El miedo a la recesión y a la destrucción de puestos de trabajo en Estados Unidos y en otras grandes economías por una excesiva austeridad monetaria de los bancos centrales ha desatado el caos en las bolsas de todo el mundo. “Acabamos de presenciar uno de los mayores eventos de pánico en el mercado jamás visto en las últimas cuatro décadas”, señala Alfonso Peccatiello, un reconocido analista y gestor. El Ibex 35 cerró el lunes con una caída del 2,34%, y acumuló un descenso del 7% desde el martes pasado. En Japón, directamente fue un lunes 'negro'. En Wall Street, el S&P 500 llegó a retroceder un 4% en el peor momento de la sesión. Este martes, todos los índices rebotan y recuperan parte de las pérdidas.
Las bolsas dieron este lunes la primera señal de alarma seria ante los asfixiantes tipos de interés oficiales que mantienen la Reserva Federal (la Fed, el banco central estadounidense), el BCE o el Banco de Inglaterra en su lucha contra la inflación.
“Durante estos episodios de pánico, es importante recordar [...] que los mercados financieros pueden seguir siendo irracionales durante más tiempo del que nosotros podamos seguir siendo solventes”, lamenta Alfonso Peccatiello, quien se refiere a los inversores y especuladores, que han sufrido pérdidas importantes en las últimas horas, pero cuya reflexión se puede extender a la actividad económica en general (de empresas y familias) y al mercado de trabajo, que sufren el doble golpe del encarecimiento de la financiación (de las hipotecas y de los préstamos en general) y también de la incertidumbre que emana de las bolsas.
Este experto resume con crudeza el principal motivo de las desplomes de las bolsas (por las ventas masivas de acciones de empresas de Japón, del Ibex 35 de España o en Wall Street): “Los bancos centrales aumentan los tipos de interés agresivamente; los mercados señalan que las condiciones son demasiado estrictas; la economía se desacelera; finalmente se produce una recesión”.
Dos acontecimientos consecutivos han hecho saltar los miedos a esta concatenación lógica de hechos: el miércoles de la semana pasada, la Fed decidió mantener los tipos de interés de referencia en Estados Unidos en el rango del 5,25%-5,5%, un máximo no visto desde 2001, con la excusa de que “la fortaleza del mercado laboral” le daba margen para no aliviar el ciclo de austeridad monetaria que inició en marzo de 2022. Solo un par de días después, se supo que en julio se crearon menos puestos de trabajo no agrícolas de los esperados en la primera economía del mundo: 114.000 frente a los casi que 175.000 nuevos empleos que se preveían.
Esta decepción no fue la única chispa que ha incendiado los mercados financieros. El martes pasado se conoció que el PIB (Producto Interior Bruto) de Alemania se contrajo en el segundo trimestre. De hecho, España es una excepción positiva destacada en una eurozona cuya economía da distintas muestras de debilidad.
Por supuesto, como siempre o casi siempre ocurre en los mercados financieros, en el caos de los desplomes de las últimas horas hay algo de sobrerreacción de las 'grandes' manos —fondos de inversión que aprovechan las caídas para volver a comprar acciones más 'baratas' para obtener ganancias rápidas si se produce un rebote, como está ocurriendo este martes— y mucho del efecto de agosto, un mes en el que hay poca negociación de acciones en general que favorece movimientos más abruptos.
“El mercado está testando a la Fed. [En los bancos centrales] piensan que la política monetaria se puede modificar como el que cambia el rumbo en una Zodiac, y ahora se encuentran con que llevan un petrolero y están a 200 metros de la bocana del puerto [a punto de chocar]”, advierte Víctor Alvargonzález, director de estrategia y fundador de la empresa de asesoramiento independiente Nextep Finance.
“En los mercados es fundamental la anticipación”, continúa. “La Fed tiene margen de actuación en términos numéricos (los tipos pueden bajar rápidamente y sin problema al 4%), la cuestión es: ¿espabilarán? ¿o seguirán mirándose a los pies en lugar de mirar al horizonte?”, concluye. El BCE recortó el 'precio' oficial del dinero en la eurozona en junio por primera vez en este ciclo de austeridad monetaria, del 4,5% (un máximo de 2008) al 4,25%. Sin embargo, en julio se mantuvo a la espera.
En el foro de política monetaria de Sintra, celebrado a principios del mes pasado, tanto el presidente de la Fed, Jerome Powell, como su homóloga en el BCE, coincidieron en que tenían margen para “tomarnos nuestro tiempo”.
“Las cifras de empleo fueron más débiles de lo esperado, pero todavía no parecen una recesión”, comentó este mismo lunes el presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, en declaraciones a la CNBC. “Miramos hacia el futuro y si las condiciones colectivas comienzan a empeorar, vamos a solucionarlo. Vamos a responder como corresponde”, apostilló.
“La creación de empleo privado en los EEUU todavía promedia alrededor de 150.000 puesto de trabajo al mes hoy, mientras que en los meses anteriores a la recesión de 2001 y 2008 estábamos creando solo entre 0 y 50 mil empleos al mes”, añade Alfonso Peccatiello. “Y si bien es cierto que hoy la población estadounidense es mayor y la fuerza laboral se está expandiendo rápidamente, se puede argumentar que los datos macroeconómicos sólo justifican una parte del movimiento de pánico que vimos recientemente”, opina.
“Aunque últimamente los mercados han visto en los malos datos una señal de que pronto llegarían los recortes de tipos, los datos del jueves fueron quizá tan malos que dejaron de ser 'buenos'. El mercado de futuros de la Reserva Federal prevé ahora la friolera de entre 4 y 5 recortes de tipos de aquí a finales de año, incluida una probabilidad significativa de un recorte del 0,5% para iniciar el ciclo en septiembre”, apunta Damian McIntyre, de la gestora Federated Hermes.
“Si el desplome de los precios de los activos de riesgo [las acciones de las empresas, principalmente] se prolonga significativamente, no puede excluirse un recorte de emergencia por parte de la Fed. En ese caso, el rebote de las acciones podría ser tan brutal como el reciente episodio de ventas masivas, y los sectores y mercados más apoyados por los motores seculares y/o la sensibilidad a los tipos de interés (tecnología, inteligencia artificial, EEUU en general, Taiwán, India...) serían los que progresarían más rápidamente”, considera Jean-Louis Nakamura, de la gestora Vontobel.
El desplome en Japón
En el caso concreto de Japón, existe “miedo a que un yen fuerte dañe a las empresas”, dice Francisco Quintana, director de estrategia de ING España. “El yen se está apreciando con fuerza (porque su banco central ha decidido subir los tipos un poco inesperadamente). Eso reduce los beneficios de las empresas porque gran parte de sus ventas se hacen fuera”, explica.
“El Banco de Japón ha sido una excepción en el último ciclo de política monetaria contractiva. Tipos en niveles negativos. Pero esto ha llegado a su fin: en marzo se subieron los tipos del -0,1% al 0,1% y la semana pasada hasta el 0,25%. Con unos tipos tan bajos en Japón, muchos inversores hacían ”carry trade“, es decir, se endeudaban en yenes a un tipo de interés reducido e invertían en activos en otras monedas con mayores tipos. Pero el 'carry trade' consiste en sacar unos pocos puntos básicos de ventaja. Con la subida de los tipos por el Banco de Japón, esa ventaja de 'carry trade' ha desaparecido. Y esto ha llevado a los inversores a deshacer sus posiciones, generando una apreciación del yen (tener que devolver los préstamos denominados en yenes genera mayor demanda de yen)”, remata Judith Arnal, investigadora del Real Instituto Elcano y del CEPS.