ENTREVISTA
Ex presidente de Bankia y ex vicepresidente del Gobierno
Rodrigo Rato: “Fue un error volver a utilizar las tarjetas en Bankia, pero fueron 12.000 euros, no fue una locura”
“He sido una figura pública privilegiada. No tendría que haberme encontrado con el problema de si en mi declaración de la renta del año 2010 se tenía o no en cuenta mi tarjeta. Son errores de juicio que he cometido. Es el motivo por el que pedí perdón”, explica el exvicepresidente del Gobierno que presenta su libro de memorias
Ha estado en el cielo y en el infierno. Ahora en el limbo de la jubilación, tras haberlo sido casi todo en el mundo político y económico -vicepresidente económico con José María Aznar, director gerente del FMI y presidente de Caja Madrid y de Bankia-, Rodrigo Rato (Madrid. 1949) vuelve con un libro, que ha escrito junto a su pareja, la periodista de El País Alicia González, para contar su visión personal de los años de agonía que sufrió España con la crisis financiera, 'Hasta aquí hemos llegado' (Editorial Península). Rato no duda en ajustar algunas cuentas con sus antiguos compañeros de Gobierno, especialmente con el que fuera ministro de Economía, Luis de Guindos, al que señala como el instigador de su defenestración para “poder pedir un rescate bancario porque España no tenía dinero en el invierno-primavera del 2012” y “el rescate tipo Grecia era inviable por el tamaño de la economía española”.
Tras pasar 23 meses en la cárcel por la condena por apropiación indebida de cuatro años y medio por el caso de las tarjetas black, que destapó elDiario.es, Rato admite que “fue un error”, pero recalca que le duele que no le aplicaran el atenuante a su pena por haber devuelto el dinero. Al final, está convencido de que su condena era una forma de cerrar ante la opinión pública la crisis: “La foto de mi entrada en la cárcel era el colofón necesario de este escándalo. Si yo no entraba en la cárcel, habida cuenta de la tragedia de Miguel Blesa, aquí no había foto. Estas cosas mediáticas necesitan una foto”. Todavía está pendiente de otro juicio por supuestos cobros indebidos de dos agencias de publicidad.
Lo primero, le quiero agradecer la entrevista, sinceramente no creía que nos la fuera a dar, elDiario.es fue el medio que publicó la existencia de las tarjetas black de Caja Madrid en diciembre de 2013, con la investigación de los correos del que fuera presidente de Caja Madrid Miguel Blesa. Tras la revelación de este medio, la dirección de la nueva Bankia encargó una auditoría interna y el Frob la puso a disposición de la Fiscalía Anticorrupción.
No es culpa de ustedes, es culpa del que filtró los correos de Miguel Blesa. Yo supongo quién fue. Es una enfermedad que tiene nuestro sistema de protección de datos: se filtran documentos confidenciales que están en procedimientos judiciales. Aunque también es la culpa del que escribió black, porque si hay algo que no es black es una tarjeta de crédito. La prueba es que se sabía cuándo y en qué habíamos gastado el dinero. Alguien hizo la gracieta con la filtración y se nos cayó el pelo.
¿Quién cree usted que hizo la filtración?
No me voy a meter... Tengo pocas ganas de nuevos problemas.
¿Entiende que haya dudas de que al hombre al que se le atribuye el milagro económico español de la era Aznar se le escapara que el gasto de unas tarjetas debería ser fiscalizado por Hacienda?
Las tarjetas estaban declaradas en el Impuesto de Sociedades de Caja Madrid. Bankia también las declara en el año 2012 en su Impuesto de Sociedades. La información de las tarjetas no se ocultó y Hacienda estaba al tanto de su uso. En el caso de mis cargos había una parte de ellos que ponía 'Bar por la noche' y que eran en el extranjero, en ese país era de día, pero por la hora creían que era un bar por la noche. Lo que quiero decir con esto es que era una prueba realmente llena de agujeros. Hay cinco actas del Banco de España donde sale el paquete remunerativo y aparecen las tarjetas. La discusión estaba en si esos pagos, además de ser deducibles del Impuesto de Sociedades, tenían que ser aplicados en las retenciones del IRPF, pero eso nunca se supo porque no hubo investigación. No hay un acta de Hacienda que diga que esos cargos no estaban declarados.
Comprendo que en mi caso, con mi posición, estar metido en un lío así, con razón o sin ella, es lo que me lleva a entrar en la cárcel y por eso salgo a decir lo siento a la gente.
