Una nube de mitos y leyendas envuelve el mundo de reciclaje. Historias que defienden que los camiones de recogida mezclan todos los residuos, que las plantas de reciclaje no hacen distinciones, que los productos reciclados son de peor calidad, que el gesto de una persona no va a salvar el planeta… Argumentos todos ellos falsos con los que parece fácil crear excusas para no reciclar.
Todos tenemos una función vital en el ciclo del reciclaje, y ni podemos eximir nuestra responsabilidad, ni podemos agarrarnos a cualquier evasiva para no echar una mano al planeta. Como ahora verás, si alguna vez has oído alguna de las siguientes excusas, todas se basan en mitos fáciles de desmontar.
“Yo no reciclo porque eso es responsabilidad de las empresas que venden los envases”
Reciclar es responsabilidad de todos, también de las empresas que venden los productos envasados, pero eso no quiere decir que los usuarios finales puedan mirar hacia otro lado. El reciclaje es un círculo en el que cada uno juega un papel fundamental, y por eso las compañías productoras que ponen envases en el mercado están obligadas a asumir los costes que conlleva conlleva el reciclado de sus envases. “Quien contamina paga”, así lo defiende la Ley de Envases (11/97).
Organizaciones ambientales como Ecoembes o Ecovidrio hacen posible que ese importe económico que han de pagar las empresas se distribuya como es debido entre los diferentes municipios, para que se puedan cubrir los gastos de recogida, camiones, contenedores, operarios, etc. además de invertirse en concienciación ciudadana. Por tanto, sí, es responsabilidad de las empresas, pero también de los ciudadanos, porque sin ellos la cadena del reciclaje nunca sería posible.
“Yo no reciclo porque fuera de casa es inútil”
Nada más lejos de la realidad. La red de recogida selectiva es cada vez más amplia y va mucho más allá de la recogida domiciliaria. Por eso, cada vez es más fácil reciclar estés donde estés, ya sea en casa o fuera de ella, sea de vacaciones, en eventos, viajes o en nuestro tiempo de ocio.
Los puntos de reciclaje crecen cada año y solo en 2018 se instalaron 7.400 nuevos accesos, de manera que ya entonces se alcanzaron los 37.800 en total. Cuando antes solo encontrábamos contenedores de recogida selectiva en nuestras calles, ahora los tenemos también en hospitales, estadios deportivos, aeropuertos, recintos de ocio, oficinas, hoteles y restaurantes, por citar solo algunos espacios de alta concentración ciudadana. Por eso reciclar fuera de casa es tan útil y sencillo como hacerlo en nuestro propio hogar.
“Yo no reciclo porque no es cosa mía, ese trabajo le corresponde a otro”
Ante esta excusa, lo primero que hay que aclarar es que reciclar no es un trabajo, sino una responsabilidad. Hemos de recordar que la cadena del reciclaje depende de todos y cada uno de sus eslabones, y que para garantizar su éxito, y conseguir frenar el cambio climático, no puede fallar ninguno de ellos. De modo que reciclar no le corresponde a otro, sino que nos corresponde a todos. “Como individuos, tenemos que tomar un rol activo para formar parte de la solución”, asegura María González, una madrileña de 30 años que recicla desde que tiene uso de razón. “La sociedad cada vez genera más residuos, así que esta labor es una responsabilidad de todos”, añade.
Ya son 37 millones de españoles los que declaran separar sus envases para hacer posible su reciclaje, y la mayoría de ellos confiesa sentirse orgulloso de hacerlo. Gracias a la colaboración, tanto de ciudadanos como empresas y administraciones, en 2018 se reciclaron cerca de 1,5 millones de toneladas de envases, un 12% más que el año anterior, evitando así la emisión de 1,6 millones de toneladas de CO2.
“Yo no reciclo porque ni tengo tiempo ni tengo espacio”
¿Cuánto tiempo más se tarda en tirar un envase en un cubo u otro, o en un contenedor u otro en la calle? La diferencia a usar un único cubo y un único contenedor es mínima, porque los cubos pueden estar juntos y los contenedores también. Por lo que el tiempo no puede ser una excusa, sobre todo si al dedicar estos segundos a separar estamos evitando emisiones de CO2 a la atmósfera y ahorrando materias primas. “Hay que tener voluntad y ser sensatos, el medioambiente y los humanos lo necesitamos”, asegura Ascensión Cerezo, presidenta de la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de la Comunidad de Madrid.
Es cierto que no todos los ciudadanos disponen en su cocina del mismo espacio, pero hasta en las cocinas más pequeñas es posible reciclar. No hay por qué tener varios cubos para separar cada una de las fracciones de los residuos, pueden ser sustituidos por bolsas para que de ahí pasen a uno de los 383.974 contenedores amarillos y 217.170 azules que hay distribuidos por toda la geografía española. “A quien asegura que no tiene tiempo le diría que el tiempo se puede sacar, porque los contenedores están fijos en la calle; y a los que afirman que no tienen espacio, que no hace falta que coloquen cubos en sus cocinas, basta con colocar los deshechos en bolsas y tirarlos a diario”, concluye Cerezo.
“Yo no reciclo porque reciclar daña más el medio ambiente que fabricar un envase nuevo”
¿Para qué extraer nuevas materias primas para la fabricación de productos si cada día desechamos miles y miles de ellos? Evidentemente, dicha extracción supone un mayor coste ambiental que el reciclaje. Así lo demuestran diferentes estudios llevados a cabo por ESCI (School of International Studies), la Fundación Cidaut (Investigación y Desarrollo en Transporte y Energía) y la Cátedra UNESCO.
El proceso de obtención de nuevas materias primas genera más sustancias contaminantes que cuando aprovechamos los materiales reciclados. Al reciclar se emite menos CO2 y se reduce la contaminación resultante, al igual que obtener papel desde cero consume una mayor cantidad de agua que al producir papel reciclado. Los materiales ya los tenemos, solo es necesario que entren en el ciclo del reciclaje para vuelvan a tener una nueva vida.