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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La ola de calor y la mayor generación con gas contrarrestan parte del efecto de la solución ibérica para bajar la luz

La ola de calor y la mayor generación con gas están contrarrestando parte del efecto de la solución ibérica para abaratar el recibo de la luz. La medida se estrenó el pasado martes con una caída menor de la esperada por el Gobierno.

Este viernes, en la última jornada de este episodio de calor anómalo para un mes de junio, y con el gas de nuevo disparado, los principales beneficiarios de la excepción ibérica, los usuarios con la tarifa regulada PVPC, van a pagar por la energía 266,38 euros por megavatio hora (MWh), un 2,8% más que el jueves, teniendo en cuenta la compensación que hay que pagar a las centrales de los ciclos combinados por el tope al gas.

La subida se produce después de que el precio del mercado mayorista (sin contar esa compensación) haya repuntado un 4,2%, hasta 177,9 euros /MWh. A esa cifra hay que sumar el pago a los generadores de gas, que se ha situado en 88,48 euros, prácticamente igual que el jueves. Todo ello, en un contexto de fuertes tensiones en los mercados europeos por la fuerte subida del gas. En Francia el precio mayorista eléctrico se va a ir por encima de los 303 euros/MWh, en Alemania superará los 255 euros/MWh y en Italia se situará en 327 euros/MWh.

El Ministerio para la Transición Ecológica defiende que, en ausencia del mecanismo, cuya correcta aplicación está supervisando la CNMC, los precios en España habrían subido hasta el entorno de los 300 €/MWh, “lo que pone de manifiesto su eficacia para reducir el precio de la electricidad, limitar los beneficios extraordinarios de las empresas eléctricas” y funcionar como un “cortafuegos” ante los elevados precios del gas.

En España, los usuarios en PVPC pagarán esos 266 euros en unos días de uso récord de las centrales de ciclo combinado (que queman gas) por la baja producción eólica: el miércoles, la demanda para esas plantas alcanzó los 764 gigavatios hora (GWh), superando el récord de 754 GWh alcanzados el 20 de junio de 2008, según datos de Enagás. La ola de calor provoca un menor rendimiento de las placas fotovoltaicas y la demanda eléctrica va al alza por el mayor uso de equipos de aire acondicionado. A ello se ha sumado una parada por recarga de combustible en la central nuclear de Trillo que se ha demorado más de lo esperado.

En cualquier caso, la clave fundamental de este entorno adverso es el precio del gas y el elevado uso de los ciclos. La cotización de ese combustible está disparada otra vez, tras el anuncio de la rusa Gazprom de reducir el aprovisionamiento un 40% a través del gasoducto a Europa, Nord Stream, y después de la avería en una de las principales plantas de licuefacción de gas natural licuado de Estados Unidos, que se ha convertido en principal proveedor de España.

Así, la referencia del mercado ibérico Mibgas se sitúa para este viernes en 106,94 euros/MWh, un 9,6% más, mientras el TTF europeo se ha disparado este jueves por encima de los 148 euros/MWh, su máximo desde marzo, a los pocos días de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Pese a todos estos elementos adversos, el Gobierno defiende que el mecanismo está “amortiguando el golpe” del alza de los precios de la energía. Y diversos expertos en energía consultados lo corroboran.

El consultor Francisco Valverde, director de Renovables de Menta Energía, cree que la solución ibérica “está funcionando”, aunque pide tiempo para evaluarla y deja claro que ha echado a andar en un contexto más exigente que el que tuvo en cuenta el Gobierno para hacer sus estimaciones de ahorro: con el sistema “al límite”, por la baja aportación de renovables a consecuencia de esta ola de calor, y una cotización del gas “que en tres días se ha puesto insoportable”.

“Todo lo que podía ir mal para que mucha gente dijera que esto es un fracaso ha ido mal”, señala Valverde, que destaca que “no sabremos qué habría pasado” si no se hubiera implantado esta medida. Él tiene claro que “hubiera ido todo mucho peor”. Por eso, pide darle tiempo y “un poco de recorrido”: “Por lo que pasa un día, dos o una semana no se puede juzgar si funciona o no”.