Usted señala en el libro que las tarjetas black podrían ser una chapuza, pero no era en absoluto un sistema de retribución opaco a Hacienda. ¿De verdad cree que le condenaron a cuatro años y medio de cárcel por una chapuza?
Que a mí me condenaron a cuatro años y medio por apropiación indebida es un dato objetivo. También que soy el único de todos los condenados que, habiendo devuelto el dinero, no he tenido atenuante. La jurisprudencia está llena de sentencias por actos similares pero con condenas diferentes, porque depende del criterio del juez. Los órganos judiciales son inevitablemente humanos... Ahora, a mí me duele que habiendo devuelto todo el dinero antes de que empezara la investigación no se me haya aplicado ese atenuante.
¿Cree usted que ha sido un chivo expiatorio?
La foto de mi entrada en la cárcel era el colofón necesario de este escándalo. Si yo no entraba en la cárcel, habida cuenta de la tragedia de Miguel Blesa, aquí no había foto. Estas cosas mediáticas necesitan una foto.
Pero usted trasladó ese sistema de tarjetas opacas de Caja Madrid a Bankia.
Eso fue un grave error. Bankia nos debía un dinero a un grupo de directivos por el bonus del año 2011 y utilizamos las tarjetas para cobrarlo. Ese fue el error, pero estamos hablando de 12.000 o 15.000 euros, no estamos hablando de una locura.
Con el escándalo de las tarjetas black, además de entrar en la cárcel, usted perdió trabajos e incluso le echaron de clases de yoga. ¿Sigue sintiendo esa presión?
No, todo en la vida va con su tiempo. Hay unos años de una presión terrible, pero ha bajado muchísimo. Yo sigo siendo una persona imputada y he sido condenada. Los bancos no te quieren, las agencias de inversión no te quieren, ni siquiera eres un cliente que acepten fácilmente. Acaba de salir una sentencia, que ha ganado una persona que conozco, en la que el Supremo dictamina que los bancos a personas imputadas o condenadas no los pueden echar como clientes. Además, hay un pozo negro reputacional... si sales de determinada manera en Google, olvídate. Creo que esto merecería una revisión.
En el libro explica que durante su etapa de ministro no era partidario de las amnistías fiscales, pero luego se acogió a la que aprobó Cristóbal Montoro como ministro de Hacienda del Gobierno de Mariano Rajoy. ¿No es contradictorio?
Bueno, como político, cuanto tuve responsabilidades como ministro de Economía y Hacienda, siempre he pensado que las amnistías fiscales son complicadas de hacer y políticamente son difíciles de manejar. De hecho, se ha puesto de manifiesto que esta última era una chapuza. Yo vivía en el extranjero y recibí un dinero de mi padre. Quería repatriarlo y con una amnistía fiscal era más fácil. En ese momento no tenía ningún cargo público. Puede parecer bien o mal, pero si me conviene y lo han aprobado, ellos sabrán lo que han hecho. Luego resultó que la norma estaba mal hecha, que era inconstitucional. Se filtraron mis datos. Soy el único del que se sabe que me acogí a la amnistía.
Puede ser, lo desconozco. Lo que seguro que no le ha pasado a nadie es que el ministro de Justicia [Rafael Catalá] comente mi caso en la televisión. El Gobierno aprueba una norma y luego... Mire, no voy a poner más ejemplos porque nos vamos a meter en líos.
Sobre la amnistía fiscal que aprueba Montoro como ministro de Hacienda llega a decir en el libro: “Me pareció que ellos [Cristóbal Montoro y Ricardo Martínez Rico] tenían claro que a algunos de los clientes podía venirles bien”, ya que anteriormente Montoro y Martínez Rico tenían un despacho de asesoría fiscal, Estudio Económico.
Tenían un despacho de asesoría fiscal, no era una ortopedia. Cuando ellos me comentaron que la experiencia de Silvio Berlusconi en Italia había sido muy satisfactoria porque había recaudado mucho dinero, los escuché y pensé que sabían de lo que hablaban porque tenían un despacho de asesoría fiscal...
Pero en el libro parece que lo dice con segundas...
