De un vistazo rápido, cuatro operadoras (Movistar, Vodafone, Orange y Másmóvil) y otras dos en expansión (Euskaltel y Digi) acumulan buena parte del pastel del negocio de las telecomunicaciones en España. Pero cuando se hace zoom en el mapa, la cifra de operadores de telefonía e internet que compiten en España se multiplica hasta las casi 900, según datos de Aotec, la asociación que aglutina a las pymes del sector. Muchas de ellas suman unos cientos o miles de hogares y con ámbitos geográficos limitados a ciertas provincias o comunidades, viviendo gracias al hueco que han dejado las grandes compañías en las poblaciones más pequeñas y rurales.
“Es un sector grande y potente, pero las grandes empresas no están dispuestas a invertir de igual manera que se hace en las ciudades”, explica Antonio García Vidal, presidente de Aotec. La mejora de las tecnologías y el nacimiento de los operadores móviles virtuales, empresas que se sirven de las infraestructuras de terceros, han provocado en la última década el nacimiento de muchas de ellas, centradas en municipios de menos de 50.000 habitantes.
“Vimos una oportunidad de mercado, los grandes se centran en municipios grandes y fuera de ellos las líneas eran muy malas y caras”, señala José Díaz, fundador de Grelo, una operadora gallega nacida en 2018 y que da servicio a cerca de 5.000 hogares en dicha comunidad. “Ellos tienen un modelo de negocio basado en volumen, en cantidad y en precios muy ajustados, con una publicidad cuadriculada”, analiza sobre ese segmento del mercado que se queda fuera del ámbito de los grandes nombres, una idea en la que coinciden varias operadoras consultadas por este medio.
“No creo que las grandes rechacen estos mercados, simplemente no los priorizan”, añade Xavier Viladegut, director de despliegue de Adamo, una operadora procedente de Suecia, que desde 2010 cuenta con una estrategia de extensión de fibra óptica fuera de las grandes urbes. “Al final es un mercado de entre dos y cuatro millones de hogares que tiene otra problemática, con costes e inversiones mucho más altas”, asegura.
José Carlos Oya, director de Ahí+, analiza este crecimiento, especialmente desde 2015, señalando al aumento de las inversiones que se han producido en el sector para mejorar las redes de fibra y ampliar su cobertura. “Los fondos se han interesado mucho en inversiones en infraestructuras”, apunta el directivo de ese grupo que ha crecido en el Levante y el sur de la península desde su lanzamiento hace apenas cuatro años, sumando ya a cerca de una treintena de operadoras y unos 400.000 hogares a los que da servicio.
Un impulso con la COVID
Ahora, en plena pandemia, estas operadoras ven una nueva oportunidad para crecer tras los esfuerzos de los últimos años por ubicarse en las áreas rurales. El aumento del teletrabajo tras el confinamiento de primavera y el desplazamiento de algunos trabajadores a sus segundas residencias o al campo han supuesto un aumento de la demanda, como coinciden en señalar muchas de ellas. “Si algo está claro es que la vida tal y como la conocíamos hasta marzo nos ha cambiado y que ”la vuelta a lo rural“ es ya una alternativa muy tentadora”, apunta Cristina Amor, directora de comunicación de Eurona, una operadora, que actualmente tiene abierto un concurso de acreedores, que centra su estrategia en ofrecer internet vía satélite a zonas rurales. Esta compañía asegura que ha elevado un 60% sus altas en zonas rurales durante la pandemia.
“Ha crecido mucho la demanda, sobre todo el primer mes de pandemia hubo un incremento exagerado y eso nos ha solucionado la situación”, apunta Díaz, de la gallega Grelo. Esto ha supuesto un reto técnico para muchas de ellas, cuyas redes estaban habituadas a tráficos menos intensos como los que han visto en las regiones donde operan. “Nos ha desbordado, hemos tenido que rearmarnos e incrementar nuestros costes, teníamos que dar un servicio que fuera competitivo y esto es algo que los operadores locales han sufrido más que los grandes”, reconoce Oya, de Ahí+.
Pese a esta circunstancia, las compañías ven una oportunidad real para ellas en el sector rural de cara al futuro al entender que no se trata de un cambio puntual este año de pandemia, sino que es algo que se mantendrá a futuro. Ignacio Aguirre, director de Avatel, apunta que “el teletrabajo se va a quedar”, lo que hace que el mercado en las pequeñas poblaciones sea “más atractivo” porque hay mucha gente que demanda estos servicios. “Este valor no lo va a dar una compañía grande”, apunta.
Pese a que estas operadoras apuntan que se ha reducido la brecha entre lo urbano y lo rural en las telecomunicaciones, también reconocen que sigue muy vigente en algunas áreas. “Lo cierto es que esta brecha todavía frena el desarrollo económico y social de muchos municipios, más aún en un contexto en el que el coronavirus ha traído la posibilidad de fijar población en la España Vaciada”, subraya Amor, de Eurona. “Es una situación que no podemos dejar pasar por alto, teniendo en cuenta que Internet se ha convertido en los últimos meses en un bien de primera necesidad”, subraya. García Vidal, de Aotec, defiende que la brecha es menor allí donde han crecido los operadores rurales.
