Las cefaleas, un dolor localizado en la cabeza, son uno de los trastornos más frecuentes del sistema nervioso. Con una prevalencia mundial de casi el 50%, casi la mitad de la población adulta ha sufrido al menos un episodio de dolor de cabeza en el último año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).Pero no todos los dolores de cabeza son iguales.
A grandes rasgos, la clasificación distingue entre cefaleas primarias (como la migraña o la cefalea de tensión) y secundarias (debidas a otro proceso). En función de factores como la edad del paciente, los antecedentes familiares y personales, el tipo de dolor y otros criterios clínicos, puede tratarse de un tipo u otro.
Aunque en ocasiones las cefaleas pueden ser dolorosas y debilitantes, la mayoría pueden tratarse y desaparecen en varias horas. Sin embargo, ciertos tipos de cefalea pueden ser un signo de algo más grave.
Dolor de cabeza en trueno, severo y repentino
El dolor de cabeza en trueno es una forma severa de dolor de cabeza que aparece de manera repentina, como un “trueno”, como sugiere el nombre, y que suele alcanzar su punto máximo en los 30 segundos a un minuto. A menudo, las personas que la sufren suelen referirse a él como el peor dolor de cabeza de su vida.
La International Headache Society (IHS) define este tipo de cefalea como un “dolor de cabeza de alta intensidad de inicio abrupto que imita el de un aneurisma cerebral roto, en ausencia de patología intracraneal”.
Esta emergencia médica, que a menudo aparece sin ningún desencadenante, es muy distinta a cualquier otro dolor de cabeza más común, como la migraña y el dolor de cabeza tensional.
De acuerdo con los criterios de clasificación de la Clasificación Internacional de Trastorno por Dolor de Cabeza, los síntomas incluyen una intensidad de dolor severa, de inicio repentino, que alcanza la máxima intensidad en un minuto, y que dura unos cinco minutos.
Las principales causas de la cefalea en trueno
Este tipo de dolor en trueno se asocia con una variedad de causas, que van desde unas más benignas hasta otras más graves como problemas vasculares y lesiones o anomalías estructurales. Esto significa que debe realizarse un estudio exhaustivo que asegure que no sucede nada serio y que permita descartar problemas más graves.
Una cefalea en trueno se puede atribuir a importantes trastornos vasculares intracraneales, sobre todo hemorragia subaracnoidea, un sangrado que se produce en la meninge, la envuelta que recubre el cerebro (entre el cerebro y el hueso del cráneo). En la mayoría de los casos, se produce tras la rotura de dilataciones en las arterias cerebrales, los aneurismas, cuyos factores de riesgo suelen ser “la edad avanzada, la hipertensión arterial mal controlada, el tabaquismo y el consumo de drogas como la cocaína”, reconoce en el blog ‘Cefablog’ el doctor Carlos Ordás, especialista del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos.
El fuerte dolor de cabeza puede ir acompañado también en este caso de otros síntomas como rigidez en el cuello, alteración de la fuerza o sensibilidad de una parte del cuerpo, visión doble o pérdida de visión, alteración del lenguaje y, en algunos casos, somnolencia y bajo nivel de conciencia.
Aunque la hemorragia subaracnoidea suele ser el primer diagnóstico que debe tenerse en mente y el primero en descartar, existen otras causas del dolor, como el síndrome de vasoconstricción cerebral reversible, la encefalopatía posterior reversible o la angeítis del sistema nervioso central; así como otras entidades que ocasionalmente pueden presentarse con esta forma de dolor de cabeza como la disección arterial, la trombosis venosa cerebral o la pérdida de presión intracraneal. Y todas ellas pueden manifestarse como cefalea en trueno.
También las cefaleas primarias, como las provocadas por un esfuerzo físico, pueden mostrarse con este tipo de cefalea.
Cuál es el tratamiento para la cefalea en trueno
Las pruebas que suelen usarse con más frecuencia para tratar de determinar la causa de un dolor de cabeza en trueno son una tomografía computarizada de la cabeza con la que se obtienen imágenes en cortes transversales del cerebro; una punción lumbar para extraer una pequeña cantidad del líquido que rodea el cerebro y la médula espinal; una resonancia magnética como prueba adicional; y una angiografía por resonancia magnética para mapear el flujo sanguíneo del cerebro.
Como admite el especialista, con una atención urgente se puede conseguir cerrar el aneurisma “mediante un cateterismo arterial”. El tratamiento incluye un ingreso y vigilancia para detectar, de forma precoz, cualquier posible complicación a corto y medio plazo. “si la atención es rápida y el sangrado no es masivo, en la mayoría de los casos el pronóstico suele ser bueno”, tranquiliza Ordás.