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Técnicos de EE.UU. asesoran en Paraguay para expandir la soja en el seco Chaco

EFE

Asunción —

Técnicos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) visitaron las parcelas de soja transgénica resistente al calor que fueron sembradas de forma experimental en el seco Chaco por productores paraguayos, informó hoy la estatal Agencia IP.

Los expertos llegaron a Paraguay el pasado 12 de agosto tras un convenio firmado por la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco) y el USDA.

Los técnicos del USDA, de los que IP no especificó cuantos eran ni que formación profesional tenían, realizaron una visita al campo experimental de Chortitzer, en Loma Plata, y a las parcelas de nuevas variedades de soja transgénica en Filadelfia, departamento de Boquerón, en la región del Chaco paraguayo.

El asesor agrícola de la Capeco, Luis Cubilla, dijo que los estadounidenses “disponen de 500 variedades y líneas de soja a desarrollar para climas con elevadas temperaturas, que ayudarían a mantener un comportamiento estable de la soja en el Chaco paraguayo, primeramente”, según IP.

“Y así elevar considerablemente la capacidad de producción de proteínas para el consumidor tanto local como internacional”, añadió.

Los funcionarios estadounidenses culminaron su visita el pasado jueves con una reunión para planificar “los trabajos futuros, costos, presupuesto tentativo” con la intención de, “más adelante”, usar estas variedades de oleaginosas en la región oriental del país.

Hace dos meses, la Cámara Paraguaya de Exportadores de Granos firmó un convenio con la empresa estadounidense Monsanto para desarrollar nuevas variedades de semillas transgénicas de soja, maíz y otras que se adapten a la árida región del Chaco.

La intención de Capeco, que representa a las principales empresas del sector, es “vencer las malas condiciones” del Gran Chaco, región que ocupa la mitad occidental de Paraguay, además de parte de Argentina y Bolivia, para expandir la frontera agrícola en esta zona, según dijo entonces a Efe el presidente de la cámara, José Berea.

Desarrollar nuevas variedades de semillas transgénicas para esa región permitiría sumar 2 millones de hectáreas cultivables a los 3,2 millones de hectáreas ya plantadas de soja en Paraguay, dijo Berea.

Paraguay es actualmente el cuarto exportador mundial de soja, sector que junto a la ganadería es el principal aportador al producto interno bruto (PIB) del país.

La Unión Europea recibió en 2013 el 39 % de la producción de ese grano, según Capeco.

Monsanto, una de las mayores empresas dedicadas a la producción de semillas transgénicas del mundo, ya posee variedades genéticas que se usan en el estado sureño de Mato Grosso, en Brasil, y pretende aprovecharlas por las similitudes climáticas con el Chaco, según dijo a Efe el gerente de Asuntos Corporativos de esa multinacional en Paraguay, Francisco Fracchia.

Organizaciones no gubernamentales de distintos países han mostrado su preocupación por la deforestación que sufre el Chaco, donde en los últimos diez años su superficie boscosa “se ha reducido de forma alarmante”, según WWF, la mayor organización conservacionista independiente en el mundo.

WWF achaca la pérdida de árboles a la expansión ganadera en la zona y a la falta de control gubernamental de las actividades de los grandes terratenientes.

En Paraguay, la expansión de la frontera agrícola y del monocultivo de maíz y soja en la rica tierra oriental del país ha provocado que en diez años unos 900.000 labriegos hayan abandonado el campo camino a la capital por la menor demanda de mano de obra, según la Federación Nacional Campesina.

Algunos grupos de campesinos, un 42 % de la población de Paraguay, se quejan también de la falta de control del Estado en el uso de pesticidas que los grandes productores aplican en las plantaciones de soja y maíz cada año y que, según ellos, contaminan sus fuentes de agua y sus animales.

Paraguay es uno de los países con la concentración de tierra más desigual del planeta. Según la organización no gubernamental Oxfam, un 2,5 % de la población posee el 85 % de la superficie cultivable.