El Tribunal de Cuentas de la Unión Europa ha publicado un informe sobre la forma en la que la Comisión gestionó la crisis financiera que arrancó en 2008. Según un informe del organismo, la Comisión Europea no estaba preparada para atender las primeras solicitudes de ayuda financiera cuando estalló la crisis de 2008 ya que le pasaron “desapercibidas algunas señales de alerta”. Según asegura el comunicado de prensa, los auditores observan que la Comisión, pese a su falta de experiencia, consiguió gestionar programas de asistencia financiera que llevaron a reformas, algunas con efectos positivos. Sin embargo, también ven “motivos de preocupación” ante el manejo “en general insuficiente” de la crisis por la Comisión: trato desigual a los países, escaso control de calidad, seguimiento insuficiente y deficiencias de la documentación.
“Aún perduran los efectos de la crisis, y los programas de préstamos resultantes ya han alcanzado cifras de centenares de miles de millones” afirmó Baudilio Tomé Muguruza, Miembro del Tribunal de Cuentas Europeo responsable del informe, quien añadió que “es imperativo por ello que aprendamos de nuestros errores pasados”.
Los auditores analizaron la gestión por la Comisión de la asistencia financiera proporcionada a cinco Estados miembros -Hungría, Letonia, Rumanía, Irlanda y Portugal- y constataron que la Comisión consiguió asumir sus nuevas funciones de gestión, lo que en su opinión, representó “un logro dadas las limitaciones de tiempo”.
En la parte positiva, los auditores observaron que los programas cumplieron sus objetivos, se respetaron en su mayoría los objetivos de déficit actualizados y mejoraron los déficits estructurales, aunque con ritmos variables. Los Estados miembros cumplieron la mayoría de las condiciones fijadas en sus programas, aunque con algunos retrasos. Los programas lograron impulsar las reformas. Los países continuaron en general con las reformas propiciadas por las condiciones de los programas y en cuatro de estos cinco países el ajuste de la balanza por cuenta corriente fue más rápido de lo esperado.
En el lado negativo, el minucioso informe de fiscalización identifica cuatro motivos de preocupación ante el manejo de la crisis por la Comisión: la aplicación de enfoques diferentes, el escaso control de calidad, un seguimiento insuficiente y las deficiencias de la documentación. Estos son los fallos que detectó
Trato desigual
Respecto al primer punto, asimetría en el trato, los auditores encontraron varios ejemplos de países a los que no se trató de la misma manera en una situación comparable. En algunos programas las condiciones de la asistencia eran menos estrictas, por lo que su cumplimiento resultaba más fácil. Las reformas exigidas no siempre eran proporcionales a los problemas afrontados o que seguían caminos muy diferentes. Algunos objetivos de déficit de los países presentaban un excesivo grado de relajación que no estaba justificado por la situación económica.
Insuficiente control de calidad
Respecto al escaso control de calidad, el Tribunal dice que los documentos clave elaborados por los equipos de los programas de la Comisión se sometían a revisión, pero esta era insuficiente en varios aspectos. Los cálculos subyacentes no fueron revisados por ninguna persona ajena al equipo, el trabajo de los expertos no se analizó en profundidad y el proceso de revisión no estaba suficientemente documentado.
Seguimiento insuficiente
La Comisión utilizó objetivos de déficit según el principio de contabilidad de ejercicio cuyos logros solo pueden observarse al cabo del tiempo, lo cual garantiza su plena coherencia con el procedimiento de déficit excesivo pero también significa que, al adoptar una decisión sobre la continuación de un programa, la información facilitada por la Comisión sobre el cumplimiento de los objetivos de déficit por el Estado miembro beneficiario estará afectada por incertidumbre.
Documentación deficiente
Según los auditores la Comisión usó un instrumento de previsión basado en hojas de cálculo ya existente y bastante laborioso. La documentación no estaba concebida para retroceder en el tiempo y evaluar las decisiones adoptadas. Así que, aunque Bruselas aumentó la disponibilidad de registros, hasta los documentos de programa más recientes carecían de algunos datos esenciales. Además, las condiciones de los memorandos de entendimiento no se centraban suficientemente en las condiciones generales de política económica establecidas por el Consejo.
Ante estas deficiencias, el Tribunal lanza un elenco de recomendaciones a la UE, entre las que destaca establecer un marco institucional para movilizar recursos; mejorar los controles de calidad, incorporar variables a los memorandos de entendimiento que puedan conseguirse en cortos periodos de tiempo; hacer más transparente el proceso de gestión de la deuda y centrarse en alcanzar solo las reformas “verdaderamente significativas”.