Sandra Ortega acusa a su exgestor de falsificar su firma para regar con millones a Kike Sarasola

Analía Plaza

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Sandra Ortega, la hija mayor de Amancio Ortega, acusa al antiguo gestor de su fortuna de haber falsificado su firma para beneficiar a Room Mate, la hotelera de Kike Sarasola. Room Mate es una empresa deficitaria que lleva más de diez años en pérdidas y que, según esta acusación, habría recibido 130 millones de euros en préstamos de varios bancos bajo una operativa fraudulenta. La compañía ha declinado hacer comentarios.

Sandra Ortega es propietaria de un 5% de Inditex y la cuarta persona más rica de España. Tiene 53 años, vive en A Coruña y preside la fundación Paideia, dedicada a la integración laboral de jóvenes discapacitados. Hasta el pasado noviembre delegaba la gestión de su riqueza en José Leyte, un ejecutivo que venía de la banca privada y que trabajó para ella y su madre durante más de veinte años. Leyte era el máximo responsable de Rosp Corunna, su family office o gestora patrimonial. Desde Rosp Corunna también han declinado hacer comentarios por respeto al procedimiento judicial.

Hace ocho meses, Leyte fue cesado por pérdida de confianza y Ortega, tal y como adelantó este periódico, presentó dos querellas contra él: una por apropiación indebida y otra por falsedad documental y administración desleal. elDiario.es ha accedido a la segunda querella, que describe cómo el directivo maniobró supuestamente a espaldas de su jefa para que Sarasola recibiera préstamos con la garantía de que, si no los devolvía, la enorme fortuna de Ortega se haría cargo.

Los préstamos fueron a parar a Room Mate, principalmente, pero también a Tafay 2000 y a Ergocrático, sociedades que pertenecen por completo a Sarasola y a su marido, Carlos Marrero, y que no tienen relación con Rosp.

A cambio, el empresario habría favorecido a Leyte y a su mujer entregándoles opciones sobre acciones de Be Mate, la filial de apartamentos turísticos inspirada en Airbnb que montó en 2014. A Leyte, según describe la querella, le interesaba que Room Mate, accionista último de Be Mate, fuera solvente. Si a Room Mate le iba bien, a Be Mate también. Y Leyte tenía la opción de hacerse con una parte importante de Be Mate por poco dinero. El directivo no ha respondido a una solicitud de información de elDiario.es.

Un “caso de éxito” ruinoso

Desde su fundación en el año 2000, Room Mate ha sido descrita como un caso de éxito de innovación hotelera. Su historia se estudia en las facultades de turismo y a Kike Sarasola —hijo del ya fallecido empresario Enrique Sarasola Lerchundi, íntimo de Felipe González— no le han faltado los reconocimientos públicos y las alabanzas de políticos.

Sarasola fue jinete antes que emprendedor y, cuando estalló la pandemia, uno de los primeros hoteleros que ofreció sus establecimientos para alojar a personal sanitario y personas mayores. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se alojó durante más de dos meses en uno de sus apartamentos de lujo por 80 euros la noche. Antes de eso, y como desveló elDiario.es, Sarasola cedió durante casi dos años un piso de 300 metros cuadrados en el centro de Madrid a Albert Rivera.

Pese a la grandiosidad y buenos contactos que desprende el empresario, Room Mate nunca ha funcionado. Hay que viajar hasta 2004 para encontrar un cierre de ejercicio positivo. Desde entonces, todo son pérdidas. Distintas fuentes del sector hotelero lo achacan a un modelo de negocio fallido, con alquileres muy altos en los centros de las ciudades y precios de las habitaciones relativamente bajos que no compensan.

Sarasola siempre ha explicado que él no quería pagar por servicios que no usaba (como el gimnasio o el spa) y que por eso se inventó su propio hotel. Room Mate vende buenas ubicaciones y un servicio mínimo: dormir, ducharse y desayunar. “Como los Ibis, pero cool”, dice una fuente consultada. Si a lo que pagan de alquiler por estar en la Gran Vía de Madrid o en Times Square de Nueva York se suma la expansión agresiva, la inversión en diseño (suelen contratar a arquitectos e interioristas prestigiosos) y la ausencia de otros ingresos, como la restauración, resulta que las cuentas no salen. Otras fuentes apuntan a una mala gestión.

Room Mate lleva años en situación de quiebra técnica, con un patrimonio neto negativo. Como analizamos con detalle en este otro artículo, se sostiene gracias al respaldo de Rosp Corunna, la gestora de Sandra Ortega. Además de su 5% en Inditex, Ortega tiene inversiones inmobiliarias y otro 5% en la farmacéutica Pharma Mar.

Rosp Corunna invirtió en Room Mate en 2008, cuando la primera mujer de Amancio Ortega y madre de Sandra, Rosalía Mera, aún vivía. Con el tiempo, y siempre bajo el mandato de Leyte, aumentó su participación.

Qué vio Rosp en Room Mate para hacerse con el 31% del accionariado y por qué siguió prestándole dinero siempre fue un misterio. El despido de José Leyte en noviembre, la investigación sobre su gestión —mediante un informe forense elaborado por KPMG—, la puesta en venta de ese 31% y la querella por falsedad documental y administración desleal empiezan a explicar la historia.