No, no lo digo ni con segundas ni con primeras. ¿Si usted es asesor fiscal y al mismo tiempo piensa que cuando sea ministro va a hacer una amnistía fiscal? Pues no me parece descabellado pensar... La verdad es que yo no lo afirmo, simplemente digo que me pareció que a sus clientes les podría venir bien porque estaban en ese negocio. No sé si alguno de sus clientes se ha acogido a la amnistía fiscal. Sería una bonita pregunta: ¿Alguno de los clientes de Estudio Económico se acogió a la amnistía fiscal? Es una pregunta que le ofrezco gentilmente.
Teniendo en cuenta las tarjetas black y que se benefició de una amnistía fiscal, entiende que haya gente que le vea como una persona poco transparente con el dinero.
Es el motivo por el que pedí perdón. He sido una figura pública privilegiada. España me ha dado unas oportunidades estupendas. He sido vicepresidente ocho años y director gerente del Fondo Monetario Internacional, que son los dos cargos más importantes que he tenido. No tendría que haberme encontrado con el problema de si en mi declaración de la renta del año 2010 se tenía o no en cuenta mi tarjeta. Son errores de juicio que he cometido, lo he reconocido en público y también en el libro.
En el libro dice que se castigó a las cajas porque financiaron todas las viviendas posibles, lo cual no deja de ser paradójico porque una parte del milagro económico de su Gobierno fue una liberalización del suelo que impulsó la burbuja inmobiliaria.
No estoy de acuerdo. Que se aumente la capacidad de producción de un bien no quiere decir que aumenta la venta, porque si fuera así no habría más que producir calcetines sin parar y se venderían todos. No es así. La liberalización del suelo lo que intenta es que haya más suelo para construir. Si se construye o no se construye no depende de la liberalización del suelo sino de la financiación. Además, el Tribunal Constitucional declaró que la liberalización del suelo que aprobamos contravenía las normas autonómicas y la suspendió. Aquí la liberalización del suelo no pasó nunca. En España se produjo un problema de endeudamiento. El stock de deuda en España se dobló en dos años. Aquí se endeudó todo el mundo hasta las cejas con casas, coches, viajes... Todo el país se endeudó de una manera terrible y explotó.
Además de los ciudadanos, lo pagaron las cajas con su desaparición.
A las cajas se las castigó con un coste excesivo. Las cajas habían financiado el acceso a la vivienda de la clase media española y el acceso a la financiación de las pymes. La financiación a la vivienda, como estamos comprobando en estos momentos, necesita de alguna manera una participación pública. Mientras existieron las cajas era una financiación más sencilla y más barata. Las cajas no tenían accionistas, no tenían que dar dividendos, eran una competencia muy pegada al terreno. Tenían una influencia política que los bancos no tenían.
Algunos bancos tuvieron y siguen teniendo mucha influencia política.
Puede ser, pero que levante el dedo el empresario que no la tiene.
A usted le pidió la dimisión como presidente de Bankia el ministro de Economía Luis de Guindos en una cena en su despacho del Ministerio donde estaban los presidentes del Santander (Emilio Botín), del BBVA (Francisco González) y de La Caixa (Isidre Fainé). Parecía que algo de influencia política tenían.
Fue una cosa que no he visto en la vida. No iba preparado para discutir las provisiones que necesitaba Bankia con la competencia. Me citó el señor De Guindos el domingo de Resurrección del año 2012, un día malísimo para todos. Estábamos cenando, hablamos del mercado, de la marcha de la economía y, de repente, ante mi estupor, Guindos me dice que les cuente cómo está Bankia. Me negué pero él insistió, aguanté el temporal como pude. Acabó la cena y Guindos encargó al presidente del BBVA que negociara conmigo cuáles eran las provisiones que necesitaba Bankia. Claro, no me salió de las narices. El BBVA no era el financiador. Habría que recordar que este banco había sido el heredero del Banco de Crédito Local, tenía a todos los ayuntamientos en la barriga, querría yo ver las cuentas de todo eso. Aquí los pecados los sabemos todos. El gobierno en su conjunto no tenía ninguna decisión tomada. Pero de repente, se tomó, me tuve que ir y se quedaron tan contentos.
E insisto, no había precedentes de una reunión así, ni con el PSOE ni con nosotros, pero... ¿Usted ha visto precedentes de lo que pasó con el Banco de Madrid? ¿Usted ha visto precedentes de lo que pasó en la casa de Luis Bárcenas? ¿Usted ha visto precedentes a lo que ha pasado con el CNI y el señor Zaplana? Era un gobierno muy ligero.
