Orcel, el fichaje frustrado de Ana Botín para Santander que está agitando todo el sector bancario europeo
Andrea Orcel (Roma, 1963) es un nombre conocido dentro de la banca española. No lo es porque tenga un pasado al frente de alguna de las grandes entidades, sino porque protagonizó un sonado fichaje frustrado, después de que Santander lo eligiera para ser el número dos de Ana Botín en 2018 y, solo unos meses después, desistiera de su nombramiento como consejero delegado por el alto coste económico que le iba a suponer.
Seis años después, Orcel acapara titulares por algo muy diferente: porque desde la dirección de Unicredit está agitando todo el sector financiero europeo, con varias ofertas de compra al mismo tiempo que pueden convertir al banco italiano en una de las mayores entidades financieras de la eurozona.
“La experiencia internacional de Andrea Orcel y su conocimiento estratégico del negocio de banca comercial fortalecen al equipo del banco y nos ayudarán a continuar ejecutando nuestra estrategia”, loaba Santander al banquero romano en septiembre de 2018, cuando anunció un fichaje donde valoraba cómo el italiano conocía “a fondo el negocio de la banca comercial”, así como su “amplia experiencia en gestión de equipos, en organizaciones más horizontales y colaborativas, tanto en Europa como en América”.
La entidad encabezada por Ana Botín se había fijado en un perfil de financiero curtido en las esferas de la banca de inversión –venía de Bank of America Merrill Lynch y de UBS– y Santander destacaba que ya había colaborado “con el banco en sus decisiones estratégicas desde hace casi dos décadas”. “Entiende y comparte nuestros valores y cultura”, destacó. Sin embargo, esa visión compartida no cuajó, básicamente, por dinero.
Solo cuatro meses de anunciar su fichaje, Santander reculó. El motivo, la suma de dinero que tenía que pagarle para compensar lo que dejaría de ganar en UBS. Era “inaceptable”, justificó el banco gestionado desde la madrileña localidad de Boadilla del Monte. Saltó por los aires el acuerdo y, también, una relación que, según la información publicada por el diario 'Financial Times', se había tejido ya con Emilio Botín.
Al final, el fichaje frustrado de Orcel por el Santander acabó en los tribunales. En un primer momento, un juzgado de Primera Instancia fijó la indemnización para el directivo en 68 millones de euros. Él llegó a pedir 112 millones. Esa suma se redujo en instancias superiores a 43,4 millones e incluyó una compensación por daños morales.
La banca es “demasiado arrogante”
La carrera de Orcel no es que se haya frenado desde entonces. Al contrario, se ha acelerado. Sin embargo, la raíz de los últimos movimientos de Unicredit –la oferta de compra por el alemán Commerzbank y por la italiana Banca Popolare di Milano–, hay que buscarla en su desarrollo académico y profesional. La citada información del 'Financial Times' detalla cómo el romano fue a clase en el exclusivo Liceo Francés Chateaubriand, donde conoció a hijos de aristócratas y diplomáticos. Posteriormentese, se graduó 'summa cum laude' en Economía y Comercio, en la universidad romana de Sapienza –se dice que su tesis versó sobre ofertas de compra hostiles– y aprendió a moverse entre quienes toman las decisiones.
En 2013, cuando llevaba un año en el suizo UBS y la perspectiva de llegar a Santander no estaba ni en el horizonte, Orcel tuvo que declarar ante la comisión del Parlamento británico que investigaba la manipulación de los tipos de interés en los préstamos interbancarios (Libor) por la que UBS recibió una multa de 940 millones de libras (más de 1.100 millones de euros actuales). En ella, calificó a los bancos como “demasiado arrogantes y convencidos de sí mismos”, según detalló The Guardian. “La industria tiene que cambiar”, aseguró en una comisión donde le definieron como “el Ronaldo de la banca”. Poco después se supo que su sueldo en la entidad helvética alcanzaba los 25 millones de francos suizos (casi 27 millones de euros al cambio actual), una cifra que algunos políticos de ese país calificaron como “escandalosa” cuando aún no habían pasado ni cinco años desde la gran crisis financiera.
Tras su malograda contratación con el banco español realizó una entrevista al mismo medio británico, considerado el la biblia periodística de la City londinense. En un “español fluido”, detalló su decepción por no llegar a la cúpula de la entidad española, cuando ya tenía colegio en Madrid para su hija y estaba a un paso de comprarse una casa. También, ahondó en su relación con Botín padre. “Tuve una relación especial con Emilio. Creo que me enseñó muchas cosas. Entendió que, al confiar en mí, el nivel de presión que sentiría para no fallar, para hacer lo mejor que pudiera, era enorme. Tuve la suerte de no fallarle nunca”.
Años después y ya en Unicredit, aseguró a la agencia estadounidense Bloomberg que cuando se está en la alta dirección de un banco “no todo el mundo está de acuerdo contigo todo el tiempo”. “La vida es demasiado corta para estar en una organización donde no te sientes acompañando o estás perdiendo o estás llamado al fracaso”, afirmó.
Choque con los gobiernos de Alemania e Italia
A día de hoy, como consejero delegado de Unicredit, Orcel ha agitado las aguas de una banca europea donde todos se miran de reojo. Por un lado, porque ha ido comprando acciones del banco alemán Commerzbank, hasta llegar al 21% y con la intención de alcanzar el 29,9%. Por otro, porque esta semana ha lanzado una oferta de compra por la Banca Popolare di Milano, con la meta de consolidar la tercera mayor entidad de Italia.
Esos dos movimientos tienen lazos en común. Por un lado, tanto Commerzbank como BPM son dos bancos rescatados, donde los Estados alemán e italiano tuvieron que desembarcar en el accionariado para que no cayesen. Por otro, porque los gobiernos de ambos países han mostrado sus reticencias a dos operaciones de compra que no ven con buenos ojos. En el caso alemán, porque el control de una de sus mayores entidades volaría a Italia. Y en el de Giorgia Meloni, porque su plan pasaba por la unión de BPM con Monte dei Paschi di Siena, también rescatada.
Sin embargo, Andrea Orcel ha mirado más arriba, a Bruselas y al Banco Central Europeo. Ambas instituciones llevan años abogando por un sector bancario más fuerte, capaz de competir con las entidades de Estados Unidos. Y es lo que defiende el banquero romano. “En consonancia con el reciente informe de la Comisión Europea, Unicredit comparte la convicción de que una unión bancaria fuerte en Europa es fundamental para el éxito económico del continente y, a través de él, para la prosperidad de cada una de sus naciones. Garantizar el crecimiento y la competitividad en el sector bancario alemán es fundamental tanto para la economía alemana como para Europa en su conjunto”, justificó el banco italiano al argumentar su desembarco en Commerzbank.
En 2023, Unicredit ganó más de 8.600 millones de euros –un 54% más que en el año anterior– gracias al despegue de los tipos de interés. Una cifra que fue toda a dividendo. Ahora, con la política monetaria a la baja, quiere crecer con compras y acelerar esa consolidación.
“Europa necesita bancos más fuertes y más grandes para ayudar a desarrollar su economía”, afirma Orcel en la propuesta de compra de BPM, emulando los mensajes que lanza el BCE. “Gracias al trabajo realizado durante los últimos tres años”, el tiempo que lleva en el banco italiano, “Unicredit ahora está bien posicionada para responder a ese desafío”.
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