A pesar de que estamos todavía en primavera, en muchas zonas del país las temperaturas ya son veraniegas y en las oficinas y espacios cerrados el aire acondicionado se empieza a hacer necesario. Usado con mesura, con el termostato entre 24 y 26ºC, puede ser una medida paliativa, a pesar de que este interesante artículo revela que los termostatos fueron diseñados en los años 50 del siglo pasado pensando en los hombres de mediana edad, sin tener en cuenta la incorporación de las mujeres al mercado laboral en las siguientes décadas.
Además, como bien explica este otro artículo, las mujeres rinden más en las oficinas más cálidas porque están mejor adaptadas al calor. Si se unen ambos hechos se puede concluir que el aire acondicionado de las oficinas, además de sexista en su concepción, impide a las mujeres rendir al máximo. Pero más allá de discriminaciones de género, tampoco los hombres se ven favorecidos por los aires demasiado bajos, ya que las mucosas ambos sexos sufren por la sequedad ambiental generada.
Producto de ello se pueden dar heridas en las vías respiratorias y las consiguientes infecciones, que derivan en resfriados e incluso neumonías. O bien se pueden producir bajadas de la temperatura corporal que afecten a nuestro tono muscular, con el consiguiente riesgo de lesiones, y a nuestro sistema inmunitario. Por último, la sequedad de la piel y de las mucosas aumenta el riesgo de alergias dérmicas, rinitis y trastornos como el del ojo secoojo seco.
Ahora bien, como parece casi imposible lograr un consenso en torno al aire acondicionado en ninguna oficina del mundo, lo más práctico es prepararse para contrarrestar los efectos del frente polar que se nos viene encima durante las horas de oficina en los próximos tres meses. Por lo tanto, te dejamos diez consejos para hacer más llevadero el suplicio.
10 claves para sobrevivir al aire en la oficina
- Vestir de largo: es la máxima más básica y esencial; evitar faldas, pantalones cortos, camisas sin mangas y todo lo que nos pueda dejar las extremidades al aire. Al menos si nuestra oficina es de las que baja el termostato sin ninguna consideración o tenemos la mesa cerca de una de las fuentes de frío.
- Disponer de una rebeca o un jersey: si no podemos o no queremos llevar ropa de corte largo, podemos guardar una rebeca o un jersey tipo cárdigan enfundado en el respaldo de la silla para cuando el frío se haga insoportable. Un alternativa es ponernos la chaqueta o la americana, si solemos ir vestidos con el uniforme clásico del oficinista.
- Guardar un fular en el cajón del escritorio: el cuello y la garganta es la zona que más puede sufrir; por un lado por los músculos trapecio y esternocleidomastoideo, que suelen contracturarse con el frío directo, pero también porque la mucosa se reseca y se disparan las afecciones de garganta. Un pañuelo, tanto en hombres como en mujeres, mantendrá la zona caliente e hidratada.
- Llevar calcetines: la protección contra el frío debe ser completa, lo que implica llevar calcetines también, ya que muchas personas acuden a la oficina con vaqueros pero con el pie desnudo, ya sea por llevar tacones, náuticos, zapatos slip-on, etc. Es un error grave porque dejamos los tendones expuestos y es una zona donde se deja sentir el frío, al ser una extremidad. Un calcetín, aunque nos lo pongamos solo en la oficina, es un buen resguardo.
- No usar prendas apretadas y aflojar los cinturones: los cinturones, los sujetadores apretados, etc., impiden que la sangre circule libremente y ejerza su función de termostato corporal, que mantiene constante y homogénea nuestra temperatura, ayudando a vencer los efectos del aire acondicionado.
- Beber en abundancia: la deshidratación es el otro gran peligro del exceso de aire acondicionado, resecando no solo nuestra piel, ojos, boca, etc., sino también disminuyendo su volumen en nuestra sangre y aumentando el riesgo de coagulaciones, lo que se conoce como síndrome de la clase turista. Si bebemos agua con frecuencia nos mantendremos más fácilmente hidratados.
- Evitar las bebidas muy calientes: las infusiones, té o café es mejor que estén ligeramente humeantes, pero nunca muy calientes. De lo contrario obligamos al cuerpo a compensar la entrada de calor corporal refrigerando a más velocidad, lo que puede aumentar la sensación de frío a la larga.
- Aplicarnos lágrimas artificiales: el aire frío y seco dificulta la correcta hidratación del ojo con la lágrima natural, por lo que la aplicación de lágrimas artificiales puede evitar trastornos de sequedad ocular como la xeroftalmia u ojo seco.
- Usar un ventilador a contraflujo: un ventilador cerca, puesto de modo que contrarreste el flujo de frío procedente del aire acondicionado, puede ser una buena idea cuando nos situamos cerca de la fuente de frío, además de ayudar a homogeneizar la temperatura ambiental.
- Aplicarnos crema hidratante en cara, manos y brazos: al menos una vez al día debemos aplicarnos crema hidratante en las partes expuestas al aire, ya que la piel se nos resecará sensiblemente, exponiéndose a eczemas, heridas y urticarias.
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