“Dejar que una persona se vaya a su casa pensando que se va a morir es muy duro. Y no poder ofrecer nada más es frustrante, por eso investigo”. Estas declaraciones de Noelia Tarazona, oncóloga del Hospital Clínico de Valencia —e investigadora Joan Rodés del Grupo de Investigación en cáncer colorrectal y nuevos desarrollos terapéuticos en tumores sólidos de INCLIVA— ponen de manifiesto la relevancia de la investigación a la hora de ayudar a pacientes oncológicos en el proceso de afrontar la enfermedad con la esperanza de una cura.
Promover la investigación del cáncer es una reivindicación en la que todos los actores implicados en la enfermedad inciden, especialmente en fechas como hoy, Día Mundial contra el Cáncer —4 de febrero—, y en la que entidades privadas como la Fundación Mutua Madrileña llevan años impulsando la investigación de forma desinteresada.
Gracias a la financiación de Fundación Mutua Madrileña, la doctora Tarazona lleva a cabo un proyecto para intentar recuperar la pérdida de la expresión del gen CDX2, que se asocia a recaída de la enfermedad y mal pronóstico. Las visitas de los pacientes a consulta son el primer paso para investigar las muestras de tumores en laboratorio, una tarea que realiza en colaboración con biólogos y otras especialidades, incluso de otros centros porque “uno solo no avanza”.
“En la enfermedad, sea cual sea, las células son mucho más listas que todos nosotros. El conocimiento unido es lo que permite que estemos progresando”, explica. De momento, acaba de presentar resultados prometedores de su investigación en el último congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), celebrado hace apenas unos meses. El proyecto dirigido por la doctora Tarazona es uno de los 1.400 proyectos de investigación médica a los que Fundación Mutua Madrileña ha dedicado más de 65 millones de euros a través de su convocatoria anual de Ayudas a la Investigación en Salud.
Salud mental e inmunoterapia en cáncer, protagonistas de la 20º edición
Durante este mes de febrero, la Fundación Mutua ha abierto la vigésima edición de estas ayudas a la investigación médica que, como novedad este año, incorpora la salud mental a la oncología, los trasplantes, las enfermedades raras en la infancia y la traumatología, como áreas en la que financiarán estudios clínicos. La dotación de la convocatoria se ha aumentado hasta los 2,3 millones de euros, y todos los proyectos —que deberán desarrollarse en hospitales españoles—, serán seleccionados por un comité científico presidido por el doctor Rafael Matesanz. Los investigadores pueden presentarse en la web de la fundación, donde también están disponibles las bases de la convocatoria.
Los estudios se seleccionarán basándose en criterios de experiencia investigadora del investigador principal y el equipo, calidad científica, viabilidad, aplicación práctica y el impacto social que se espera de los resultados. Así mismo se tendrá en cuenta el fomento de la colaboración entre comunidades autónomas, con el objetivo de incentivar la investigación en red, y con este propósito se reservará una partida específica para financiar proyectos realizados de forma colaborativa por equipos de investigadores pertenecientes, al menos, a cuatro comunidades autónomas diferentes.
Es el caso de uno de los proyectos financiados en la última edición de las Ayudas a la Investigación en Salud, dirigido por la doctora Marina Paradela, del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña y cirujana torácica del Centro Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac).
Su estudio, colaborativo entre hospitales de varias comunidades autónomas españolas, profundiza en el conocimiento de las mejores técnicas quirúrgicas para extirpar un tipo de tumor pulmonar. La colaboración entre comunidades es esencial para lograr una muestra lo suficientemente grande para que los resultados sean relevantes y “para evitar que la variable ‘cirujano’ sea un factor de confusión”, explica la doctora Paradela.
Financiar donde el sistema tradicional no llega
Los proyectos que financia la Fundación Mutua suelen estar fuera del circuito de proyectos que asume la industria farmacéutica, bien por estar en sus primeras fases, bien por tratarse de temas que no implican moléculas, tales como la cirugía, o que son más experimentales. De esta forma, la ayuda privada cubre áreas de la investigación indispensables pero que no quedan cubiertas por el sistema más tradicional.
Dada la amplitud y complejidad de la especialidad, el comité científico de la fundación —que preside el doctor Rafael Matesanz— selecciona en cada convocatoria un tipo de tumor. En 2020, cuando la doctora Tarazona recibió su ayuda, fue el colorrectal; en 2021 el de páncreas; en el 2022 el de pulmón, y en 2023 —en la vigésima convocatoria ininterrumpida de estas ayudas que se lanzará el próximo febrero— será en inmunoterapia en cáncer.
El caso de la doctora Tarazona y su investigación se une a otros proyectos, como el de Houria Boulaiz, catedrática de la Universidad de Granada o la cirujana Marina Paradela, Centro Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), que han podido poner en marcha estudios gracias a estas ayudas, logrando prometedores resultados en la identificación de dianas terapéuticas para atacar determinados subtipos tumorales o la identificación de mecanismos y moléculas candidatas para bloquearlos o activarlos.
La doctora Houria Boulaiz recibió una ayuda para investigar en una molécula candidata para cáncer ginecológico en 2016. La Catedrática de la Universidad de Granada y miembro del grupo de investigación Terapias avanzadas: Diferenciación, Regeneración y Cáncer, también pertenece al Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (IBS Granada) y a la Unidad de Excelencia ModelingNature: from nano to macro de la UGR.
Con la financiación, logró desarrollar un sistema de terapia génica para el cáncer capaz de frenar la proliferación de células de diferentes tipos de tumores, tales como el colorrectal, el de cérvix y el de mama, tanto in vitro como in vivo, deteniendo de esta forma el crecimiento del cáncer. El sistema, basado en la toxina LdrB, fue patentado y descrito en la revista científica Cancers.
Los testimonios de estas doctoras son solo algunos ejemplos recientes de la investigación que se está llevando a cabo en el área de oncología gracias a la financiación privada. A punto de cumplir 20 años de ayudas ininterrumpidas, la fundación mantiene su compromiso con los investigadores y con los pacientes. “Queda mucho campo por pensar, colaborar, investigar y descubrir. Y de ahí nuestra ansia de pedir financiación, pensar qué más podemos hacer y siempre con el optimismo de que alguna de estas investigaciones nos permita encontrar un fármaco que aporte a los pacientes algún beneficio”, concluye la doctora Tarazona.