El cambio desde una situación de control casi total de la obra de ampliación del Canal de Panamá a otra en la que las principales piezas del complicado rompecabezas del proyecto juegan por libre produce en estos días una fuerte inquietud en la dirección Sacyr, según cuentan fuentes cercanas de la empresa a eldiario.es.
Las declaraciones del presidente panameño Ricardo Martinelli advirtiendo de que “el mundo debe convencerse de que vamos a terminar la ampliación, pase lo que pase”, y las aún más explícitas del administrador de la Autoridad del Canal, Jorge Quijano, pidiendo a Sacyr que “sea juicioso” porque la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) no tendrá “ningún reparo” en asumir lo que queda del proyecto con “algún otro contratista” inquietan a la española.
Es más, en Sacyr creen que los “manejos” del gigante de la ingeniería estadounidense Bechtel no son ajenos al desencadenamiento del enloquecido proceso que vive el proyecto de ampliación del Canal de Panamá. Dicho proceso saltó cuando, en el arranque de 2014, el socio italiano del consorcio que lidera Sacyr (bajo las siglas GUPC) advirtiera por carta que estaba dispuesto a provocar la paralización de las obras en tres semanas si la ACP no reconocía la necesidad de aportar nuevos fondos, que estimaba en unos 1.000 millones de dólares (735 millones de euros), por un sobrecoste.
En el grupo español son conscientes de que en las últimas semanas han pasado de ser la pieza clave a convertirse en un componente vulnerable, lo que les deja en una posición de debilidad en el inevitable proceso de negociación. En este sentido entienden que el único grupo que podría desplazarles y concluir la obra sin que ésta se demorara sine díe es el gigante estadounidense Bechtel.
La alargada sombra de Bechtel no ha dejado de estar presente en todo el proceso de desarrollo, adjudicación e implementación de la ampliación del Canal de Panamá. La ingeniería estadounidense fue uno de los consorcios que compitió en 2009 por hacerse con este megacontrato que finalmente ganó en 3.118 millones el Grupo Unidos por el Canal, liderado por Sacyr junto a Impregilo, la belga Jan de Nul y la panameña CUSA.
Tras resultar perdedor, el consorcio liderado por Bechtel (integrado también por las japonesas Taisei Corporation y Mitsubishi Corporation) se embarcó en una campaña de denuncia de la adjudicación. Criticó los avales “públicos” de Cesce a Sacyr y aireó las dificultades económicas de la española en unas conversaciones filtradas por Wikileaks.
Cuatro años después, el pasado noviembre y justo cuando las cosas empezaban a torcerse entre ACP y GUPC, se conoció que el vicepresidente de EEUU Joe Biden había visitado en Panamá los trabajos en las nuevas esclusas del Canal e iba acompañado de altos cargos de Bechtel.
Bechtel es la mayor compañía dedicada a la ingeniería de los EEUU. Cuenta con 44.000 empleados en 50 países y una cifra de negocios de 31.400 millones de dólares. Ha participado en obras como el Eurotúnel, el metro de San Francisco, el aeropuerto de Hong Kong, la reconstrucción de las infraestructuras civiles de Irak tras la guerra, y fue la que apagó los pozos de crudo de Kuwait.
Espantada de los italianos
En Sacyr no terminan de encajar “la sobreactuación” frente a la Autoridad del Canal de su socio italiano. Desde que el pasado mes de febrero de 2013 triunfara la opa lanzada por el constructor italiano Pietro Salini sobre el socio de Sacyr en el proyecto, Impregilo, el papel de la italiana en el consorcio GUPC pasó de ser un mero comparsa a convertirse en un compañero de viaje muy ruidoso e incómodo.
Fuentes cercanas a la empresa española entienden que la intención de esta puesta en escena tan exagerada por parte de Impregilo no es otra que la de no tener que “asumir nuevos desembolsos a pérdidas” en los 18 meses de vida que le quedan a la obra hasta su culminación. Toman en serio la amenaza de que podrían abandonar la aventura si ACP no asume “al menos la mitad de los 1.000 millones de dólares que les han pedido”.
En la empresa española, afirman las fuentes citadas, se mantiene el convencimiento de que Sacyr sigue siendo la pieza clave de la solución del contencioso, por dos razones principales. La primera, que la ampliación del Canal se encuentra muy avanzada: hasta el 72 % de la vía, y en el 65% de la construcción de las nuevas esclusas. La segunda, que la tecnología con la que Sacyr ganó el concurso es muy superior a la de cualquier competidor al asegurar el tránsito de 2,7 barcos más por día, con unos ingresos adicionales estimados entre 70 y 100 millones por año.