Las grandes multinacionacionales tecnológicas han anunciado inversiones milmillonarias en España en las últimas semanas. Amazon, Microsoft, Goolge y Meta (antes Facebook) abordan proyectos en diferentes regiones de nuestro país relacionados con el almacenamiento o la inteligencia artificial. Estas noticias son muy simbólicas por varias razones. Primero, los protagonistas pertenecen a la 'realeza' de la economía empresarial mundial. Segundo, aportan optimismo sobre la pata del crecimiento que no ha llegado todavía a despertar desde el shock de la COVID, la inversión. Y tercero, precisamente, demuestran que los factores que la hundieron en 2020 y que la han frenado desde entonces se han diluido o se van a ir diluyendo.
Los expertos coinciden en que la inversión es clave para garantizar el dinamismo de la actividad en el futuro. Es decir, para garantizar que se seguirán creando puestos de trabajo y se continuará creciendo en general. Por eso, su total reactivación es una prioridad para el Gobierno de coalición y para el resto de agentes económicos, y el despliegue del Plan de Recuperación, financiado con fondos europeos, es el mejor ejemplo.
Con esta mismo vocación, este miércoles, el Banco de España ha publicado un informe que analiza en detalle “la inversión empresarial desde el inicio de la pandemia”. Los economistas de la institución observan que la inversión “ha experimentado una notable debilidad en los últimos años y aún permanece por debajo de los niveles registrados antes del estallido de la pandemia de COVID-19”.
“A esta debilidad habrían contribuido, entre otros factores, el estallido de la pandemia de COVID-19, la aparición puntual de algunos cuellos de botella en las cadenas globales de suministros, la crisis energética y el repunte de los costes de producción, la elevada incertidumbre sobre las condiciones económicas y el aumento de los tipos de interés de los últimos años”, enumeran Miguel Ángel González-Simón, Carmen Martínez-Carrascal y Blanca Jiménez-García, los economistas del Banco de España que firman el informe.
El análisis está realizado con la Central de Balances Integrada (CBI), que recoge “información exhaustiva sobre los estados financieros y las cuentas de pérdidas y ganancias de una media de casi 800.000 empresas no financieras españolas para cada ejercicio hasta el año 2022, incluido”. Además, se aclara que “el análisis se centra en los activos tangibles, es decir, bienes de equipo y construcciones, que suponen el grueso de la inversión total del sector empresarial y para los que es más sencillo aproximar el valor de mercado a partir del valor contable disponible en los balances de las empresas”.
Esta profundidad de los datos permite que el informe haga una comparación entre el shock de 2020 y estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008. “Las diversas medidas de política económica desplegadas durante la pandemia habrían desempeñado un papel importante a la hora de explicar la menor incidencia sobre las decisiones de inversión de las empresas que tuvieron sus condicionantes financieros, en comparación con la crisis financiera global”, apunta.
Esa 'protección' pública de los negocios de las empresas [con la financio de los ERTE, los avales del ICO o el propio Plan de Recuperación como principales paradigmas] es una de las razones que favorecen las expectativas de un aumento de la inversión empresarial en los próximos años. Y la buena noticia es que una parte de los factores que la han condicionado en los últimos años han mejorando o, al menos, se deberían ir matizando.
Entre los primeros, los cuellos de botella que pusieron en jaque el comercio mundial y empujaron la crisis de inflación han ido despareciendo. Del mismo modo, la crisis energética que se inició en 2021 y que exacerbó la invasión rusa de Ucrania parece ya un mal recuerdo. Las incertidumbres son también menores en general, pese a que el genocidio de Israel en Gaza, la guerra en Ucrania, las elecciones de Estados Unidos, el riesgo de un nuevo conflicto comercial con China o la amenaza de un gran avance de la extrema derechas en los comicios europeos del 9 de junio son grandes fuentes de dudas para la economía.
Otro factor que debería mejorar para las empresas es el endurecimiento de las condiciones de financiación, que en la eurozona empezará a relajarse desde este 6 de junio, cuando se espera que el Banco Centra Europeo (BCE) decida bajar los tipos de interés oficiales, poniendo punto y final al ciclo de austeridad monetaria que arrancó en julio de 2022 para luchar contra la inflación.
“En 2020 se produjo una caída significativa tanto de la proporción de empresas con flujos de inversión positivos —el margen extensivo— como de la cuantía media invertida entre las empresas que invierten —el margen intensivo—. De hecho, en este grupo, la empresa mediana pasó a invertir en 2020 una cuantía bruta insuficiente para cubrir la depreciación del capital previamente instalado, de forma que su inversión neta fue negativa. A partir de entonces se ha observado una recuperación incompleta de la inversión, de tal manera que, en 2022, aún no se habían recuperado los registros previos a la pandemia ni en el margen extensivo ni en el intensivo”, explica el informe.
“Una característica determinante del retroceso de la inversión empresarial desde el inicio de la pandemia ha sido el sector en el que operan las empresas . En 2020, la tasa media de inversión de las empresas españolas (esto es, la ratio entre la inversión en activos fijos materiales e inmobiliarios y el stock de este tipo de capital al inicio de cada período) descendió de forma especialmente intensa en aquellas ramas de actividad cuyas ventas se vieron más afectadas por la crisis sanitaria —las que requieren un mayor contacto social, como la hostelería, el transporte o los servicios de ocio—”, continúan los expertos del Banco de España.
“Sin embargo, estas diferencias entre sectores en las brechas de las tasas de inversión respecto a las previas a la crisis sanitaria tendieron a diluirse a partir de 2021, de forma que, en 2022, los sectores más afectados por la pandemia dejaron de presentar las mayores brechas con respecto a los niveles registrados en 2019. Así, las tasas medias de inversión se mantenían por debajo de los niveles de 2019 en prácticamente todas las ramas de actividad y destacan las brechas observadas en las ramas de agricultura, construcción y actividades inmobiliarias”, añaden.