Cuenta en su libro que Mariano Rajoy, en un debate televisivo con el candidato del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba, se negó a la creación del banco malo. Usted lo achaca a la presión del Santander y del BBVA, que en ese momento lo dirigían Emilio Botín y Francisco González. Recuerda que pensó: “Caray, lo que mandan Emilio y Paco”. ¿Realmente quién manda en España es la gran banca?
No lo sé. Ellos no querían un banco malo en España por la penalización de los mercados, como si no supieran cómo estaba la economía española, y porque las dos entidades no lo necesitaban. Defendían sus intereses sin incumplir la ley. Pero el gobierno lo tenía que hacer. El primero que tenía que haber planteado el banco malo fue José Luis Rodríguez Zapatero. Lo defendí como presidente de Caja Madrid y de Bankia. Hoy lo sigo defendiendo, es una necesidad para España. Que en un debate en televisión, un político de las características dialécticas de Mariano Rajoy se mojara tanto en contra del banco malo me sorprendió. Tuvo que venir la UE a obligarnos a hacer un banco malo, pero ya era tarde.
Se sintió traicionado cuando el presidente de La Caixa, Isidre Fainé, se echó atrás en la fusión Caixa-Bankia, que habían acordado inicialmente como cuenta en su libro.
No, eran negociaciones. Habían ido muy bien, aunque había algún problema por el tamaño y también tenía sus implicaciones políticas. Yo no tenía prisa o creía que no tenía prisa. Fainé trató de renegociar una parte. Era a finales de noviembre, lo dejé, y después intervino el Gobierno. El ministro De Guindos quería forzarme a una fusión con La Caixa, sin ayudas. Traté de corroborar con otras partes del Gobierno si era la posición general y me dijeron que no. Esto ocurre en enero y me echan en mayo.
En su libro apunta que Deloitte retrasó su auditoria de las cuentas de Bankia, lo que permitiría que una nueva dirección del banco rehiciera las cuentas. ¿Estaban confabulados para echarle?
Deloitte, como cualquier otro auditor, tiene la obligación legal y contractual de presentar su opinión sobre unas cuentas en una fecha. De manera informal le había dado la opinión al presidente de la Comisión de Auditoría y al interventor general de Bankia, pero se negó a dar su opinión de manera oficial. Presentamos las cuentas, sin la opinión del auditor, a la CNMV y la acción no sufrió. Si Deloitte hubiera emitido su opinión, aunque fuera con salvedades, no se hubieran podido reformular las cuentas. Pero Deloitte avaló posteriormente que la nueva dirección [con José Ignacio Goirigolzarri como presidente] reformulara las cuentas de 2011 por hechos sobrevenidos en 2012, lo que es irregular. Lo dijo la Fiscalía y el Frob en el juicio de Bankia. Hasta que a Deloitte lo imputan en el caso Bankia, sigue trabajando para la nueva dirección de la entidad. Luego los absolverían como a todos. No es lo que yo sospeche, es que la historia es así. No hace falta ser muy listo.
También dice en el libro que el ministro De Guindos le comentó que Goldman Sachs había hecho unos cálculos sobre las necesidades de capital de Bankia mucho mayores el mismo día que le pidió la dimisión. Posteriormente, José Ignacio Goirigolzarri, ya como presidente de Bankia, explicó que Goldman Sachs había calculado esas necesidades en 19.000 millones. ¿Estaba al tanto o colaboró Goirigolzarri en la operación para desbancarle?
Las necesidades de capital de un banco europeo las fija el regulador. Por cierto, en ese momento el Banco de España tenía 15 personas dentro de Bankia a todas horas. Un banco de inversión americano puede decir lo que le dé la gana, a saber los intereses que tiene. El señor De Guindos utilizó a Goldman Sachs porque no tenía un informe del Banco de España. Una semana después, en una comparecencia de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que era el gobernador del Banco de España, dice en las Cortes que él no ha tenido nada que ver con el caso Bankia y que el Gobierno le ha pedido silencio. Se le exige silencio al regulador ante la mayor intervención bancaria de España y se exhibe a Goldman Sachs, que es un banco de inversión que cobra. Qué quiere que le diga.
Otra cosa que no se ha explicado. En 2017 se coloca un 7% del capital de Bankia por debajo del precio del valor en libros. Es una colocación privada confidencial a inversores institucionales cuando pocas semanas antes, la dirección de Bankia había anunciado que iba a devolver el exceso de capital que tenía.
