El comercio local ha sido —y sigue siendo— un pilar esencial en la vida de los barrios. En los últimos años hemos visto cómo, en momentos tan complicados como la pandemia, las pequeñas tiendas de toda la vida y los bares de barrio demostraron ser más que simples negocios, convirtiéndose en el alma de las comunidades. Proveen empleo, revitalizan las calles y ofrecen productos frescos y de calidad, con la cercanía y atención personalizada que tanto valora cualquier vecino. Son esos lugares de confianza que nunca fallan y que además ofrecen un menor impacto ambiental, por lo que cuando hablamos de fortalecer la vida de barrio no solo pensamos en la parte económica, sino también en un estilo de vida más sostenible, humano y cercano.
Negocios como las tiendas de barrio o los bares de la esquina impulsan la economía y suponen una pieza clave para combatir la despoblación rural y dinamizar las ciudades. En muchos casos, son de hecho el primer paso para nuevos emprendedores que se lanzan a fortalecer las economías de proximidad. Comprar en establecimientos cercanos o consumir en bares de siempre no solo nos garantiza productos frescos y de calidad, sino que también apoya un modelo de desarrollo más equilibrado, en el que se hace comunidad y en el que comerciantes y vecinos van de la mano en el desarrollo de su propio barrio o localidad.
Apostar por lo ‘de aquí’ para hacer comunidad
En este contexto de apuesta por lo local, una compañía que ha estado siempre presente en este tipo de comercios es Pascual. Desde su fundación por Tomás Pascual hace más de 50 años, la empresa ha mantenido un vínculo fuerte con las tiendas de barrio y pequeños comercios, contribuyendo a su crecimiento y supervivencia. Pascual ha recorrido un largo camino apoyando a los minoristas, tanto en el ámbito de la alimentación como en la hostelería, garantizando productos de calidad y ayudando a que los comercios de proximidad puedan competir frente a las grandes cadenas.
Desde sus inicios, Pascual ha sido un aliado fundamental del pequeño comercio. La compañía cuenta con una capilaridad que le permite llegar a cerca de 30.000 pequeños comercios en toda España, y sigue apostando por un modelo de negocio que pone en valor lo local. Esto incluye no solo la entrega de productos de calidad, sino también el apoyo continuo a los propietarios de estos establecimientos, asegurándose de que mantengan su relevancia en un mercado cada vez más competitivo.
“Yo solo vendo leche Pascual”, comenta Javi, propietario de Alimentación San Jorge, en Pamplona. “Es una marca de confianza para los vecinos, ellos saben que es garantía de calidad y vienen cada día a buscarla”. A lo largo de los años la marca ha demostrado que su compromiso va mucho más allá de lo comercial, consolidándose como un socio que entiende las necesidades específicas de los pequeños negocios. “Hace tiempo tuve otras marcas, pero el apoyo que demuestra a mi comercio y la seguridad de que nunca hay problemas, me empujó a quedarme solo con Pascual y a ampliar mi oferta con otros productos como las bebidas vegetales Vivesoy, los Bifrutas o el café”, añade el comerciante.
Bares y restaurantes, los de ‘toda la vida’
Además de las tiendas de barrio, Pascual también es un pilar importante para los bares y restaurantes de proximidad. La relación entre la compañía y el sector hostelero ha sido siempre estrecha y, hoy en día, Pascual está presente en uno de cada tres bares y restaurantes de España. Con su marca exclusiva para hostelería Pascual Profesional, la empresa no solo distribuye productos, sino que también ofrece herramientas y servicios para ayudar a los pequeños hosteleros a gestionar sus negocios de manera más eficiente y rentable.
“Nosotros llevamos unos 20 años trabajando con Pascual”, señala Rubén, del Restaurante Jiménez en Campanas (Navarra). “Damos de comer desde hace 62 años, yo soy ya la tercera generación que lleva el negocio, por lo que no estamos aquí ‘para un día’. Eso nos exige ofrecer una calidad capaz de crear una firme confianza con nuestros clientes, que frecuentan mucho nuestro menú del día. De hecho, nuestro postre más popular y de mayor éxito, el flan de queso y nueces, está elaborado en su gran mayoría con productos Pascual”.
Gracias a su amplia red de distribución, donde Pascual trabaja con su distribuidora Qualianza, y a la atención personalizada que ofrece, la marca se ha convertido en un aliado indispensable para los pequeños hosteleros, proporcionando un apoyo constante que va más allá de la simple venta de productos. “Hemos tenido aquí a un barista profesional de Pascual compartiendo nociones para preparar el café perfecto, y parece mentira pero cuando conoces bien los detalles de la técnica se nota y es algo que nos ha funcionado muy bien. Pero sobre todo, el trato cercano y de confianza que tenemos con la marca nos proporciona multitud de consejos”, aporta Rubén.
Una relación de tú a tú
Igual que los clientes y vecinos tienen una relación de tú a tú con sus tiendas de barrio y sus bares de siempre, Pascual se esfuerza por mantener un vínculo similar con los negocios que apuestan por sus productos.
Ramón Magdaleno es comercial de Pascual en Navarra: “Conociendo a nuestros clientes podemos ofrecerle un servicio mejor enfocado a su negocio, basado en la confianza mutua. Podemos asesorarles sobre qué productos pueden funcionar mejor en su zona, aconsejando de manera personalizada, y ofreciendo servicios como la Kitchen Academy y la Mocay Academy con los que podemos instruir a los negocios de hostelería”. De manera que en un mundo donde las grandes cadenas y la globalización marcan el ritmo, Pascual sigue confiando en el valor de lo cercano para demostrar que lo local no solo es necesario, sino también el modelo más prometedor para un futuro más sostenible.