Una hernia inguinal es la aparición de un bulto o salida del contenido del abdomen, en la mayoría de los casos grasa o intestino, en una o en las dos ingles. Esta patología afecta entre un 5% y un 15% de la población adulta española, sobre todo hombres con obesidad o sobrepeso e hipertrofia prostática o con un historial familiar con presencia de patología herniaria previa, con fibrosis quística o criptorquidia.
Según una investigación publicada en Frontiers in Surgery, alrededor del 27% de los hombres y el 3% de las mujeres desarrollarán una hernia inguinal en algún momento de su vida.
Qué hacer cuando aparece una hernia inguinal
En la mayoría de los casos está causada por un sobreesfuerzo y, aunque no suele ser peligrosa, sí puede causar dolor, sobre todo al levantar objetos, agacharse, hacer un esfuerzo o toser. Además, si no se trata, puede llegar a ser un problema de salud grave, por lo que no deben ignorarse los síntomas.
Una hernia inguinal no desaparece por sí sola. Es más, aunque suele empezar como un bulto pequeño, con el tiempo tiende a agrandarse a medida que la pared muscular del abdomen se debilita y sobresale más tejido. Por ello, las hernias inguinales sintomáticas deben tratarse y la cirugía es la única opción.
Las que no presentan síntomas pueden tratarse con una “espera vigilante”, solo para aquellos casos en los que causen pocos o ningún síntoma. De optar por esta medida, debe prestarse atención a los síntomas y consultar con el médico con regularidad. Se calcula que un 70% de los hombres que retrasan la cirugía desarrollarán nuevos o peores síntomas y necesitarán cirugía en un plazo de cinco años.
Cómo ayuda la cirugía laparoscópica a la hernia inguinal
Más de 20 millones de pacientes en todo el mundo se someten cada año a la reparación de hernia inguinal. Porque, una vez diagnosticada, el tratamiento definitivo de la hernia inguinal es la cirugía. De entre todos los distintos enfoques e indicaciones de tratamiento, uno de los objetivos es estandarizar la atención, minimizar las complicaciones y mejorar los resultados.
Por ello, una de las intervenciones que se perfilan como una de las más efectivas es la cirugía laparoscópica que, entre otros beneficios, evita que la hernia aumente de tamaño o que surjan complicaciones como estrangulamiento del intestino.
A pesar de las ventajas, se trata de una técnica poco implementada de forma habitual en España. De ahí que, desde el Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del Hospital Universitario Infanta Elena, que cuenta con una unidad especializada en el manejo laparoscópico avanzado de la patología de pared abdominal, organiza una nueva edición del Curso de Cirugía endoscópica de la hernia inguinal.
El abordaje laparoscópico para la patología herniaria “reduce el dolor postoperatorio y el entumecimiento de la zona, ofrece un mejor resultado estético y ayuda a una reincorporación más temprana a las actividades habituales”, reconoce el doctor Santos F. Jiménez de los Galanes Marchán, jefe del servicio citado, que cuenta con profesionales con un amplio reconocimiento nacional e internacional dentro de la comunidad quirúrgica en este campo.
Durante este proceso quirúrgico se suelen hacer pequeños cortes en la parte inferior del abdomen y se inserta un tubo delgado con una pequeña cámara de vídeo conectada. Esta cámara envía imágenes a un monitor de vídeo y el cirujano repara la hernia a través de pequeñas incisiones.
Las “Directrices internacionales para el tratamiento de las hernias inguinales”, publicadas por el grupo HerniaSurge, una iniciativa conjunta de siete sociedades quirúrgicas científicas, admiten que la reparación laparoendoscópica es una de las técnicas mejor valoradas siempre y cuando se disponga de recursos y experiencia.
Las guías de 2018 recomendaban la laparoscopia en mujeres, pacientes jóvenes, deportistas, con gran dolor preoperatorio o recidivas de la vía anterior, y recalcaban que esto debía ser así siempre que “exista un cirujano con la preparación necesaria y los medios sean adecuados”.
De ahí la importancia de iniciativas como la de los expertos del Hospital Universitario Infanta Elena, cuyos cirujanos presentan este curso in situ en el quirófano, con casos reales. Esta unidad ya trata con laparoscopia la patología de pared abdominal de mayor complejidad, como las hernias secundarias a incisiones o la diástasis de rectos, apoyándose en medidas de prehabilitación.
Los expertos aplican las técnicas TAPP (corrección herniaria por vía transabdominal preperitoneal) y TEP (abordaje total extraperitoneal), en función de cuál es la que aporta mayor beneficio al paciente. Aunque con ambas se obtienen resultados similares, la que usa TAPP precisa un acceso a la cavidad peritoneal para incidir sobre el peritoneo, disecar la región inguinal y colocar una malla; TEP, en cambio, es más compleja y no requiere acceder a la cavidad peritoneal para colocar la malla, de ahí que los riesgos de lesión a los órganos internos sean menores.