¿Y qué papel juega el señor Goirigolzarri en todo esto?
Es el señor que acaba siendo presidente de Bankia. He hablado con él dos veces en mi vida. Tengo referencias muy buenas de él como profesional. En 2017 la cuenta de resultados es tan paupérrima que está muy por debajo de sus competidores. Es un hecho que con 25.000 millones de ayudas públicas no consiguió que sus beneficios respondieran a su tamaño, la frase es suya. Con él se nacionalizan las cajas, luego desaparecen y, en 2021, a Bankia la absorbe La Caixa.
Pero entonces, ¿fue necesario el rescate de Bankia?
No. El banco cumplió con todos los requisitos en cuanto a provisiones que se establecieron con los decretos que aprobó el ministro De Guindos. Todo lo que vino detrás fue una decisión política. El desastre de Bankia proviene de una intervención mal organizada, que es donde se produce la caída de la acción y la retirada de depósitos. Hasta ese momento, pese a las opiniones del FMI y a Francisco González, presidente del BBVA, hablando mal de Bankia, la acción se mantenía y no hubo retirada de depósitos. Las crisis bancarias se producen por pérdidas de confianza en el mercado, no por lo que opine Juanito o Pepito, por muy ministro o presidente del BBVA que sea. Cuando un Gobierno echa al presidente de un banco de mala manera, cualquier persona normal se lleva el dinero del banco.
¿Qué hubiera pasado si no me echan? No lo sé. ¿Qué hubiera pasado si me echan con unos plazos y sin escándalos? No querían eso. En el libro lo que digo es que el Gobierno quería una crisis bancaria para poder pedir un rescate porque España no tenía dinero en el invierno-primavera del 2012. Estábamos arruinados. El rescate tipo Grecia era inviable por el tamaño de la economía española. Se optó por un rescate bancario, que después no se utilizó bien.
Usted recuerda en el libro que Manuel Fraga le dijo: “Nunca se debe entrar en algo si no se tiene salida” por la posición de abstención de Alianza Popular en el referéndum de la OTAN. Pero durante todo el libro, da la sensación de en su periplo en Bankia se va metiendo en una telaraña sin salida, ¿en qué pensaba?
Me van cambiando las reglas del juego constantemente. Es una etapa que no dura ni siquiera dos años. En el verano de 2010 acepto dinero público para capitalizar Caja Madrid para la fusión con otras cajas, que son más de las que inicialmente me dicen. Mi horizonte era provisionar mucho y después pasarme varios años digiriendo esa fusión. En febrero del 2011, me cambian las reglas del juego. Tenemos que salir a bolsa. Cogemos 3.000 millones de la salida a Bolsa y más de 6.000 millones de las preferentes. Es un colchón, pero las preferentes hay que negociarlas y no iba a salir barato. Que conste que yo no di ni una preferente, me las encontré. Después, me echaron. Me podría haber ido cuando Bankia salió a Bolsa, pero no lo hice.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro le dijo: “Rodrigo, eres una víctima colateral”. ¿En ese momento imaginaba que ser una víctima colateral se iba a traducir en su ingreso en prisión?
En ese momento no imaginé nada porque me quedé anonadado, me lo estaba diciendo nada más y nada menos que el ministro de Hacienda. Dije: pues qué le vamos a hacer, voy al matadero. Y, efectivamente, fui al matadero. Me echaron. Me lo dijeron un domingo por la tarde y por la noche ya me habían echado. No querían que me fuera ni al día siguiente. Entonces, se derrumbó todo. Querían pedir los millones del rescate.
Llega a decir en el libro que el juez Fernando Andreu ignoró en el caso Bankia los informes del Banco de España durante cinco años.
Los pedí, pero no conseguí que los aceptara. Solo aceptó un informe del Banco de España sobre las provisiones de Bankia porque un juzgado de Navalcarnero los pidió. Nos enteramos por la prensa. Entonces no le quedó más narices al señor Andreu que aceptar un informe del Banco de España sobre provisiones, aunque no le hizo ni caso. En los escritos de la causa está que él no pidió un informe al Banco de España sobre Bankia.
¿Esa actuación es legal?
No me pida que califique al juez. Ni que me hubiera vuelto loco.
Leyendo el libro parece que lanza un órdago a todo el sistema, desde al presidente del Gobierno hasta jueces y fiscales pasando por auditores, reguladores, bancos...
