Los hogares que viven con menos de 1.000 euros al mes han caído por debajo del 15% en 2021 por primera vez en la serie histórica. En el otro extremo de la distribución de ingresos, las familias que ganan 2.000 euros o más mensualmente superaron el 50% del total en España, un máximo también según la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del Instituto nacional de estadística (INE), que se realiza desde 2006.
Estos datos reflejan, por un lado, la protección de los trabajadores en la pandemia por parte del Gobierno, con la subida del Salario mínimo interprofesional (SMI) como principal causa de la reducción del porcentaje de familias que tiene menos de 1.000 euros al mes. Pero, también, manifiestan el efecto de la financiación pública de los ERTE (Expedientes de regulación temporal de empleo), ante la hibernación de la economía en 2020. Y el resto de ayudas directas a empresas y a las familias más vulnerables.
Estas políticas de mayor gasto, acompañadas de expansión monetaria y reducción de los costes de financiación y favorecidas por la Comisión Europea y el BCE, han marcado la gran diferencia entre la recuperación del shock del COVID —ahora frenada por el golpe de la guerra y la inflación— y la traumática salida de la gran crisis financiera, determinada por la aplicación de políticas de austeridad.
Por la otra parte, el crecimiento del porcentaje de las familias con más de 2.000 euros al mes muestra el mayor poder de negociación de los trabajadores en ciertos sectores, y sobre todo de los profesionales con una mayor formación, sea técnica o creativa.
Por último, y en combinación con los anteriores elementos, la histórica distribución de ingresos que se lee en la EPF de 2021 expone el impacto de la tecnología en la polarización del mercado laboral, una tendencia global según la que la que los trabajos más rutinarios (en logística, industria o administración) van siendo sustituidos por robots y sistemas de inteligencia artificial (IA), mientras que va aumentando la remuneración de los trabajadores no sustituibles, tanto en el segmento bajo como en el alto.
Récord entre los familias con más de 5.000 euros de ingresos
La encuesta del INE también recoge un récord de familias con más de 5.000 euros de ingresos cada mes, un 4,5% respecto al total. En este extremo se concentran las ganancias no salariales, que provienen de rentas derivadas del patrimonio inmobiliario, del arrendamiento de suelo agrícola o industrial o de activos financieros. Se trata de una clara advertencia sobre una mayor desigualdad.
En el segmento por debajo de los 5.000 euros, Bruno Estrada, adjunto a la secretaría general de Comisiones Obreras (CCOO), destaca el mayor poder de negociación de ciertos trabajadores. Y pone de ejemplo la convocatoria, recientemente, de la primera huelga en el sector de la informática y la consultoría.
Respecto a la reducción de los hogares que viven con menos de 1.000 euros, Estrada ve claramente el impacto del SMI. En 2021, este suelo oficial estaba en los 965 euros brutos por 14 pagas. En 2022 ha subido hasta los 1.000 euros al mes, 14.000 euros brutos al año.
Ignacio Conde-Ruiz, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y subdirector de Fedea, insiste en “la polarización del empleo” debido al impacto de la tecnología, y también alerta sobre el riesgo de un incremento de la desigualdad: “Los trabajos peor pagados son manuales: como ocurre con limpiadoras, peluqueras, cuidadoras, o en la hostelería, que no son sustituibles por la tecnología, en algunos casos porque sería muy caro para el empleador y en otros porque requieren empatía, lo que es evidente por ejemplo en los restaurantes”, explica.
“Mientras, los salarios más altos están relacionados con el pensamiento crítico, el liderazgo, la creatividad... son complementarios a la tecnología”, continúa. “En medio, se quedan las manufacturas, la administración... que sí son sustituibles”, incide. Es decir, estos últimos pierden poder de lograr aumentos en las remuneraciones, o, en última instancia, van desapareciendo.
Cumpliendo esta teoría, en el tramo de ingresos entre 1.000 y 1.500 euros se quedaron el año pasado solo un 16,9% de las familias, un mínimo histórico. “La polarización laboral es un cambio que transforma la economía porque hace crecer los empleos de salario alto, lo que debería ser positivo. No obstante, el empleo también está aumentando en los empleos de salario bajo”, apunta Michael J. Böhm, profesor de la Universidad de Bonn, en un artículo publicado por BBVA.
“Las previsiones de futuro se caracterizan por su dificultad”, lamenta el profesor, quien se pregunta si los avances tecnológicos reemplazarán gran parte del trabajo humano “y, por lo tanto, lo reducirán en unos niveles sin precedentes o si, por el contrario, surgirán numerosas tareas nuevas gracias a la transformación económica resultante, además de por qué vías transcurrirá la transición y a qué ritmo”.
“De igual importancia es la cuestión de qué tareas hasta ahora salvaguardadas de la tecnología y el comercio serán reemplazadas; si la polarización laboral continuará o si los empleos de los extremos superior o inferior de la distribución salarial se verán más afectados”, concluye Michael J. Böhm.
El golpe de la inflación
Este año, la gran amenaza para los ingresos de las familias es la inflación. El Índice de precios de consumo (IPC) general registró en junio el máximo de la actual crisis, al avanzar un 10,2% respecto al mismo mes de 2021. Es el mayor incremento desde el año 1985. Desde febrero, este indicador no ha bajado del 7%. Si 2022 acaba con una inflación promedio cercana al 7,5%, al que se acercan la mayoría de estimaciones, los trabajadores perderían una paga del sueldo respecto al año pasado.
En cifras concretas, si a un salario bruto anual de 20.000 euros de un trabajador, que recibe 1.429 euros en cada una de las habituales 14 pagas, la subida de los precios le da ese mordisco del 7,5%, el recorte en la renta es de cerca de 1.500 euros. Es decir, efectivamente pierde una paga, que no significa lo mismo para las familias con menos ingresos que para otras con más, o con muchos más.
Así, los hogares españoles situaron en el primer trimestre de este 2022 su tasa de ahorro en el -0,8% de su renta disponible, registrando así su primera tasa negativa desde el primer trimestre de 2019. En el trimestre previo, la tasa de ahorro de los hogares fue del 8,3%, según informó este jueves el INE.