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La familia de un exalcalde de Mérida asesinado por el franquismo se suma a la querella argentina

Eugenio García con su mujer, Vicenta

Jesús Conde

La familia de Eugenio García Domínguez, exalcalde de Mérida asesinado por el franquismo en abril de 1937, ha pedido amparo a la justicia argentina para conocer su paradero y los hechos que provocaron su detención y su posterior asesinato.

Se trata de un empresario exitoso, que agitó la vida cultural de la ciudad con el Teatro Cine María Luisa, del que era copropietario. Acompañó a la comitiva que retomó las representaciones en el Teatro Romano de Mérida casi 2.000 años más tarde con la 'Medea' que protagonizó Margarita Xirgú.

Ahora la familia busca su reparación y la del resto de víctimas. Reclaman que todos los delitos cometidos sean considerados como una violación de los derechos humanos. “Que haya una justicia que considere que no se trata de crímenes aislados, sino que fueron de lesa humanidad”, señala su nieta Paloma García Guerrero.

También están haciendo un proceso de investigación para determinar qué ocurrió con los bienes que les fueron expropiados. Fue una persona muy emprendedora que regentó un gran almacén en el centro de la ciudad. Era representante de la firma de coches Morris Motors y los seguros Plus Ultra, y estaba al frente de la fábrica de chocolates Emérita.

El proceso para localizar los bienes está resultando complejo por la falta de información. También porque las calles y los edificios han variado con el paso de los años, aunque se mantienen firmes en esta labor.

¿Qué pasó con Eugenio García?

La historia oficial escrita por la dictadura concluyó que Eugenio García falleció a causa de un “tiroteo de la fuerza pública”.

Una versión que el régimen obligó a firmar años más tarde a su mujer Vicenta para poder cobrar el dinero de los seguros que tenía. De este modo retomó la vida con cuatro hijos pequeños a su cargo y sin ninguna de las propiedades familiares.

Paloma García mantiene una intensa batalla para saber qué pasó con su abuelo tras coger el testigo de las investigaciones que hasta entonces había hecho el hijo mayor de Eugenio, su tío Poli, que ya ha fallecido.

La pista del exalcalde se pierde en Mérida y las indagaciones que han hecho apuntan a que podría haber sido llevado hasta la localidad cacereña de Escurial, donde fue asesinado.

“Hay que sumar más casos a la querella”

Resulta difícil cerrar heridas mientras las víctimas siguen en cunetas y fosas, y sin recibir el reconocimiento que se merecen. Es una reflexión que lanzan todos los familiares de las víctimas del franquismo a la que se suma la nieta de Eugenio García, que reclama verdad, justicia y reparación.

Poco a poco los familiares de los desaparecidos van alcanzado pequeños pasos en la carrera para recomponer la historia de miles de personas desaparecidas y fusiladas, retenidas u obligadas a realizar trabajos forzados.

Paloma anima a más gente a sumarse a la querella argentina, con el objetivo de seguir visibilizando los crímenes del franquismo y que el proceso continúe. “No es un tema fácil, ojalá que haya muchas denuncias, que mucha gente se una y que se pueda abordar este genocidio. Por la barbarie, el horror que descubres en torno a las víctimas. Cuanto más te acercas a las fosas, o los campos de concentración que hubo, descubres mucho más qué supuso todo”.

Está resultando un proceso lento, al que tiene que dedicarle mucho tiempo y que no avanza al ritmo que le gustaría por la escasa información. Se suman las dificultades de acceso a los archivos.

Acaba de localizar con la ayuda incondicional de los historiadores el certificado de defunción y nacimiento de Eugenio. Por fin lo han podido enviar a Argentina, donde se acumulan más de 20.000 folios en los juzgados, 400 querellas y cientos de denuncias.

Supone un paso de ‘gigantes’ para avanzar en su caso, y para que se pueda retomar la investigación.

El legado político de Eugenio

Pese a toda la desinformación que sigue imperando en torno a este caso la familia puede sentirse afortunada por la gran cantidad de datos a los que han tenido acceso a través los archivos municipales que han conservado el legado político de Eugenio. Algo que ha permitido recomponer buena parte de su vida pública junto con los diferentes libros que hacen alusión a su figura.

Pertenecía al partido de Alcalá-Zamora y llegó a ser teniente alcalde de Martín Girbal Dueñas, a quien sustituye como regidor un breve espacio de tiempo, según explica su nieta. Ocupó el sillón de concejal en diferentes mandatos, estando también con Nieto Carmona.

