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Dinero y trueque sociales para burlar a los 'mercados'

El Puma es una moneda social online de Sevilla.

Isaac Altable

Para afrontar problemas muy globales y de gran magnitud, las acciones locales pueden ir aportando singulares formas de resolverlos. Sumadas, son una gran solución.

¿En qué consisten? ¿Cómo funcionan? Se trata de una mezcla de trueque y dinero en un ámbito geográfico reducido que, a día de hoy, está tejiendo redes de servicio muy reales en barrios de ciudades españolas. A estos proyectos híbridos podemos conocerlos por el concepto de moneda social o moneda local. La actividad de las personas es la que crea esta moneda, que se usa para compensar los servicios que unos se prestan a otros. Una mudanza, tantas monedas sociales; unas barras de pan, otras tantas. El que presta el servicio se añade saldo. Cuando él haga uso de algo, se restará de su saldo.

Estos emprendimientos de carácter entre social y monetario se están extendiendo. Tanto es así que en mayo pasado se realizó un encuentro. Vamos por partes y ejemplos.

En el norte del casco histórico de Sevilla funciona Puma. Con esta manera de trabajar, los pumas sevillanos compran patatas o la reparación de un grifo. En la red de usuarios se crea una cartilla donde se van anotando las aportaciones y gastos de cada persona registrada que utiliza el sistema: el debe y el haber “siempre suman cero para impedir la especulación”, señalan en el proyecto. La evolución del plan ha creado una “central de abastecimiento” que permite “autoabastecernos, a través de la moneda social Puma, de productos básicos de alimentación, higiene y limpieza”.

Más ideas a partir de este emprendimiento: MercaPuma, un rastrillo donde comprar, vender o intercambiar. “Abierto a todo el mundo”, sus aportaciones en euros contribuyen a proveer de productos la mencionada central de abastecimiento.

Pero un encuentro requiere de más participantes. La moneda local también existe en la provincia de Almería, donde se llama Pitas. Este plan proviene de septiembre de 2012, cuando se constituyó la Comunidad de Intercambio del Bajo Andarax. Ellos mismos se definen: “Somos un colectivo de personas libres que utilizan las pitas como moneda social complementaria para articular nuestras operaciones de intercambio de bienes y servicios. Es decir, que aglutinamos las actividades tradicionales de los bancos de tiempo y el trueque”.

La misma idea. En Málaga, el emprendimiento se denomina Málaga Común. El común es lo que da valor a los servicios que se intercambian. En otra zona sevillana, en la Red de Trueque Aljarafe, la moneda es Jara. Juntarse y compartir experiencias hace las veces de catalizador e impulso para nuevos emprendedores sociales. A eso se dedicaron en el encuentro. La crisis económica y sus crudas revelaciones sobre los entresijos del sistema financiero han sido caldo de cultivo para el trabajo en pro de “una economía solidaria”, reflexionaron los participantes. Los sistemas de moneda social (que permiten combinarse con los euros) constituyen una de esas respuestas.

El común denominador es la alternativa al sistema monetario tradicional pero dándole una vuelta de tuerca. El trueque puro y duro no se acopla al estilo de vida actual. Una mezcla provechosa entre el dinero y el intercambio sostiene estos sistemas. Eso y la tecnología. Porque las monedas sociales-locales viven gracias a la sencillez y accesibilidad de lo virtual online. Una conexión y un registro en la red bastan para funcionar.

En este sentido, Jorge Timón (en Cáceres) ha puesto en marcha el proyecto Freicoin, una implementación de Bitcoin en la que la moneda termina por diluirse si no se usa. Se trata, grosso modo, de un sistema de pago p2p. En el barrio de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria, Demos ha dado un paso más allá al añadir al concepto de moneda social el de recibir un sueldo mensual en esta divisa electrónica que se caracteriza por “compensaciones o penalizaciones según las aportaciones de los usuarios”. Una renta universal con base en Demos.

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