142 millones garantizados

La operativa fraudulenta que describe la querella se basa en la falsificación de la firma de Sandra Ortega por parte de José Leyte para otorgar “cartas de patrocinio” (en inglés, comfort letters) a Room Mate.

Una carta de patrocinio es una garantía de pago mediante la cual una empresa matriz respalda o “patrocina” a su filial cuando esta pide dinero a una entidad financiera. Las cartas de patrocinio pueden ser débiles (la matriz recomienda prestar dinero a su filial, pero no se hace cargo de la deuda) o fuertes (la matriz garantiza que se hará cargo de la deuda si la filial no puede). Es una figura jurídica similar a un aval. Los bancos prestaban a Sarasola con la garantía de que Rosp Corunna estaba detrás.

Como máximo responsable de Rosp Corunna, Leyte tenía ciertos poderes de representación de Sandra Ortega. Sin embargo, la querella recalca que no disponía de las atribuciones necesarias para otorgar las cartas de patrocinio: es decir, que no valía solo con su firma sino que era necesaria la de Ortega.

El documento menciona once cartas que suman créditos por valor de 142,6 millones de euros. Los bancos involucrados son Bankinter (24,8 millones en total), Abanca (36 millones), Banca March (28,1 millones), Deutsche Bank (12,2 millones), Société Générale (25 millones), SocGen Financiaciones (15 millones) y EBN (1,5 millones). En las cartas se recogía “la intención y el compromiso de Rosp de mantener su participación” en Room Mate, así como de “aportar fondos para la continuidad del negocio” y las “obligaciones contraídas con entidades financieras”.

Una de ellas, por valor de 13,6 millones y dirigida a Banca March, se otorgó en favor de Tafay y Ergocrático, las sociedades de Sarasola y su marido, y no en favor de Room Mate.

Además de adjuntar informes periciales caligráficos que aseguran que las firmas son falsas, la querellante explica que algunas cartas cuentan con certificados de legitimación notarial pero cuestiona dichos certificados, que “no prueban que la firma se corresponda con la firma real”. Las firmas ante notario se hicieron en Madrid —casualmente, en una notaría que trabaja para Room Mate— y no en A Coruña, en la notaría habitual de Rosp.

Por último, la querella explica cómo Leyte ocultó las cartas a Sandra Ortega y cuestiona los procedimientos de los bancos, que no entregaron dichas cartas a Deloitte, la auditora de las cuentas de Rosp Corunna, cuando se las requirió. Los bancos empezaron a requerir a Rosp que se hiciera cargo de las deudas cuando Room Mate dejó de pagar.

El intercambio: un 16% de Be Mate

¿Por qué favorecería Leyte a Sarasola? ¿Qué interés personal tenía en él? De acuerdo al escrito, todo se debe a una opción de compra de acciones de Be Mate que el hotelero entregó a Olbia Investments, la empresa de Leyte y su mujer, María Teresa Golpe, contra la que también se querella Ortega.

Una opción de compra de acciones es un contrato a futuro, mediante el cual una empresa vende a un tercero acciones a un precio prefijado. Es habitual que las compañías tecnológicas den estas opciones a sus empleados para motivarlos, para que se sientan partícipes y que, si todo va bien y la empresa se vende o sale a Bolsa, los trabajadores ejecuten la opción, compren sus acciones a precio muy barato, las vendan a precio de mercado y ganen una buena cantidad.

En el caso que nos ocupa, Sarasola concedió a Leyte una opción de compra sobre 45 acciones de Be Mate, que representaban en torno al 16% del capital. El contrato se firmó el 14 de octubre de 2014, el mismo día que se constituyó Olbia Investments y ante el mismo notario que firmó varias de las comfort letters. Además, la opción de compra era gratuita: es decir, si Leyte decidía comprar las acciones no tenía que pagar nada por ejercerla.

En el momento en que se concedió esa opción, Be Mate se vendía como un rival serio de Airbnb; al menos, en las ciudades en las que operaba. Sarasola no escatimó en gastos y contrató a un potente equipo de diseño y desarrollo para estar a la altura. La filial española de Be Mate, con matriz holandesa, es hoy tan deficitaria como Room Mate y apenas factura dos millones anuales. Pero si hubiera salido a Bolsa como Airbnb, Leyte podría haber hecho un buen negocio.

Cuando elDiario.es informó por primera vez sobre las querellas, Leyte declaró que eran “una estrategia” para no pagarle la indemnización por despido. Aseguró estar tranquilo y afirmó que Ortega intentaba “presionarle” y “salirse con la suya”.

Ortega defiende que las cartas de patrocinio son “documentos indudablemente falsos” y que no tienen validez. La querella está admitida a trámite y a la espera de fecha de juicio.

La situación de Room Mate es, en cualquier caso, delicada. Ortega puso en venta su participación del 31% y Room Mate ha buscado un socio inversor que lo compre. Fuentes de la compañía indican que “la operación sigue adelante” y que se cerrará, probablemente, en septiembre. Mientras tanto, y para tirar, han pedido 52 millones al Estado, a través del fondo de rescate que gestiona la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), y un crédito puente de 15 millones al yerno de Juan Roig, fundador de Mercadona.