El sector del reparto de comida a domicilio en España se encuentra en plena ebullición después de que Ubereats haya apostado por una agresiva campaña de descuentos para ganar cuota de mercado, estrategia que es contraria a los llamamientos del resto del ramo a comenzar a preocuparse desde ya por ser rentables.
Los datos que manejan las autoridades de Competencia reflejan cambios significativos en los últimos años, ya que Glovo ha comido mucho terreno en volumen de ingresos a Just Eat -el primero en llegar-, mientras Deliveroo les sigue por detrás y Ubereats pelea por escapar del farolillo rojo.
Concretamente, el informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) -correspondiente a los ejercicios 2016, 2017 y 2018 y que por motivos de confidencialidad no da porcentajes exactos- revela que Just Eat contaba a cierre del último ejercicio con una cuota que oscilaba entre el 20 y el 30 % por facturación, por debajo del 30-40 % que otorga a Glovo.
Sin embargo, con la compra en septiembre de la firma canaria de reparto Canary Flash, Just Eat se coloca en el mismo escalón que su rival.
El dato contrasta con el 70-80 % con el que contaba Just Eat en 2016 y el 50-60 % de un año más tarde, y refleja también que el tique medio de sus pedidos es inferior al de otros de sus competidores.
La española Glovo, por el contrario, ha crecido año tras año, mientras que Deliveroo mejora en ingresos pero más lentamente, según las estadísticas de la CNMC, ya que en 2016 y 2017 se mantuvo entre el 10 y el 20 % de cuota, porcentaje que ahora ha situado en el siguiente escalón, entre el 20 y el 30 %.
Ubereats, por su parte, afronta la desventaja de haber llegado más tarde que sus rivales y por el momento continúa por debajo del 10 % de cuota.
Las cifras cambian si se atiende al número de pedidos, categoría en la que Just Eat sigue líder con más de la mitad de todos los envíos, frente al 30-40 % de Glovo; en contraste, tanto Deliveroo como Ubereats se situaban a cierre de 2018 por debajo del 10 %.
Pese a que el negocio ha crecido a doble dígito en este período y el número de operadores en España es limitado, los balances económicos de las compañías reflejan la dificultad que supone registrar beneficios con su actividad, al menos de momento.
La falta de rentabilidad, de hecho, supone una amenaza para el futuro a corto y medio plazo del sector en España, según recoge un estudio divulgado en noviembre en el foro Eat2Go; operadores como Just Eat y Deliveroo ya critican públicamente la política de descuentos y abogan por dar valor al servicio para que el cliente acepte pagar por él.
Construidas todas ellas bajo el modelo de empresa emergente o “startup”, las compañías han ido acudiendo a sucesivas rondas (millonarias) de financiación, un escenario cuyo fin ya se vislumbra desde el sector, de ahí que se especule con más movimientos de concentración.
En este contexto, Ubereats ha provocado recelos entre sus rivales con la puesta en marcha desde hace semanas de un descuento del 75 % para quienes realicen su primer pedido con la aplicación, lo que según fuentes del sector implica asumir fuertes pérdidas.
“España es un país estratégico, el sector ha vivido una fase de eclosión pero aún falta mucho por crecer. Ubereats está aún en expansión, ya operamos en 52 ciudades y las últimas veinte han sido lanzadas en los últimos meses”, explica en declaraciones a Efe un portavoz de la firma.
La competencia entre operadores es máxima no sólo para captar clientes, sino también repartidores dispuestos a entregar su comida en hora punta, cuando se acumulan los pedidos.
“Nos dan un bonus cuando repartimos más de seis pedidos entre las 8 y las 11 de la noche”, revela un repartidor que trabaja para Ubereats.
A las dificultades para empezar a dar beneficios se suma la polémica en España sobre la vinculación laboral con los repartidores o “riders”, que tras los expedientes abiertos por la Inspección de Trabajo -que los considera “falsos autónomos”- comienzan a llegar a los tribunales.
Óscar Tomasi