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Razones del rechazo unánime de los agentes sociales al contrato único

En plena confrontación social, el contrato único ha sido una de las únicas propuestas capaces de poner de acuerdo en algo a Gobierno, patronal y sindicatos. Aunque el rechazo es generalizado, las razones que esgrimen unos y otro son diversas y motivadas por una multiplicidad de causas. Estas son las principales:

CEOE

La confederación de empresarios nunca ha defendido en una mesa seria de negociación la posibilidad de implantar un contrato único. Cabe recordar que el anterior presidente, Gerardo Díaz Ferrán, era empresario del sector turístico, uno de los que más defienden el uso de contratos temporales. Su familiar, mano derecha y vicepresidente de la patronal, Arturo Fernández, representa a la hostelería, otro de los colectivos más reacios a prescindir de los temporales.

El auténtico caballo de batalla de los empresarios siempre ha sido conseguir una rebaja de cotizaciones. La dificultad para materializar esta posibilidad ha llevado a que el Gobierno aplaque las demandas patronales con otro tipo de mejoras. Otra de las principales peticiones empresariales era la de de reducir el coste del despido, objetivo al que se orientó la primera reforma laboral socialista y se profundizó en la de Mariano Rajoy.

Pero el meollo de las relaciones laborales entre patronal y sindicatos radica ahora mismo en la capacidad de negociación en los convenios colectivos. La posibilidad de que el empresario la cambie de forma unilateral alegando causas económicas ha sido el auténtico triunfo en la reforma del Partido Popular.

En cualquier caso, la patronal prefiere continuar utilizando contratos temporales de usar y tirar, extremadamente baratos y faltos de compromiso y control, sobre todo en las grandes cadenas de prestación de servicios. Un contrato único de indemnización creciente pondría coto a muchas prácticas que se llevan a cabo ahora mismo, como el encadenamiento de temporales sin indemnización por despido. Además, la reforma laboral creó un modelo de contrato barato de verdad, el de emprendedores, que posibilita extender el periodo de prueba hasta un año sin ningún tipo de indemnización por despido.

SINDICATOS

Los sindicatos defienden que para reducir la temporalidad no es necesario eliminar el contrato indefinido, tal y como se le conoce ahora. Aunque en las sucesivas fases del diálogo social han apostado por que se reduzca la temporalidad, nunca han abogado porque este tipo de contrato se elimine del todo, sino que se utilice con criterio.

Las organizaciones de trabajadores creen que habría que luchar contra las irregularidades en la contratación de temporales, en especial en sectores sensibles, como la construcción. Pero creen que el contrato único solo serviría para rebajar la actual protección de los indefinidos, con el consiguiente trasvase de empleados con contrato indefinido “antiguo” al nuevo “único”.

GOBIERNO

Con la patronal y los sindicatos en contra, sería un desafío total que el Gobierno tratara de apoyar un contrato que no aplicarían con gusto los principales actores del mercado de trabajo. Así, la ministra ha apelado en diversas ocasiones a la “inconstitucionalidad” de la propuesta, La ministra de Empleo, Fátima Báñez, aclaró hace ya más de un año en el Congreso que la aplicación del contrato único descausalizado, es decir, sin que medie razón para despedir, no está ajustada a nuestra Constitución.

Sin embargo, el Ejecutivo ha orientado la reforma laboral de forma que los contratos indefinidos tienen una indemnización más próxima a 20 días por año trabajado, mientras que los temporales alcanzarán los 12 días por año trabajado de indemnización. Teóricamente, esto rebajaría mucho los incentivos de los empresarios para tirar de los temporales de forma indiscriminada, ya que el diferencial del coste del despido no sería un factor determinante.

A FAVOR

Con los agentes sociales y el Gobierno en contra... ¿quién está a favor? Los primeros que llevaron al primer plano el debate sobre la necesidad de un contrato único fue el laboratorio de ideas de Fedea, que elaboró el conocido como Manifiesto de los Cien. UPyD ha sido la fuerza política que con más decisión ha apoyado la propuesta.

Fuera de España, los organismos internacionales agrupados en la troika ven con buenos ojos la implantación de este contrato, que en alguno de sus modelos llevaría consigo comprometida una mayor formación del empleado. También se ha barajado crear un modelo similar al austriaco, en el cual el trabajador porta en una suerte de mochila imaginaria su vida laboral, con el fin de no frenar la movilidad de un trabajo a otro por el miedo a perder los derechos conseguidos en los años de experiencia.