Entre estos operadores hay una gran heterogeneidad. Las hay pequeñas y circunscritas a una comunidad, como la citada Grelo o Aora, centrada en Cantabria y que cuenta con unos 2.000 clientes. Otras son de mayor tamaño y han ido creciendo a costa de ir adquiriendo otras, como Ahímás o Avatel. Esta última, nacida en la Costa del Sol en 2010 para cubrir las deficiencias del servicio de internet en las zonas donde creció mucho la construcción, acaba de anunciar su traslado a Madrid para seguir ampliando su expansión a nuevas regiones de España a través de nuevas compras, como avanza su director, Ignacio Aguirre. Los fondos de inversión no han sido ajenos al potencial de este nicho de mercado y están presentes en algunas de estas compañías. Es el caso de Adamo, que tiene detrás a EQT, quien recientemente ha comprado Idealista por más de 1.300 millones de euros, que asegura que cerrará el año con un millón y medio de clientes.
Pero la heterogeneidad va más allá de la naturaleza de estas compañías, también se aprecia en su apuesta por las distintas tecnologías para llevar internet a zonas rurales. Avatel o Adamo han hecho su apuesta por la fibra óptica, la cántabra Aora se sirve de antenas de radiofrecuencia para llevar a municipios pequeños y Eurona, por el satélite. Entre estos operadores además los hay que han invertido para tener su propia infraestructura o los que se sirven del mercado mayorista. Es el caso de Grelo, en Galicia, quien adapta en cada zona su oferta para que se adapte a las características de cada lugar.
Convivir con las fusiones y la guerra de precios
Uno de los retos que tienen estas operadoras es el de poder ofrecer servicios de una calidad suficiente en zonas remotas y a precios que sean competitivos, en un sector que a nivel nacional está caracterizado por una continuada guerra de precios. “Te tienes que adaptar a la guerra de precios e intentar dar el mejor precio posible con la mejor calidad para que el cliente esté satisfecho”, reconoce Viladegut, de Adamo. Aunque estas operadoras diferencian entre lo que es la guerra de ofertas de captación y lo que son los precios reales del servicio. “Con las ofertas no podemos llegar a tan bajo como las grandes, pero somos más baratas en las tarifas”, señala Alfonso Sánchez, fundador de Aora. Estas operadoras defienden, además, que se diferencian de las grandes en el trato “más personalizado” que dan a los clientes, apostando por la cercanía geográfica.
Tampoco son ajenas estas pequeñas 'telecos' a la tendencia a la concentración en el sector que, según proyectan los analistas, llevará a la fusión de grandes operadoras en España y Europa. “O el sector se va agrupando o lo tendrá complicado”, señala Oya, de Ahí+, una empresa que ha crecido al calor de la unión de otras más pequeñas, aunque advierte: “incluso modelos como el nuestro tampoco lo tenemos fácil”. Hay coincidencia entre las operadoras pequeñas en que se camina hacia la consolidación en este sector. “Se va a concentrar de manera masiva en los próximos años, lo que pasa en España con un millar de operadoras no pasa en ninguna otra parte del mundo”, asegura el representante de Avatel. Entre las compañías consultadas, únicamente Viladegut, de Adamo, plantea sus dudas: “estamos en un nicho del mercado y como todo nicho puede comportarse de manera distinta a las grandes”.
Dudas sobre la utilidad del 5G a corto plazo
Uno de los inminentes cambios en el sector de las telecomunicaciones en España y Europa es la llegada del 5G, una tecnología llamada a mejorar la conectividad y a aumentar herramientas como los vehículos conectados. Sin embargo, entre las telecos locales y rurales prima el escepticismo por un impacto a corto plazo fuera de las ciudades. “En primer lugar, debemos preocuparnos de lo más importante. Si todavía hay más de 1,8 millones de hogares en estas zonas sin acceso a una conexión de apenas 2 Mbps de velocidad, no podemos aventurarnos a predecir cómo va a ser la evolución del 5G en las zonas rurales”, señala Amor, de Eurona.
“Si la fibra todavía no llega a todos lados, no vemos a corto plazo que lo haga el 5G”, coincide Ignacio Aguirre, de Avatel. Pero el escepticismo va más allá de la capacidad de que las infraestructuras lleguen al entorno rural. Algunas de estas 'telecos' ponen incluso en duda la utilidad que pueda tener para los hogares. “Hay ciertas aplicaciones en negocios pero el uso cotidiano no existe”, apunta Díaz, de la gallega Grelo, quien asegura que si se lograse que el 4G llegara a todas las localidades ya habría una capacidad de conexión mayor al uso real que hacen los hogares. “Es un negocio para el que fabrica las infraestructuras pero si el debate es si es útil para el mundo rural, yo digo que no”, zanja Oya, de Ahí+.
La visión de Aotec, la asociación que engloba a multitud de pequeñas operadoras, es algo distinta. García Vidal, su presidente, defiende las “ventajas” de esta tecnología no se verán “ni hoy ni mañana”, pero que “el 5G tiene que llegar” a la España menos poblada porque “no hay que abandonar la ruralidad”. Pero para que esta tecnología llegue a las pequeñas poblaciones, el directivo defiende que se debe producir un cambio de regulación para que las pequeñas 'telecos' se encarguen de “la última milla” a partir de las instalaciones de los grandes grupos sin necesidad de tener que invertir en tener parte del espectro radioeléctrico, muy complicado de asumir para estas pymes.