El cambio climático no es una advertencia, sino un hecho. Una realidad mundial que ya notamos en nuestro día a día, pero que en algunos lugares sus consecuencias están siendo devastadoras. Es lo que ocurre en el Cuerno de África, una región que está atravesando la peor sequía de los últimos 40 años.
En Kenia, Etiopía y Somalia, tres países que conforman esta región, las escasas precipitaciones registradas en los últimos cuatro años han secado las fuentes de agua, arrasado cultivos y provocado la muerte de ganado. Una hecatombe que sitúa a las personas refugiadas, desplazadas internas y sus comunidades de acogida, entre las más afectadas.
Las trágicas consecuencias de esta sequía sumada a la inestabilidad por los conflictos que también afectan a la zona y a la crisis económica mundial que se ha acelerado con la guerra de Ucrania, dejan a este lugar del planeta inmerso en una emergencia humanitaria. Una crisis olvidada que puede traducirse en una sola palabra: hambre.
En la actualidad, se estima que 20,5 millones de personas en Etiopía, Kenia y Somalia se enfrentan a una hambruna severa. Además, se calcula que 7,1 millones de niñas y niños en estos tres países padecen desnutrición aguda.
Los efectos de esta emergencia sobre la población infantil y las mujeres, llega a colocarles como principales víctimas, porque son quienes tienen que enfrentarse a contextos de mayor vulnerabilidad. Por ejemplo, las mujeres y niñas tienen que realizar trayectos cada vez más largos en busca de agua exponiéndose a todo tipo de abusos y violencias. También ocurre que muchos menores se han visto obligados a abandonar la escuela para ayudar a sus familias a obtener un ingreso diario y poder mantenerse, lo que aumenta cada vez más el riesgo de sufrir matrimonio forzado o separación familiar.
Así es huir del hambre
No hay que olvidar que detrás de estas escalofriantes cifras hay vidas humanas. Sudi Salad Dirie, es una de ellas. Esta madre de familia se ha visto obligada a escapar de su casa con todos sus hijos dos veces en un año. Primero huyeron de la violencia provocada por los enfrentamientos en la zona y, después, por la sequía. “Caminamos dos días y medio hasta que alguien paró por el camino y nos llevó hasta aquí”, recuerda esta mujer de aquellos días de travesía en los que estaba embarazada y dio a luz al poco tiempo de llegar a uno de los campos para desplazados internos en Galkayo, Somalia.
Isaack Hassan, es padre de una gran familia que lleva años moviéndose para sobrevivir a las sequías y la falta de alimentos y recursos básicos. Ya en 2011 buscaron refugio contra el hambre en un asentamiento de Mogasihu y ese mismo año perdió a cuatro de sus hijos que murieron por inanición. Este año él y su familia se han visto obligados a dejar su casa de nuevo. “La gente estaba muy débil por el hambre, así que tuvimos que huir por el bien de nuestras vidas. Vinimos a este campo durante el mes de Ramadán. Todo mi ganado y cultivo ha desaparecido por la sequía y mi mujer también murió de hambre, así que me vi sin ayuda”, lamenta este padre de familia desde una pequeña tienda de campaña hecha con telas y palos, que sirve como nuevo hogar en uno de los campos de desplazados internos que alberga la ciudad de Baidoa, en Somalia.
Khadija Ahmed Osman, también es somalí y también se ha visto obligada a escapar de su hogar junto a su familia. En este caso cuenta que el motivo principal de su huida fue para proteger a sus hijos de ser reclutados por grupos armados. Así fue cómo llegó al campo de refugiados de Dadab en Kenia, que acoge a somalís desde hace 30 años bajo duras condiciones sorteando crisis como la actual sequía y hambruna que también afecta al país.
En Kenia, 23 de sus 47 condados están siendo afectados por la situación de sequía, incluidas las zonas de Turkana y Garissa, que albergan a cientos de miles de refugiados. Solo desde el mes de mayo se registraron 744 personas refugiadas y solicitantes de asilo, principalmente procedentes de Sudán del sur, Somalia y Etiopía. âAdemás, las dificultades para el acceso de agua en gran parte del país ha provocado movimientos de personas entre condados en busca de agua y pastos más verdes para el ganado.
ACNUR alerta sobre la necesidad de recaudar fondos para dar respuesta a esta crisis
Ante esta grave situación, ACNUR (la Agencia de la ONU para los refugiados) está presente en la región aplicando un plan de respuesta a esta crisis humanitaria, liderando las áreas de protección y refugio, suministrando artículos de emergencia y coordinando y gestionando los campos de personas refugiadas y desplazadas. Pero, a medida que las consecuencias de la sequía y la hambruna se acentúan, las necesidades para la supervivencia de esta población también aumentan.
Por eso, desde ACNUR hacen un llamamiento urgente para recaudar 40,5 millones de euros necesarios para paliar los efectos del hambre y la sequía en el Cuerno de África. “Los equipos de ACNUR están sobre el terreno haciendo lo que pueden para ayudar, pero hemos conseguido recursos para cubrir solo un pequeño porcentaje de las personas necesitadas”, advertía Filippo Grandi, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en su última visita a la región.