Un año. Es el tiempo que han tardado las autoridades alemanas en reaccionar con un registro en la sede central del banco germano Deutsche Bank en Fráncfort (oeste) desde que el diario estadounidense The Wall Street Journal publicara las primeras informaciones poniendo en duda parte del negocio del Grupo DWS.
Se trata de una firma de inversiones de Deutsche Bank de la que se sospecha que haya incurrido en lo que se ha venido en llamar “eco-blanqueo”. De lo contrario, medio centenar de investigadores, entre funcionarios de la policía, la fiscalía y la autoridad financiera alemanas no se habrían presentado esta semana en las sedes de Deutsche Bank y DWS. Lo hacían para recabar información en un caso de “estafa de inversiones” a través de “eco-blanqueo”.
“El greenwashing [o eco-blanqueo] es un fenómeno que llevamos tiempo observando en los mercados financieros. Hay un 'boom' de este tipo de productos financieros”, dice a elDiario.es Magdalena Senn, experta de la organización especializada en delincuencia financiera Finanzwende. “En realidad, todavía no hay una regla estándar y clara sobre lo que se puede llamar 'producto financiero sostenible' o 'ecológico'. Por eso nosotros criticamos, como en el caso de Deutsche Bank, que hay demasiado greenwashing'”, abunda Senn.
La venta de productos en los que invertir (como acciones de empresas implicadas en actividades sostenibles o ecológicas que, en realidad, no las llevan a cabo) sería el lado oscuro de un sector de las finanzas que Senn describe “en expansión”. De ahí, por ejemplo, que DWS registrara un récord de beneficios el año pasado, cuando se embolsó algo más de 1.000 millones de euros, según recordaba en sus páginas económicas esta semana el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el diario generalista de la capital financiera alemana.
Según ese periódico, unos 19.000 millones de euros netos entraron en DWS para que la firma de Deutsche Bank los dirigiera al sector de productos “sostenibles” o “ecológicos”. A estos productos también se les llama ESG. Esas siglas corresponden a las palabras inglesas 'Environmental', 'Social' y 'Corporate Governance'. Aluden, mayormente, a actividades supuestamente positivas para el medioambiente y movimientos sociales que tendrían las empresas en las que se invierte a través de firmas como DWS.
Dimisión del CEO
Visto está, sin embargo, que al menos parte de este negocio en DWS está en entredicho. Según explicaba la fiscalía alemana a cuenta del registro de las oficinas de Deutsche Bank y DWS, la investigación se centraba en acusaciones contra la filial por haber ofrecido y vendido “productos financieros verdes” que no eran tan verdes ni tan sostenibles.
A raíz del registro, Asoka Wöhrmann, CEO de DWS, ha acabado dimitiendo. “Las acusaciones vertidas contra DWS y contra mí en los últimos meses, incluidos los ataques personales y las amenazas, por muy infundadas que sean, han dejado huella. Han sido un lastre tanto para la empresa como para mí y especialmente para mis familiares”, manifestaba el ya ex-consejero delegado de la filial de Deutsche Bank en un correo a los empleados de la empresa recogido por el Frankfurter Allgemeine Zeitung.
Deutsche Bank ha defendido a Wöhrmann. Su dimisión se ha lamentado en las oficinas de ese banco en Fráncfort pues él era en “gran parte” responsable del éxito de la gestión de activos de la que es la mayor entidad financiera de Alemania. Eso sí, el pasado miércoles, Wörhman ya tenía sustituto: Stefan Hoops, un directivo que llega directamente desde las oficinas de Deutsche Bank, que detenta el control del 80% del Grupo DWS.
Según ha trascendido, desde el pasado mes de enero están en el punto de mira de las autoridades germanas las actividades del sector ESG del Grupo DWS. En Estados Unidos, las autoridades llevan más tiempo investigando.
La primera persona en hablar sobre las supuestas irregularidades que se estaban cometiendo en la firma alemana fue Desiree Fixler, precisamente ex responsable de la rama de sostenibilidad en DWS y quien, a finales de 2020, alertó a la dirección de las carencias de sus “productos financieros sostenibles”. Fixler fue despedida pocos meses después de haber dado cuenta de esos problemas.
Ahora, esta mujer de 50 años ejerce de “reveladora de secretos” sobre el funcionamiento del sector de los productos financieros sostenibles. En una reciente entrevista con el diario económico Handelsblatt, Fixler apuntaba que “problemas en la cultura empresarial” de Deutsche Bank y el Grupo DWS están en el origen de los problemas de “eco-blanqueo” con los que ambas compañías tienen que lidiar ahora. Ambas empresas rechazan las acusaciones de Fixler.
En cualquier caso, el problema del “eco-blanqueo” en el sector financiero es más grande que Deutsche Bank y sus filiales. Esto mismo es lo que ponen de relieve en Finanzwende. “Solo en Alemania, este sector donde se financian prometedores productos financieros ha doblado su tamaño en los últimos dos años. Sus productos se venden bien. Pero, al mismo tiempo, frente a esos productos, hay una economía real que no se está haciendo más sostenible al mismo ritmo. Hay un conflicto ahí”, concluye Magdalena Senn desde Finanzwende.