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¿Qué son y cómo funcionan los contratos inteligentes?
Los contratos para establecer relaciones legales en la red sin intervención de terceros están más cerca de la realidad que nunca. Es lo que se conoce como contratos inteligentes o smart contracts y que la tecnología blockchain puede impulsar estableciendo relaciones contractuales con las mismas garantías que un documento legal tradicional. A pesar de que aún son varios los retos que presentan, son una de las herramientas de negocio con mayor potencial de la tecnología de registros distribuidos (DLT).
El criptólogo Nick Szabo fue el primero que pensó en los años 90 en unos protocolos informáticos que permitiesen el comercio electrónico entre desconocidos y que de alguna forma fueran capaces de sustituir al papeleo tradicional. Entonces no se pudo hacer realidad porque la infraestructura tecnológica necesaria para apoyarlo aún no existía.
Hoy tenemos las plataformas basadas en blockchain, que utilizan un sistema de registros distribuidos e inmutables que no pueden falsificarse y garantizan que todo el mundo vea la misma información. De ahí, que estas plataformas se hayan convertido en la tecnología base para desarrollar los smart contracts.
Rol activo de la tecnología
En los contratos inteligentes los ordenadores tienen un papel activo. No se trata únicamente de almacenar la documentación o permitir la firma electrónica, como se ha hecho hasta ahora, sino que estos programas realizan análisis y ejecutan alguna de las partes de su lógica interna. “El programa puede definir reglas y consecuencias estrictas del mismo modo que lo haría un documento legal tradicional, pero, a diferencia de los contratos tradicionales, también puede tomar información como input, procesarla según las reglas establecidas en el contrato y adoptar cualquier medida que se requiera como resultado de ello”, explica Javier Sebastián, responsable de Regulación Digital de DLT de BBVA Research.
Algunos de los usos más relevantes que se están desarrollando tienen que ver con procesos sencillos como puede ser votar por una publicación en un foro hasta otros más complejos, como la contratación de préstamos o la ejecución de herencias. Ya hay distintas plataformas que basándose en las tecnologías DLT ofrecen soluciones para desarrollar contratos inteligentes. Ethereum, Hyperledger, Counterparty, Rootsock o Corda del consorcio R3 – en la que participa BBVA – son las que más han avanzado en el uso de este tipo de contratos.
“El potencial de las tecnologías DLT para transformar el funcionamiento de la industria financiera es enorme. Sin embargo, estamos todavía en una primera fase exploratoria: las tecnologías son aún muy inmaduras y necesitan de un mayor avance de estandarización de procesos”, reflexiona Alicia Pertusa, responsable de Estrategia y Transformación Digital en Banca de Inversión de BBVA. La experta señala que uno de los desafíos está en unir el mundo tecnológico y el legal. “El reto no es sólo trasladar todo el lenguaje legal a un mundo computacional, sino que además se tienen que dar muchos avances para lograr su validez jurídica y estandarización en la industria”, subraya Pertusa.
La idea es que el software puede automatizar gran parte del proceso, lo que permitiría hacer cumplir los requisitos contractuales sin la participación humana y serían posibles los negocios entre desconocidos de forma fiable. Los servicios jurídicos de las empresas comenzarían a desarrollar entonces otras actividades. “El papel de los abogados podría cambiar y pasar de adjudicar contratos individuales a producir plantillas de smart contracts en un mercado competitivo, pero los smart contracts son una evolución del sistema legal, no una sustitución del mismo”, concluye Sebastián.
Los contratos para establecer relaciones legales en la red sin intervención de terceros están más cerca de la realidad que nunca. Es lo que se conoce como contratos inteligentes o smart contracts y que la tecnología blockchain puede impulsar estableciendo relaciones contractuales con las mismas garantías que un documento legal tradicional. A pesar de que aún son varios los retos que presentan, son una de las herramientas de negocio con mayor potencial de la tecnología de registros distribuidos (DLT).
El criptólogo Nick Szabo fue el primero que pensó en los años 90 en unos protocolos informáticos que permitiesen el comercio electrónico entre desconocidos y que de alguna forma fueran capaces de sustituir al papeleo tradicional. Entonces no se pudo hacer realidad porque la infraestructura tecnológica necesaria para apoyarlo aún no existía.