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Una relajación de la regulación facilitó la caída del Silicon Valley Bank

Diego Larrouy

13 de marzo de 2023 22:30 h

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La gripe de un banco en California ha provocado el fuerte estornudo de la toda la banca occidental. La caída a los infiernos del Silicon Valley Bank (SVB) ha generado este lunes un terremoto en todos los mercados bancarios, incluido el español, constatando los estrechos vínculos de todo el sistema financiero. El caso ha provocado dudas sobre la eficacia de la supervisión en EEUU y apuntan a la desregulación del sector aprobada en los últimos años y que aliviaba las exigencias de control sobre bancos medianos como es el caso del SVB o Signature Bank, las dos entidades que han tenido que ser intervenidas.

La caída del SVB ha sido la mayor registrada por un banco estadounidense desde 2008 y el recuerdo de muchos se ha dirigido a aquella fecha fatídica en la que la caída de una entidad, Lehman Brothers, arrastró consigo a todo el sistema bancario en EEUU y en Europa, especialmente en países como España o Italia. Las primeras respuestas de las autoridades han sido separar este caso de aquel, si bien los analistas se hacen preguntas sobre el papel de los supervisores y la falta de detección temprana.

La crisis provocó cambios en la regulación del sistema bancario, tanto en Europa como en EEUU, que elevaron las exigencias y los controles sobre los bancos. El objetivo era poder predecir la resistencia de las entidades bancarias ante las turbulencias en la economía. Sin embargo, las autoridades estadounidenses relajaron la regulación una década después del colapso del sistema y facilitaron que grupos como SVB esquivaran las mayores exigencias de la ley.

En Estados Unidos todas las miradas apuntan a la reforma de la ley Dodd-Frank de 2018. En 2010, bajo la Administración Obama (2009-2017) se incrementaron los controles sobre el sistema bancario tras haber tenido que intervenir el sector con miles de millones de dólares públicos tras el colapso del sistema financiero. Sin embargo, durante los años de Gobierno de Donald Trump (2017-2021) se instaló la idea de que los bancos medianos tenían que tener un alivio regulatorio para poder crecer. Fue entonces cuando se cambió la citada norma.

A grandes rasgos, la primera desregulación del sector tras la crisis de 2008 estableció un nuevo listón para que una entidad fuese considerada “sistémica”. Es decir, un banco cuyos problemas se puedan convertir en contratiempos para el sector y, por tanto, requiere un mayor escrutinio regulatorio. Hasta entonces, ese listón se situaba en los 50.000 millones de dólares, cifra que se elevó hasta los 250.000 millones de dólares. SVB pasó de ser una entidad sistémica, a no serlo.

Tres años antes de la reforma, en 2015, el propio banco había hecho lobby a favor de la reforma para aliviar sus obligaciones regulatorias. Silicon Valley Bank, con su consejero delegado Greg Becker a la cabeza, gastó medio millón de dólares en una campaña ante las instituciones estadounidenses para solicitar una relajación de la ley. “Sin tales cambios, SVB probablemente necesitará desviar recursos significativos de la provisión de financiamiento a empresas creadoras de empleo en la economía de la innovación para cumplir con estándares prudenciales mejorados y otros requisitos”, llegó a defender en el Senado. “Dado el bajo perfil de riesgo de nuestras actividades y modelo de negocio, tal resultado sofocaría nuestra capacidad de otorgar crédito a nuestros clientes sin ninguna reducción correspondiente significativa en el riesgo”.

El propio presidente de EEUU, Joe Biden, lamentó aquella reforma en su breve intervención de este lunes para calmar a los mercados sobre la estabilidad del sistema bancario. “Durante la administración de Obama-Biden establecimos requisitos estrictos para los bancos, como Silicon Valley Bank y Signature Bank, incluida la ley Dodd-Frank para asegurarnos de que la crisis que vimos en 2008 no volviera a ocurrir”, señaló el presidente de los EEUU. “Desafortunadamente, la última Administración eliminó algunos de estos requisitos y voy a pedirle al Congreso y a los reguladores bancarios que refuercen las reglas de los bancos para que sea menos probable este tipo de quiebra”.

Otros políticos demócratas, como los senadores Elisabeth Warren o Bernie Sanders, ambos del ala más progresista del partido, pusieron también el foco en esta misma ley. “Seamos claros. La quiebra de Silicon Valley Bank es el resultado directo de un absurdo proyecto de ley de desregulación bancaria de 2018 firmado por Donald Trump al que me opuse firmemente”, señaló Sanders en un comunicado.

