La cuenta atrás ya está en marcha y las posiciones aún son muy distantes. La ministra de Asuntos Económicos en funciones, Nadia Calviño, a quien corresponde pilotar las negociaciones por ocupar la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, ha cumplido con el objetivo marcado de presentar un texto a sus homólogos de los 27 en octubre para la reforma de las reglas fiscales. Sin embargo, fuentes diplomáticas alejan la posibilidad de que se cierre un acuerdo en la reunión de ministros de Economía que se celebra el próximo martes en Luxemburgo. A los denominados 'halcones' no les convence la propuesta que la presidencia española ha puesto sobre la mesa. Con Alemania a la cabeza, aprietan con la reducción de deuda, para lo que exige un mínimo anual. Esa posición choca con países como Francia o Italia, que reclaman margen para las inversiones. Ese planteamiento convence al Gobierno de Pedro Sánchez, que en este caso no puede presionar porque actúa como árbitro.
Ese es el complejo equilibrio que tiene que alcanzar Calviño, cuya propuesta no cuenta por el momento con el consenso necesario para salir adelante. Y el tiempo empieza a apremiar. El 1 de enero de 2024 acaba el periodo de gracia que tuvieron los 27 para hacer frente a la pandemia y las consecuencias de la guerra en Ucrania y que supuso la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. A partir del próximo año la UE tendrá que ajustarse de nuevo el cinturón con el objetivo de que las cuentas públicas no superen el 3% del déficit y el 60% de la deuda pública respecto al PIB de cada país. La intención es que ese camino se emprenda con unas nuevas normas que, según la propuesta de la Comisión Europea, darían más flexibilidad a los países para cumplir con los objetivos, pero con un sistema de sanciones reforzado, ya que el vigente no ha llegado a aplicarse nunca por su severidad. El problema si no se llega a un acuerdo para entonces, es que se aplicarían las reglas fiscales anteriores, que en la práctica son imposibles de cumplir para muchos estados miembros.
La propuesta de la presidencia española, adelantada por El País, recoge parte de las exigencias de países como Italia al plantear que parte del gasto de los planes de recuperación pueda deducirse en las sendas de ajuste, pero Alemania no quiere ni oír hablar de esa posibilidad. Además, también exige que haya un porcentaje mínimo anual de reducción de deuda, algo que también forma parte del documento que tienen las capitales, pero sin que los denominados frugales logren una aproximación que les satisfaga. Tampoco ven con buenos ojos que la Comisión Europea tenga todo el poder a la hora de pactar con los estados miembros las sendas de ajuste porque consideran que supone darle demasiado poder discrecional y quieren que haya una supervisión externa. “Confiamos en el médico, pero antes de una cirugía mayor, queremos una segunda opinión”, señalan desde uno de los países que están en esa misma línea.
Holanda, uno de los países generalmente alineados con los frugales, no tiene una oposición frontal respecto a la reducción común de la deuda de forma anual siempre y cuando las “sendas” sean “realistas”, aunque el horizonte temporal sea para cuatro o siete años, como planteaba la propuesta de la Comisión. Lo que ese país no quiere es que haya objetivos inalcanzables (como la reducción de la veinteava parte al año que recoge el actual Pacto de Estabilidad y que se ha incumplido sistemáticamente). Respecto a la inclusión de una 'regla de oro' para dejar fuera del cómputo algunas inversiones, que es lo que defienden Francia o Italia, a priori también se oponen.
Lo que genera mayor consenso, según las fuentes consultadas, es el trato favorable al gasto en Defensa para que su incremento sea un atenuante en el caso de que sea la causa de un procedimiento de déficit excesivo.
“Es muy difícil tener un sistema de reglas fiscales para países distintos”, admitió el pasado miércoles el secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa en funciones, Gonzalo García Andrés: “Alemania defiende unas salvaguardas más reforzadas; Francia o Italia prefieren mantener un enfoque diferenciado por países y basado en riesgos; Italia quiere también que haya un tratamiento favorable para el gasto y que una parte del gasto que se financie con los préstamos de mecanismo de recuperación y resiliencia; mientras que los países del Este están muy sensibilizados con la cuestión del tratamiento favorable para el gasto en defensa”.
Las reuniones técnicas que se han mantenido en las últimas semanas siguiendo el 'camino de Santiago' que los ministros acordaron en el último Ecofin no han dado los suficientes frutos como para que la propuesta sea aceptada en la reunión del próximo martes, según fuentes diplomáticas. Habrá que esperar a noviembre y, si el asunto se enquista, a la cumbre de los líderes en diciembre anulando cualquier posibilidad de que las nuevas normas entren en vigor en enero de 2024.
La carrera por el BEI se empina
Salvo sorpresa de última hora, Calviño tampoco tendrá buenas noticias esta semana respecto a su candidatura para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI). Tras aplazar la decisión a mediados de septiembre porque la vicepresidenta primera 'jugaba en casa' al celebrarse la reunión en Santiago, ninguno de los candidatos tiene la mayoría suficiente para conseguir esa plaza en Luxemburgo y alguno de ellos tendría que retirarse de la carrera; pero eso no ha sucedido.
En el Gobierno español contaban con el respaldo de Alemania después de que el Banco Central Europeo (BCE) eligiera a su candidata para presidir el Mecanismo Único de Supervisión en detrimento de la aspirante española, Margarita Delgado, que había sido la apuesta de la Eurocámara. Sin embargo, el apoyo no se ha producido: Calviño es la candidata favorita para el canciller, Olaf Scholz, que es socialdemócrata; pero los liberales de la coalición -entre ellos el ministro de Finanzas, Christian Lindner- prefieren a la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, que es de su familia política.
Tampoco Francia se ha decantado por ningún candidato, aunque Vestager está haciendo mucha campaña en París, e Italia, que es el otro país fundamental para decantar la balanza, tiene a su propio aspirante y no lo ha retirado. “Hay presidente del BEI hasta el 1 de enero, así que hay tiempo”, señalan fuentes diplomática.
Con esos mimbres, la espera de Calviño, que tiene en la retina la derrota para presidir el Eurogrupo, se alarga más de lo que en el Ministerio de Economía habían pronosticado.