A la economía alemana le duelen las políticas del presidente estadounidense Donald Trump. De entre todas las decisiones que ha podido tomar en el área económica el inquilino de la Casa Blanca, resultan especialmente preocupantes en Berlín las relativas al comercio internacional. El pulso arancelario que mantienen Washington y Pekín se observa desde la capital germana con preocupación.
De lo contrario, no habría salido el pasado mes de agosto a la palestra el ministro de Economía, el cristianodemócrata Peter Altmaier, diciendo al diario Bild que “la guerra comercial” entre China y Estados Unidos “está frenando, destruyendo el crecimiento económico y creando nuevas incertidumbres”. Así se expresaba Altmaier apenas días después de que el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, lograra alcanzar una tregua comercial entre la Unión Europa y Estados Unidos.
El crecimiento en Alemania es altamente dependiente de las exportaciones. Éstas representaban casi 1,3 billones de euros en 2017. En Berlín conviene que no se pongan trabas a la venta de productos europeos, sobre todo a los que llevan escrito 'Made in Germany'. Hacen daño a la economía alemana gravámenes como los ya impuestos por Trump al acero y el aluminio europeos. Se estima que hay un millón de trabajos en Alemania dependientes de las exportaciones destinadas al país de Trump.
También existe la amenaza del inquilino de la Casa Blanca de imponer aranceles a los coches fabricados en Europa. En 2017, Alemania – país de gigantes de la automoción como Volkswagen, Daimler o BMW – exportaba vehículos a Estados Unidos por valor de 20.000 millones de dólares (unos 17.300 millones de euros). En el Centro de Estudios Económicos del Instituto Ifo de Múnich han hecho estimaciones según las cuales un eventual arancel del 25% sobre los coches fabricados en Europa – Trump ha llegado a evocar unos gravámenes del 20% – podrían significar pérdidas en el PIB alemán de hasta 5.000 millones de euros.
No son suposiciones los efectos negativos de las medidas económicas de Trump. “Nosotros hemos constatado una incertidumbre general a nivel mundial y hemos visto que el comercio a nivel mundial, desde principios de 2018 no crece, tenemos ahora mismo un comercio mundial estancado, lo que significa que la política comercial de Donald Trump está dejando consecuencias negativas”, explica a eldiario.es Galina Kolev, economista del Instituto de la Economía Alemana, con sede en Colonia (oeste germano).
Esta coyuntura supone un importante inconveniente para el país de la canciller Angela Merkel. También lo es que Trump no parezca creer en el comercio internacional tal y como lo conocemos. Para el presidente estadounidense, la Organización Mundial del Comercio (OMC) “es la peor organización que jamás se haya creado”. Esa frase la recoge el periodista estadounidense Bob Woodward en una de las páginas de su libro sobre el presidente de su país Fear: Trump in the White House (Simon & Schuster, 2018) o Miedo: Trump en la casa Blanca.
Así, Kolev y los investigadores de su instituto de estudios económicos han rebajado de forma ostensible la previsión de crecimiento económico para Alemania hasta dejarla en el 1,4% para 2019. El Gobierno alemán es algo más optimista, y ve a la economía creciendo un 1,8% el año próximo, según datos presentados hace unos días. Ese porcentaje también resultaba de rehacer pronósticos a la baja. Las previsiones anteriores del ministro Altmaier eran de un crecimiento del 2,3% para este año y de un 2,1% para 2019.
La prensa señala a Trump: “Daña a la economía”
En las páginas económicas del Süddeutsche Zeitung tienen claro que hay alguien con nombre y apellidos a quien se puede responsabilizar en buena medida de ese frenazo. “Trump daña a la economía alemana”, rezaba un reciente titular del diario generalista líder en ventas en suelo teutón. “También observamos que tendrán consecuencias otros problemas, como subidas en materias primas como el petróleo o las dificultades que atraviesan países como Turquía”, abunda Kolev. Cita esta economista al país de Recep Tayyip Erdogan, el tercer socio comercial no europeo de Alemania.
“La inseguridad internacional lleva a que las empresas son ahora muy cautelosas con sus inversiones”, sostiene la investigadora del Instituto de la Economía Alemana. Esta semana precisamente, el Centro para la Investigación Económica Europea (ZEW, por sus siglas alemanas), apuntaba un deterioro de las expectativas en su encuesta mensual a inversores sobre la situación en el país.
“La economía debería debilitarse en los próximos seis meses y esto llevará a una reducción del crecimiento”, según se lee en el estudio mensual del ZEW, con sede en Mannheim. En cualquier caso, las exportaciones germanas van a la baja. Cayeron un 0,1% en agosto y un 0,8% en julio.
Desde el conocido en Alemania como Mittelstand, palabra alemana que hace referencia a los más de dos millones de pequeñas y medianas empresas dedicadas a la manufactura que juegan un destacado papel en el rendimiento exportador germano, también se debe mirar con preocupación a los derroteros de la política comercial estadounidense. “No me puedo imaginar que en el Mittelstand estén tranquilos con este contexto internacional”, plantea Kolev.
Consecuencias para Europa
El debilitamiento de la economía alemana, que ejerce tradicionalmente de locomotora del crecimiento en Europa, puede hacer que detrás de ella se frenen otros socios europeos. “Muchos puestos de trabajo en Europa están vinculados a lo que Alemania termina exportando”, recuerda la investigadora del Instituto de la Economía Alemana.
Situada en pleno corazón de Europa, Alemania es el primer cliente de todos los países que le rodean. La industria del automóvil, por ejemplo, cuenta con una ingente cantidad de proveedores e intermediarios afincados en Francia, Austria, Italia, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría.
Hasta un 3,9% de todo lo que importa Alemania son piezas para vehículos. Después de coches, es lo que más compra el país de Angela Merkel. Para otros países europeos, como España o el Reino Unido, Alemania es el segundo socio continental al que más productos se venden y el país del que más se importa. Si Trump continúa tensando la cuerda comercial internacional y Alemania cae, arrastrará con toda probabilidad al resto de Europa.