Señaló la regulación como un “riesgo”

El banco contaba a finales de 2022 con unos 220.000 millones de dólares en activos, lo que lo situaba por debajo del listón para ser considerado un grupo sistémico. Por ponerlo en contexto: es un tamaño similar al de Banco Sabadell. En apenas dos años, el grupo ha duplicado sus activos al calor del aumento del sector de las start ups en el que centró su actividad. El propio banco señalaba hace tres semanas en su informe anual que entre sus “riesgos” de negocio un aumento de su tamaño le llevaría a tener que afrontar “regulaciones incluso más duras”.

Sin embargo, analistas citados por medios especializados como Financial Times o Bloomberg apuntaron este lunes que, con la regulación actual, los supervisores no detectaron “banderas rojas” que podrían haber elevado la preocupación sobre el SVB. Así, apuntan a aspectos como el fuerte y rápido crecimiento que tuvo en pocos años o el hecho de que el 95% de los depósitos en su balance no estuvieran cubiertos por los seguros que protegen los depósitos de sus clientes. Por ello, consideran estos analistas que el caso supone un “ojo morado” para los supervisores.

Otras entidades afectadas

El caso del SVB ha tenido un efecto rápido sobre otros bancos estadounidense de tamaño mediano y que, por tanto, escapan de la regulación más avanzada. Tras su colapso, las autoridades estadounidenses tomaron también el control de Signature Bank y establecieron un sistema de préstamos para entidades similares que pudieran necesitar liquidez ante las peticiones de retirada de depósitos de sus clientes. Además, han quedado señalados otros bancos repartidos por todo el país. Es el caso de First Republic, Western Alliance, Metropolitan Bank o Customer Bancorp, todos ellos con pérdidas en Bolsa que superaron el 60%.

Más allá del contagio sobre otros bancos similares al SVB, el colapso de esta entidad ha vuelto a hacer patente la fuerte interconexión del sector bancario, incluso cuando no hay una exposición directa. La banca europea ha experimentado este lunes un fuerte correctivo en Bolsa, con caídas que superaron el 11% entre bancos españoles como el Sabadell. El colapso de un banco en California ha generado un quebradero de cabeza en todo el mundo. Al menos, bursátil, ya que los organismos y los bancos de inversión como Goldman Sachs han descartado un efecto contagio sobre la sostenibilidad de los bancos europeos.

El problema de unirse a la 'banca en la sombra'

Pero no solo se ha constatado que toda la banca está interconectada. El caso del SVB ha vuelto a poner de relieve los graves riesgos que supone para el sistema bancario regulado su relación con la conocida como 'banca en la sombra'. Este concepto, que ganó relevancia tras la crisis de 2008 hace referencia a los fondos de inversión, el capital riesgo o los fondos de pensiones. Se trata de una actividad que tiene una regulación mucho más relajada y que ya supone cerca del 50% del sector financiero mundial. Los supervisores llevan tiempo advirtiendo de esta interrelación.

Uno de los últimos ejemplos fue hace unos días, cuando colapsó el Silvergate Bank, considerado como el banco de las criptomonedas. Su fuerte vinculación con un sector financiero desregulado como es el de los criptoactivos llevó a su liquidación después de que los graves problemas que ha tenido esta industria en los últimos meses provocara una huida de clientes que apenas pudo cubrir. Ahora, a Silvergate se une SVB.

El SVB era considerado el banco de las start ups y buena parte de su crecimiento en los últimos años está ligado al fuerte aumento de la financiación que este tipo de empresas han tenido de fondos de capital riesgo o de modelos de inversión controvertidos como las SPAC. Estos inversores han crecido al calor de los bajos tipos de interés. SVB tenía cada vez más depósitos pero no tenía clientes a quienes prestar ese dinero porque otros inversores lo hacían con lo que invertían en bonos a medio y largo plazo. Pero aquel momento pasó tras el cambio de la política monetaria y las subidas de tipos. “Es una alarmante llamada de atención para los reguladores”, aseguraba este lunes la agencia Bloomberg.

El colapso de SVB se debe en buena parte a su modelo comercial, muy vinculado a los tipos de interés bajos pero problemático cuando estos subían. Sin embargo, la puntilla se la dieron los fondos de capital riesgo. De forma más o menos abierta, estos fondos, accionistas de las empresas clientes de SVB, provocaron la huida de compañías que reclamaron sus depósitos de forma acelerada en los días previos a su caída. “Mi trabajo no es asegurar que SVB siga siendo solvente, no se trata de causar una huida en el banco, pero no quieres ser el último en sostener la bolsa”, aseguró el responsable de uno de estos fondos en declaraciones recogidas por el Financial Times. El resultado: la Reserva Federal de EEUU (FED, por sus siglas en inglés) y el fondo que protege los depósitos tuvieron que intervenir a finales de la pasada semana.

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