El recibo de la luz de los consumidores domésticos está a punto de encadenar seis meses al alza y apunta a nuevas subidas, según coinciden varios expertos del sector. En octubre, la factura media va a experimentar un fuerte repunte con respecto a septiembre hasta situarse por encima los 70 euros mensuales, que es el precio más alto en lo que va de año. Varios elementos presionan a favor de más subidas.
Este miércoles, se conocía que el Tribunal Supremo acaba de anular el régimen de financiación del bono social de la luz (descuentos en la tarifa regulada para determinados colectivos) y ha reconocido el derecho de las empresas a ser indemnizadas.
El Supremo estima que las empresas no deben ser las encargadas de financiar este mecanismo, como viene ocurriendo desde 2014. El coste del bono social ronda los 200 millones de euros al año, con lo que la indemnización podría rondar los 400 millones que podrían cargarse a los peajes, la parte regulada del recibo.
De momento, y sin tener esa circunstancia, el recibo apunta en octubre a una factura media por encima de los 70 euros. El cálculo está realizado a partir del consumo de un usuario tipo como el que utiliza el Ministerio de Industria en sus estimaciones, con una potencia contratada de 4,4 kilovatios (kW) y una demanda anual de 3.900 kilovatios hora (kWh), propia de una familia con dos hijos. Los datos proceden del simulador de factura de la luz de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
Esos más de 70 euros mensuales implicarán que, con respecto a abril, el recibo medio de los hogares se habrá encarecido más del 20%. A 27 de octubre, la tarifa media mensual ya es ligeramente superior a la del mismo periodo de 2015, aunque en el acumulado de los diez primeros meses del año es todavía un 14% inferior en términos interanuales, al situarse en unos 630 euros.
El recibo comenzó a repuntar el pasado mes de mayo. El fin de la temporada de lluvias dio a las empresas con más capacidad hidroeléctrica instalada mayor margen para gestionar su producción en función de los precios del mercado, y esto explicaría las subidas recogidas en el recibo hasta septiembre.
En las últimas dos semanas, a ese componente estacional (cuando no sobran el agua ni el viento, el mercado mayorista de electricidad se encarece) se ha sumado un imprevisto en Francia, donde el regulador atómico tiene paralizadas 16 centrales nucleares para tareas de mantenimiento por posibles anomalías.
Como resume el empresario y experto en energía Jorge Morales de Labra, en España “cuando cambia una pequeña condición, se disparan los precios”, por tratarse de un mercado marginalista, en el que la última central que cubre la demanda marca el precio que cobran todas las tecnologías.
Máximos desde diciembre
Esa indisponibilidad en Francia ha roto el precario equilibrio de los precios a ambos lados de los Pirineos. Si allí se han disparado este mes por encima de los 80 euros por megavatio hora (MWh), en España han superado esta semana los 60 euros MWh por primera vez desde mediados de diciembre, según datos del operador del mercado, OMIE.
Entre inspecciones y paradas ya programadas, Francia, tradicional potencia nuclear (el año pasado esta fuente cubrió el 76,3% de su demanda eléctrica), se ha quedado con 21 de sus 58 reactores parados. Y esto ha afectado “mucho” a los precios en España, señala Ignacio Soneira, director general de Axpo Iberia.
Para sustituir sus nucleares paradas, Francia ha tenido que recurrir a sus centrales de gas, carbón y fuel, lo que ha elevado sus precios. Además, como ese parque se queda corto para cubrir la demanda (las tecnologías de origen fósil suman en Francia unos 22.500 MW, frente a los más de 41.000 MW que tiene España), Francia ha pasado de vender electricidad a España a comprársela, aprovechando al refuerzo de las interconexiones entre ambos países, que permite intercambiar hasta 3.000 MW a través de los Pirineos.
Con ello, la presión alcista sobre los precios se ha trasladado a España. La demanda extra procedente de Francia se ha cubierto aquí fundamentalmente con gas natural (que España paga un 20% más caro que otros países europeos, según los precios de las últimas subastas que se han conocido) y con carbón, un combustible que “se ha encarecido hasta más de 80 dólares la tonelada, algo que no veíamos en muchos años”, señala Soneira.
Todo apunta a que la presión alcista sobre los precios continuará. Para el director general de Axpo, “no hay perspectivas de que esto cambie salvo que venga un trimestre muy lluvioso”.
Morales de Labra da por seguro que los precios seguirán subiendo aunque cree que el alza se “contendrá” si en enero el nuevo Gobierno mantiene congelados los peajes: la parte regulada del recibo, que supone en torno a la mitad del total y que sufraga los costes de la distribución, el transporte, los incentivos a las renovables, las compensaciones a los sistemas extrapeninsulares y la amortización del déficit tarifario, entre otras partidas. La reciente sentencia del Supremo puede dificultar esa congelación.