Trato de transmitir en el libro que necesitamos tener un sistema con mucha capacidad para protegernos, para regularnos, para que nos portemos bien. Echo en falta que la potestad vaya acompañada de la responsabilidad. Si la Fiscalía Anticorrupción acusa a varias personas de la salida a bolsa de Bankia y pierde, debería pagar las costas. Mientras que en este país la Administración no sea responsable de sus actos, no funcionará bien.
En otro momento del libro, cuando explica cómo le comentaron el suicidio de Miguel Blesa, escribe: “Un sistema que devora y destruye a las personas sin que a ellos les pase nada”. Pero señor Rato, desde el punto de vista de alguien de la calle usted es más sistema que nadie.
Sí, yo fui sistema, y lo intenté dejar mejor que cuando salí. El señor Blesa fue encarcelado, según los jueces, ilegalmente. Pero el juez que lo envió a prisión no fue condenado por detención ilegal, fue condenado por prevaricación, que no tiene consecuencias penitenciarias. El sistema está descompensado. ¿Por qué a la Fiscalía no se la puede condenar en costas? ¿Por qué no se condena en costas a la Agencia Tributaria?
Usted asegura que en 2013 hubo una campaña desde el diario El Mundo contra su persona. ¿Quién cree que puso en marcha esa campaña?
A la dirección del diario El Mundo le pareció que yo vendía muchos periódicos. No lo sé. Fui al juzgado, dije que se estaba filtrando mi sumario secreto, el juez recibió mi denuncia y me contestó que efectivamente era un delito, pero que como no se sabía quién lo había cometido, lo cerraba. En algún momento alguien tendrá que poner orden al tema de las filtraciones.
Explica en el libro que cuando lo trasladaron al módulo 10 de la cárcel de Soto del Real se encontró a Luis Bárcenas, Alberto López Viejo y Guillermo Ortega, condenados por la Gürtel. ¿Es la imagen de una España de abusos que termina en la cárcel?
Faltaban los condenados por los ERES de Andalucía pero tiene usted razón. Yo tengo mi opinión sobre la Gürtel: me sorprende que a una persona acusada y condenada por una comisión urbanística le condenen a 18 años de cárcel y a una persona condenada por desviar 675 millones de euros de dinero público le condenan a siete años. No puedo juzgarlo porque no conozco ninguna de las dos causas en profundidad, pero me llama la atención.
Coincidió también con los presos catalanes independentistas. Me ha llamado la atención que Oriol Junqueras le dio clases de física cuántica. ¿Llegaron a profundizar más en su relación?
Fui un mal alumno de física cuántica y me abrió los ojos. Es una persona con una gran afición por enseñar, muy simpática y muy capaz. Nunca hablamos de política, como era obvio, ya nos conocíamos todos. ¿Para qué íbamos a hablar de política?
Cuenta en el libro que la meditación se convirtió en una parte fundamental en su vida. Llegó a la cárcel con el mantra: “Este es el mejor momento en el que puedes estar ahora mismo”.
A mí me ayudó mucho. Es un ejercicio sanador, generador de energía y de positividad. Solo podemos estar en el sitio en el que estamos en ese momento, hay que asumirlo y aceptarlo.
En el libro habla de traiciones a Fraga, el dedazo de Aznar con Rajoy, las maniobras de Rajoy, Montoro y Guindos con su presidencia en Bankia, los tejemanejes de las “niñas asesinas” para anular la etapa de Aznar... Deja una visión del PP como un nido de traidores.
No, no. He estado 30 años en el Partido Popular, donde tengo muy buenos amigos con los que he hecho cosas muy buenas, entre ellos José María Aznar. He estado en gobiernos con Aznar y Mariano Rajoy, de los que estoy muy orgulloso. No me arrepiento para nada de haber estado en el Partido Popular, al contrario. Ahora ya no estoy. No tengo grandes quejas de la política, pero la historia es la que es. No puedo contar otra.
Le queda todavía otro juicio. La Audiencia de Madrid lo acusa de delitos fiscales y corrupción por supuestos cobros indebidos de dos agencias de publicidad. ¿Qué expectativas tiene? ¿Está preparado para otra condena a penas de cárcel?
Tengo argumentos de fondo y de forma contundentes y buenas periciales. Estoy seguro de que no volveré a la cárcel.
Además de publicar un libro y promocionarlo, ¿a qué se dedica ahora?
A ser jubilado y a defenderme, que es bastante.
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