Día del síndrome de Down: el trabajo como clave de la inclusión

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Decía Steve Jobs que, ya que el trabajo va a llenarnos gran parte de nuestra vida, debemos elegir el que más nos guste para vivir satisfechos. Y a Víctor, un trabajo que sea manipulativo y en el que pueda discutir de fútbol con su jefe le hace tremendamente feliz. Por eso cada día llega el primero. Por eso siempre está de buen humor. Por eso acaba siempre lo que empieza y pone un enorme cuidado en lo que hace. Por eso le quieren todos en la tienda de delicatessen donde trabaja, y quiere pasar de ir cuatro días a ir cinco a la semana. Porque los técnicos del programa Incorpora de “la Caixa” dieron en el clavo: no solo le encontraron un trabajo, sino también un espacio de felicidad. Una historia de superación en el Día Mundial del Síndrome de Down.

Víctor Vidal tiene 33 años y trabaja en Camarasa Fruits, una tienda de productos selectos de la zona alta de Barcelona. “Pelo las judías, corto las fresas, doblo las cajas… y hablo de fútbol con Marc. ¡Me encanta el Barça!”. Se refiere a Marc Taribó, gerente y propietario de la empresa, quien se declara perico y eso vuelve loco a Víctor, que es culé. “Siempre estamos con batallitas. Y eso que al principio le costó adaptarse, ¡pero ahora está todo el día de broma!”, se ríe Marc. 

Esta iniciativa está vinculada con Alma, una nueva manera de hablar de lo social. Con actitud y optimismo. Desde la diversidad. Y a partir de las historias de “la Caixa”. Queremos ser también un punto de encuentro de las infinitas realidades sociales de nuestro mundo. Por eso Alma es la red social social. 

Hace más de dos años que Víctor hizo su primera entrevista de trabajo en Aura Fundació, adherida al programa Incorpora de “la Caixa”. Tenía muchas ganas de trabajar. “¡Y de ganar dinero!”, apostilla Víctor. Tras pasar por el grupo de preparación, su preparadora laboral, Laura Rodríguez, y los técnicos de empleo, vieron claro su perfil. “Él en casa lija y da forma a maderitas, le gusta manipular cosas. Y desde que empezó las clases de comunicación eficaz, es capaz de tratar con el público y le encanta hablar con los clientes”. Así que en la tienda está como en casa. 

“Todo empezó porque una clienta habitual con un hijo con síndrome de Down me habló de la fundación y me preguntó si quería contratar a alguien. Yo enseguida dije que sí”, recuerda el jefe de Víctor. En cuanto la oferta de Camarasa Fruits llegó a la bolsa de trabajo de la fundación —que solo en el 2019 gestionó más de 50 inserciones de Aura y más de 20 de otras entidades— enviaron el currículum de Víctor. “Lo más difícil de su caso fue que no había un puesto fijo para él”, recuerda Laura. “Pero nos sorprendió porque ha tenido mucha capacidad de adaptación. Empezó haciendo unas tareas y ha acabado haciendo otras. Ha sido un proceso muy natural. Y sus compañeros le adoran”.

“Eli, Marc, Cristian… Tengo un montón de amigos aquí”, asegura Víctor. “Y Laura me ayuda mucho”. La preparadora laboral lo visita —ahora ya menos— una vez al mes, como parte del acompañamiento in situ de por vida al que se compromete la entidad. Y Víctor, feliz: “Laura es guapa y a mí me encanta, porque dice que trabajo muy bien”.

“Es muy puntual, siempre llega incluso antes de su hora. Es extrovertido, simpático, trabajador. Él quiere acabar su trabajo. Cuando es su hora pero le queda algo por hacer, hasta que no lo acaba no se va”, destaca Marc. “Pero a las 11 h en punto, su desayuno es sagrado, ¿eh?”, advierte Eli. “Croquetas, tortilla… ¡El mejor almuerzo siempre lo trae él!”.

Pero no todo es trabajo en la vida de Víctor. En sus ratos libres, además de pulir maderas, hace sopas de letras, teatro, baile moderno, juega a juegos de ordenador de Harry Potter, viaja con sus padres y, lo más importante, escucha mucha música. “Soy fan de Dani Martín. Me sé todas sus canciones. Mi preferida es Qué bonita la vida”. Y entre sus sueños, se encuentran comprar dos guitarras eléctricas y un coche, ir a Las Vegas y, algún día, casarse. “Aunque aún no tengo novia”. 

Ahora, su plan de futuro más inmediato es pasar de trabajar cuatro días a trabajar cinco. “Y más horas”, recalca Víctor. “Yo, encantado, aquí siempre hay trabajo. Y como desde Aura me han dicho que puede asumirlo, adelante”, afirma el empresario. “Aunque sea más lento que otras personas, hace bien su trabajo. Animo a otras empresas a que se atrevan a dar el paso. Víctor nos trae felicidad. Estamos encantados y muy orgullosos. Mi mujer dice que contratarle es lo mejor que hemos hecho nunca”. Víctor aún recuerda el día que lo contrataron y su vida cambió: “Me puse un poco nervioso y un montón de contento”.