Este año no va a pasar a la historia por ser el mejor para el comercio. La inflación se ha llevado por delante buena parte del poder adquisitivo de los consumidores, los tipos de interés ponen cuesta arriba endeudarse y la competencia de Amazon y sus precios hacen muy difícil rentabilizar la venta online. Sea por el motivo que sea, en 2023 se han multiplicado los procesos de quiebra y suspensión de pagos de cadenas vinculadas al comercio tradicional.
La última en sucumbir es Wilko, un gigante británico que suma 12.000 empleados. La cadena, con cerca de 400 establecimientos, ha entrado en el equivalente al concurso de acreedores y su gestión ha quedado en manos de un administrador, en un último intento por buscar otra oportunidad para salir a flote.
Si cae Wilko será el adiós a una enseña con casi un siglo de historia, que nació como una ferretería y que tiene un fuerte vínculo con sus clientes. En sus tiendas se pueden encontrar muebles, decoración, comida para perros, material escolar o productos de limpieza y cuidado personal. “Desde que tengo mi propio piso, vengo aquí de vez en cuando para comprar todo lo que necesito. Es barato y las cosas son de buena calidad”, aseguraba Winsome, de 53 años, en un artículo publicado por The Guardian, donde los consumidores destacaban su conexión emocional con esta cadena de tiendas.
Sin embargo, el afecto de los compradores no hace que las cuentas cuadren y la gestión de los propietarios -los descendientes de los fundadores- está en cuestión. En el último año, según el mismo diario, se repartieron un dividendo de 3 millones de libras a pesar de que la compañía tenía números rojos por valor de 37 millones. Y en la última década, ese dividendo suma 77 millones de libras, según la información publicada por The Mail on Sunday.
A partir de ahora, a Wilko se le abren diferentes puertas. La peor, que el administrador concursal no encuentre vías para sobrevivir -que pasan por cierres y despidos- y acabe en liquidación. La mejor, que aparezca un comprador. Así consiguió sobrevivir McColl's, otra firma británica del sector, aunque más ligada a la alimentación, que hace un año acabó en manos de su competidora Morrisons.
El problema del comercio para salir adelante en un contexto inflacionista y postpandémico como el actual es global. En España, por ejemplo, la cadena portuguesa de artículos de decoración A Loja do Gato Preto está inmersa en su tercer recorte de empleo en seis meses. Y la empresa de supermercados Dia acaba de acordar la venta su negocio luso mientras intenta encontrar un nuevo comprador para sus perfumerías, Clarel, tras fracasar su primer intento.
Las quiebras despegan en EEUU
En Estados Unidos, la pretensión de sanear los negocios no ha impedido que el número de concursos de acreedores de grandes empresas esté en máximos desde hace más de una década. Un traspiés empresarial que afecta a todos los sectores, pero que tiene especial foco en el comercio.
Hasta julio, el número de sociedades que ha entrado en el llamado Capítulo 11 de la ley de quiebras estadounidense -que equivale a la administración concursal- supera las 400. Solo en el mes de julio, lo solicitaron más de 60 firmas, según los datos que publica S&P Global Market Intelligence y que recoge la agencia Reuters. No es que vayan a desaparecer de forma inmediata. Bajo supervisión judicial tratarán de buscar una solución a sus balances y cuadrar un plan de negocio a futuro. Si no lo consiguen, es el primer paso hacia la liquidación.
Entre las compañías que han solicitado ese Capítulo 11 está Bed Bath & Beyond, que vende desde colchones a bombillas hasta duchas, pasando por sillas de comedor. Tras meses de dificultades económicas y de problemas para afrontar una estrategia de venta online, la cadena se ha visto envuelta en una rocambolesca historia, después de que el ejecutivo canadiense Ryan Cohen, conocido como el 'barón meme', haya acabado en los tribunales por arrastrar a pequeños inversores con un polémico tuit en el que pudo dar a entender que la empresa de decoración y mobiliario tenía por delante un próspero futuro financiero. Un futuro que en realidad está lleno de nubarrones.