“Los precios están subiendo menos de lo que lo harían sin el mecanismo”, explica Javier Colón, gerente de la consultora Neuro Energía, que añade que con el gas subiendo “a machete” es “complicado que el precio baje”, por el fuerte uso de los ciclos de estos días.

“La semana que viene en principio bajan las temperaturas y se presentarán las cosas mejor”, señala Colón. De cara al invierno, “si el gas se pone en 400 euros/MWh” y hay poca producción de los ciclos (por ejemplo, por una elevada generación eólica), el precio será mucho más bajo que antes de implantarse esta medida. Sin embargo, Colón señala que el diseño finalmente no ha sido el anunciado en un principio. Entre otras cosas, porque el límite aceptado finalmente por Bruselas (48 euros/MWh, de media, durante algo menos de un año) ha sido inferior a los 30 euros que propusieron en principio España y Portugal.

Mientras en algunos sectores ya se han apresurado a tildar de fiasco esta medida sin precedentes, arrancada tras una larga negociación con la Comisión Europea y Portugal y calificada de “histórica” por el Gobierno español, la propia patronal eléctrica aelec, contraria al tope al gas, ha reconocido que espera que los resultados de reducción de coste “sean mayores, una vez terminen estas circunstancias”.

“Muy pronto”

Y este jueves el think tank Fedea ha publicado una nota de su experto Diego Rodríguez, catedrático de la Universidad Complutense y ex consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que señala que “es muy pronto para evaluar una medida diseñada para tener efectos a lo largo de un año basándonos tan solo en una reducción de precios del entorno del 5% o 6%”, como la registrada en el primer día de aplicación.

Pero Rodríguez cree que ya pueden extraerse algunas conclusiones. Por un lado, el impacto inicial “ha sido positivo pero modesto”, algo que atribuye “en parte” a que su estreno “ha coincidido con un momento de alto hueco térmico”, esto es, alta contribución de los ciclos combinados, “junto con un pico de demanda como consecuencia de una temperatura media anormalmente elevada para este momento del año”.

“Ambas circunstancias han llevado a un precio de mercado mayor del esperado y, también, a un recargo mayor del esperado para financiar la subvención al gas. Sin embargo, debe recordarse que las circunstancias de estos días no son extraordinarias, sino muy frecuentes en los meses de julio y agosto, donde precisamente el funcionamiento de centrales térmicas de ciclo combinado y carbón es habitualmente alto”, advierte Rodríguez.

El experto de Fedea, que subraya que esta “subvención” o ayuda al gas “hay que pagarla”, cree que “probablemente” la menor reducción de la factura en su estreno es “un fenómeno circunstancial”. Pero también considera plausible que la previsión de rebaja del precio final que estimó el Gobierno, del 15%-20%, sea “demasiado optimista”.

Entre otras cosas, porque “el aumento de la demanda no solo se produce por las altas temperaturas sino que, también, hay un efecto estructural derivado de la mayor demanda externa que el propio mecanismo induce”. Rodríguez sostiene que el aumento de la demanda ha exigido que entren en funcionamiento los ciclos menos eficientes, “una vía que probablemente ha sido infravalorada” por el Gobierno.

Y “el propio mecanismo de ajuste genera un aumento de la demanda, en este caso de la demanda exterior”, en especial de Francia, “que conduce a un mayor precio” porque implica la entrada en producción “de centrales más ineficientes, esto es, con ofertas de venta más caras”.

Rodríguez cree que “un probable efecto de la medida es que aumente los incentivos para los consumidores domésticos a desplazarse desde el mercado libre hacia el mercado regulado”. Y señala que “cabe esperar que, aunque no se alcance la reducción inicialmente prevista del 15% o 20% de la factura, el mecanismo sí genere reducciones mayores a las observadas inicialmente”. Por último, advierte de que la llamada solución ibérica se va a traducir en más emisiones del sector eléctrico, cuyos resultados, “que ya vienen siendo muy negativos en el transcurso del año, van a empeorar más”.