Fue uno de los fundadores de la denominada Gota de Leche contra la desnutrición infantil, y formó parte de un equipo municipal implicado en la apertura de nuevas escuelas o la biblioteca pública. Se trata de un periodo en el que se impulsó la sanidad, con la llegada de los primeros equipos de rayos X, o el inicio de las obras para traer el agua potable a Mérida.

Se suma su fuerte compromiso por la cultura y el interés de Eugenio por colocar a Mérida a la vanguardia de las artes. Junto a otros dos socios era propietario del Cine María Luisa. Allí llega a representarse la universal obra 'Medea' tras su paso por las piedras del teatro romano de Mérida, según ha podido confirmar la familia a través de la diversa bibliografía que se conserva al respecto.

La desaparición

Mantenía contactos con personas de influencia que le aconsejaron que abandonara la ciudad por el transcurso de los acontecimientos antes de la llegada de las tropas golpistas de Franco a la ciudad, donde entraron finalmente el 11 de agosto de 1936.

Le recomendaron que abandonara el país, vía Portugal, algo que descartó. Eugenio manifestó que no tenía nada que temer porque era una persona que ocupó un cargo político con vocación de servicio público. “Pensaba que no tenía enemigos y no lo vio”.

Optó por marcharse a Plasencia con unos socios que trabajaban en el sector del pimentón y estuvo un tiempo allí, alrededor de un año, hasta que alguien lo reconoce e informa de su presencia en el norte de Cáceres a Gómez Cantos, denominado ‘El carnicero de Extremadura’.

Según la historia que ha recompuesto hasta el momento la familia, fue llevado de nuevo a la ciudad emeritense para declarar. Unos socios amigos suyos intentaron interceder por él ante el teniente general Antonio Castejón, que les transmite que no tenían nada de qué preocuparse.

Las cosas no fueron así. Llegó a Mérida por la tarde y a la mañana siguiente, cuando su mujer Vicenta acude a preguntar por él ante el gobierno militar acompañada de unos familiares, les transmiten que se había salido con un coche, y que se había marchado.

“La verdad fue que, acompañado por una pareja de guardias civiles, fue conducido hasta Escurial, en la provincia de Cáceres. Allí le pegaron dos tiros, le quitaron las pertenencias de valor y allí mismo le dejaron con un sepulturero que lo enterró a las puertas del cementerio”.

Es la conclusión a la que han llegado después de que el hijo mayor de la víctima --el tío Poli-- lograra acceder hasta el sepulturero y le transmitiera esta información de manera reiterada en varias conversaciones diferentes. Un tiempo después la familia intentó recuperar el cuerpo, pero les indicaron que ya lo habían sacado de allí y que se encontraba en un osario.

Silencio tras la muerte

Tras haber perdido todos sus bienes la mujer de Eugenio, Vicenta, tiene que irse a finales de los años 30 con sus cuatro hijos a casa de unos familiares en la vecina localidad de Calamonte, y de allí a Montijo, donde nuevamente son acogidos. Años más tarde se instaló de nuevo en Mérida y comienza un silencio en torno a la figura del desaparecido que duró décadas.

“En casa no se hablaba de mi abuelo. Yo me entero de su existencia en un juego de niños, cuando me escondo dentro de un armario y con el pie toco una fotografía enmarcada. Salgo con la fotografía y pregunto que quién era ese hombre. Poco más que me dijeron que volviera a poner la fotografía donde la había encontrado”. Así comenzó su interés por la memoria de su abuelo, por quien preguntaba todos los veranos cuando regresaba a Mérida para pasar las vacaciones.

Paloma es una más de los miles de familiares que reclaman el derecho a saber el paradero de sus seres queridos. Un duelo continuo, abierto, que pervive. Para cerrarlo la familia necesita desentrañar todas las preguntas que siguen sin respuesta.

Quieren saber dónde está Eugenio García, quién lo mató y por qué fue víctima de este castigo. También buscan la reparación de su figura, muy poco conocida en la ciudad pese a tratarse de un personaje ilustre comprometido con la ciudad.

“Era una buena persona que trabajó mucho por Mérida. En su etapa política hubo muchas cosas positivas para la ciudad, algo de lo que estamos orgullosos y que nos anima a seguir luchando por su memoria”.

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