Hay una Álava que nos habla de otro tiempo, de una época en que esta tierra era motivo de disputa entre los reinos de Navarra y de Castilla, en que las ciudades precisaban de grandes murallas, los castillos se construían en altura para vigilarlo todo y las leyendas se tomaban muy en serio.
Hay una Álava que nos habla de la Edad Media y que todavía se puede visitar. De sur a norte, desde Laguardia hasta Artziniega. Unos 100 kilómetros que se pueden recorrer siguiendo tres rutas en coche, con parada en Vitoria-Gasteiz y en una serie de coquetos pueblos.
Laguardia, punto de partida
Más allá de la fama de sus bodegas y de su vino, Laguardia seduce desde el momento en que se atisba en el horizonte y termina por conquistar a quien atraviesa las puertas de su robusta muralla para disfrutar del encanto de unas calles de marcado trazado medieval.
Plazas y callejuelas se alternan con edificios históricos que datan de distintas épocas y si hay que quedarse con algún imprescindible, son las Iglesias de San Juan y Santa María de los Reyes. Sabemos que cuesta marcharse, pero tras ellas comienzan tres rutas para el recuerdo.
Rumbo al Oeste
En esta primera ruta, se impone parar en Salinillas de Buradón. Situado a los pies de la sierra del Toloño, un entorno que enamora, pero lo que deja a muchos con la boca abierta es que, además de contar con muralla defensiva, este pueblo todavía conserva dos de sus puertas originales. Al atravesarlas y pasear por ellas, se pueden encontrar construcciones como la de la parroquia de la Inmaculada. En su interior alberga dos sepulcros del siglo XVII considerados una obra maestra del plateresco alavés.
Un poco más al norte, se puede llegar hasta el Valle Salado. En esta fábrica se extrae una de las mejores sales del planeta, tiene más de 7.000 años y su singularidad paisajística, geológica y arquitectónica se queda grabada en la retina.
La Montaña Alavesa
Para los que buscan coger altura, probablemente esta sea su ruta. Comienza ascendiendo a la cima del Puerto de Herrera, donde les espera el Balcón de lLa Rioja, con unas vistas para el recuerdo sobre Rioja Alavesa.
La siguiente parada se llama Peñacerrada y bien merece una visita. Impresiona el tamaño de sus murallas, las historias sobre un pasado lleno de batallas y cómo en su interior se han conservado ejemplos de la arquitectura popular del siglo XVI. Conviene descubrir su Museo Etnográfico. Construido al aire libre, posee la capacidad de sorprender con curiosidades sobre la zona.
Tierra de murallas
Labraza podría ser un municipio más del interior de Álava. Podría, pero no lo es, porque es la población fortificada más pequeña del País Vasco. Su estado de conservación es tan bueno que en 2008 le valió el Premio Internacional de Ciudades Amuralladas. Tal galardón es probable que ya dé pistas de que por estos lares también se puede ver una increíble muralla: bien de torreones, almenas y alcázar.
¿Una última recomendación? Deleitarse con las calles empedradas de la cercana Antoñana y con la genialidad de los lugareños que fueron incorporando sus viviendas a la imponente muralla de este municipio.
Vitoria-Gasteiz, joya medieval de Álava
El peso del medievo en la capital alavesa es tal que aquí no se habla de casco histórico, sino de Almendra Medieval. Su centro es una delicia de pequeñas callecitas que siguen llevando por nombre el de los oficios que un día acogieron; y de edificios históricos donde no puede faltar una visita a la Catedral de Santa María. Podríamos trazar una hoja de ruta, pero es que no va a hacer falta: la ciudad está llena de construcciones sorprendentes.
Artziniega, final de viaje
Adentrarse en el casco medieval de este municipio es casi como viajar a la Edad Media. Se mantiene prácticamente intacto, cuenta con el trazado característico de calles paralelas y está salpicado de elementos patrimoniales de gran calidad. Gracias a ello fue declarado Conjunto Monumental Histórico Artístico en 1995.
Al recorrerlo, uno puede hacerse una idea del pujante pasado comercial que vivió a través de las casas de villa, palacios y escudos que aparecen aquí y allá. En este fin de fiesta, nos quedamos con el reto de encontrar en las pinturas del pórtico de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción los anacronismos que introdujeron los pintores locales.
Tierra de castillos y torres
De todos los que salpican Álava, el Castillo de Portilla enamora por las vistas desde el cerro sobre el que se levanta en el sur de la provincia. Naturaleza verde a rabiar, mires donde mires. Construido en el siglo XI, forma parte del Conjunto Monumental de Portilla que ha sido recuperado en los últimos años y puede visitarse. A un par de horas de excursión, y siguiendo la conocida como Ruta de los Castillos, es posible visitar el de Lanos, en el pueblo de Ocio.
Y si esos castillos siguen manteniendo la capacidad de asombrar, la Torre de los Varona no iba a ser menos. Considerada el conjunto fortificado mejor conservado de esta provincia, además de sus almenas, troneras, saeteras y hasta un foso con agua, alberga un importante patrimonio en su interior, que se descubre gracias a visitas guiadas gratuitas.