalaba Altmaier el día de la presentación de la decisión del Ejecutivo de la canciller Angela Merkel de entrar en el capital de la empresa de biotecnología.

En Berlín, la decisión pilló por sorpresa a más de uno. Así, en la crónica política se habló de “entrada repentina” de dinero público en CureVac, según los términos empleados por el influyente diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung. Nadie vio venir este reconocido ejemplo de “política industrial” muy a pesar de que CureVac en su día asustó por el interés estadounidense en la actividad de la empresa.

A principios de marzo, quien hablaba en CureVac de desarrollar “muy, muy rápido una vacuna contra la COVID-19” no era otro que Daneil L. Menichella. Entonces, él era el máximo responsable de la empresa. Fue el único representante de una compañía de biotecnología europea capaz de entrar en la lucha contra el coronavirus que participó junto con otros responsables de firmas estadounidenses en un encuentro en la Casa Blanca con el presidente estadounidense Donald Trump.

El interés de Trump en CureVac

Fiel a su célebre lema 'América First' - “Estados Unidos, lo primero” - Trump señaló a cuenta de ese encuentro que “hay cosas que queremos hacer en casa”. Aquello se percibió en Alemania como un interés estadounidense en CureVac y en hacer que sus investigaciones terminaran, llegado el caso, sirviendo sólo a Estados Unidos.

Así, el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, el socialdemócrata Heiko Maas, llegó a decir que el trabajo de los investigadores alemanes no podía tener un carácter exclusivo. “Los investigadores alemanes están a la vanguardia del desarrollo de medicamentos y vacunas en colaboraciones en todo el mundo. No podemos permitir que otros se apropien de sus resultados”, según Maas.

Dietmar Hopp, principal inversor de la empresa, también tuvo que salir a la palestra para señalar que para él “era obvio que no puede ser que una empresa alemana desarrolle una vacuna y que ésta sea sólo utilizada en Estados Unidos”. Por su parte, a la canciller Angela Merkel no le faltó tiempo para decir que el asunto de la empresa era un “tema resuelto”, entre otras cosas, porque como se empeñaron en decir los gestores de CureVac, nunca hubo una oferta concreta estadounidense.

La posición defensiva del Gobierno alemán podría tener su justificación ante la forma de actuar de la Adminstración estadounidense. El Gobierno de Trump ha comprado más de 500.000 dosis de remdesivir a la empresa Gilead, el primer medicamento contra la COVID-19, lo que supone toda la producción de este fármaco de julio y el 90% de agosto y septiembre.

El “despertar” del Ministerio de Economía de Merkel

Tres meses después de aquello, al margen de los avances en el desarrollo de la vacuna que prepara la compañía germana, lo que sí se ha hecho tangible es el apoyo del Estado germano a su causa. Hay observadores del ámbito económico alemán que, como buenos defensores de los ideales neoliberales, han puesto el grito en el cielo por la participación del estado en CureVac. Según su lógica, se estaría falseando la libre competencia con esa entrada de dinero público en la empresa de Tubinga.

Lo cierto es que hay otras firmas germanas que también trabajan en una vacuna contra la COVID-19 que no se están beneficiando del apoyo público del que disfruta CureVac. Pero, por ejemplo, en Biotech, competencia de CureVac que también trabaja en una vacuna anti-SARS-CoV-2, ven en “principio bien” la entrada de capital público en su rival.

En el ámbito científico, se ha celebrado la acción gubernamental. Así, Dietmar Harhoff, director del prestigioso Instituto Max Planck para la Innovación y la Competencia de Múnich, decía en declaraciones al Frankfurter Allgemeine Zeitung: “por fin se han despertado algunos en el Ministerio de Economía”. “No sirve para nada, ensimismarse con esa ilusión de que otros países van a actuar conforme a las leyes del mercado”, según Harhoff.

Una pandemia y un eventual interés de Trump por CureVac han terminado animando a Merkel y compañía a blindar a la empresa europea que podría abrir paso hacia una victoria decisiva para Europa y la humanidad en la lucha contra el coronavirus.

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