La cacareada recuperación no llega a los hogares. Al menos, no a todos por igual. En 2014, la población en riesgo de pobreza creció por quinto año consecutivo y alcanza ya al 29,2% de los hogares, según los datos del Instituto Nacional de Estadística publicados este martes. Es, además, la subida interanual más fuerte que se ha producido durante la crisis, después de la subida que tuvo lugar entre los años 2009 y 2010.
Esta cifra, el 29,2% de los hogares, procede de un indicador llamado Arope que combina tres factores: el riesgo de pobreza, la carencia material y la baja intensidad en el empleo (es decir, la precariedad o el subempleo). Los tres indicadores han aumentado su incidencia durante 2014: hay más personas en riesgo de pobreza, hay más población que sufre una grave carencia material y hay más hogares en los que sus miembros en edad de trabajar lo hicieron apenas unas horas.
El aumento del riesgo de pobreza está relacionado con la caída de los ingresos medios de los hogares. En 2013 (el resultado de 2014 se obtiene con los ingresos del año anterior), el ingreso medio anual neto por hogar fue de 26.154 euros, un 2,3% menos que en 2012. Es el quinto año consecutivo en el que las rentas de los hogares se empequeñecen.
El efecto de esta bajada incesante de los ingresos es un empobrecimiento general de la población. El porcentaje de población por debajo del umbral del riesgo de pobreza se sitúa en el 22,2%, casi dos puntos más que en 2013. Es uno de los elementos que tiene en cuenta la tasa Arope y que mide cuántas personas tienen ingresos bajos en relación a la media.
Otro de los factores que influyen en la Arope es la privación material severa, que alcanza al 7,1% de la población, casi un punto más que en 2013 y 2,2 puntos más que en 2010. ¿Qué hay detrás de este concepto? Hogares que no pueden permitirse al menos cuatro de estas cosas: ir de vacaciones al menos una semana al año, una comida de carne o pescado cada dos días como mínimo, mantener la vivienda a una temperatura adecuada, afrontar gastos imprevistos, disponer de un automóvil, de un teléfono, de un televisor, de una lavadora o ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal.
Con dificultad para llegar a fin de mes
La Encuesta de Condiciones de Vida del INE (que se llevó a cabo en la primavera de 2014) mostró que el 16,1% de los hogares llega a final de mes con “mucha dificultad”. Es un porcentaje algo inferior que el del año anterior, cuando eran el 16,9%. Crece, sin embargo, el número de hogares con dificultad para sobrellevar el fin del mes: son el 21,2%, cuando en 2013 eran el 19,8%.
El 42,4% de los hogares no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos, frente al 41% del año anterior. El 10,2% acumulaba retrasos en los pagos relacionados con su vivienda principal, como la hipoteca o el alquiler, los recibos del gas o la electricidad o la comunidad. En 2013, ese porcentaje era casi un punto superior.