Vender productos dedicados al hogar es uno de los nexos que comparten varias compañías que están pasando por dificultades económicas. En concurso de acreedores han caído este año Christmas Tree Shops, especializada en árboles de navidad; Nielsen y Bainbridge, en marcos para cuadros; y Tuesday Morning, que vende todo tipo de decoración para la casa. También Party City, que está enfocada en artículos para fiestas, con una red de más de 800 establecimientos repartidos por todo Estados Unidos.
Estas compañías están intentando buscar un 'plan b', que pasa por reestructurar deuda en un momento donde los tipos de interés parece que no han terminado de tocar techo, por reducir su red de tiendas y asumir una estrategia digital donde la inflación y la competencia minimizan los márgenes. Por ejemplo, en el caso de Party City, los acreedores le están exigiendo que pague su deuda a un tipo de interés del 12%.
Otra cadena que trata de aligerar su deuda pero con una actividad muy diferente es David's Bridal. Su negocio son los vestidos nupciales, con más de 300 tiendas y 9.000 empleados. En abril pidió acogerse al Capítulo 11 para poder reordenar su pasivo. No es la primera vez que lo hace, porque ya tuvo que hacer un movimiento similar hace cinco años. Superó los problemas, pero la pandemia desplomó las ceremonias y sus ventas. De momento, ha cerrado un centenar de establecimientos y ha encontrado un comprador. En este caso se trata de Cion Investment, una firma especializada en inversiones alternativas.
La auditora y consultora BDO ha analizado la evolución de las quiebras en el sector del comercio de Estados Unidos. En su estudio apunta como causa de la crisis del comercio al hundimiento de la capacidad de compra, por la inflación, el temor a un revés económico y a que lo primero que se elimina de la ecuación de gasto son artículos prescindibles, como los globos para fiestas. También la decoración, pero en este caso porque la compra de artículos para el hogar se disparó en la pandemia y el confinamiento.
Su informe es de marzo, pero sirve como indicador. En los tres primeros meses del año se acogieron al Capítulo 11 seis compañías ligadas al comercio. Fue más que en todo 2022, que fue el año con menos concursos de acreedores en el retail de toda la historia.
Cuando la caída esconde un fraude
Hay otras caídas de empresas del sector del comercio que, en un primer momento, se atribuyeron a dificultades económicas y donde, con el paso de los meses, ha resultado haber una gestión, cuanto menos, dudosa.
Así le ha ocurrido a Lojas Americanas, un gigante brasileño que cayó a principios de año. En enero, la compañía asumió un agujero contable de 20.000 millones de reales brasileños (más de 3.600 millones de euros al cambio actual) y una deuda de 43.000 millones de reales. Las posibles irregularidades en la gestión han derivado en una Comisión Parlamentaria, en la que está declarando el equipo directivo de la empresa.
Detrás de Lojas Americanas estaban como accionistas de referencia tres de los hombres más ricos de Brasil: Jorge Paulo Lemann, Marcel Herrmann Telles y Carlos Alberto Scupira. Lemann suma una fortuna de más de 15.000 millones de dólares, según la revista Forbes. Herrmann Telles, más de 10.000 y Sicupira, más de 8.000 millones, según la citada publicación estadounidense. Los tres son los principales accionistas de Anheuser-Busch Inbev, la mayor cervecera del mundo; y son fundadores de 3G Capital, uno de los gigantes de la inversión.
Lojas Americanas sigue funcionando, pero bajo administración concursal. Según la prensa brasileña, ha cerrado 43 establecimientos, aunque aún tiene más de 1.800; y ha recortado su plantilla en más de 3.000 personas. En junio sumaba casi 37.000 empleados. La caída de Americanas está considerada uno de los mayores escándalos corporativos de la historia de Brasil y se calcula que puede afectar a más de 16.000 acreedores.