El bruxismo, el hábito involuntario de apretar las mandíbulas y rechinar los dientes tanto por la noche como durante el día, es un problema bastante extendido en la población. Se estima que lo padecen entre un 10 y un 20% de los adultos (el cálculo es difícil, porque hay muchos casos que no están diagnosticados) y que hasta siete de cada diez personas lo sufre en algún momento de su vida.
Las consecuencias de tener bruxismo son variadas y afectan mucho más que la salud bucal. Por un lado, puede generar dolor en las mandíbulas, en los hombros y en la espalda (sobre todo en la parte superior), además de jaquecas e incluso dolor de oído. Por el otro, genera un desgaste exagerado o anómalo en los dientes, que a su vez puede acarrear una sensibilidad exacerbada ante alimentos y bebidas fríos o calientes y dificultades para la deglución.
Y también pueden producirse efectos aún más graves, como problemas en la articulación temporomandibular, lesiones en la lengua, apneas, reflujo gastroesofágico y fractura de piezas dentales.
Causas del bruxismo
La ciencia aún no ha podido establecer con exactitud las causas del bruxismo, aunque en los últimos años se han alcanzado algunos consensos. En la actualidad, los especialistas creen que los factores que lo ocasionan se dividen en tres grupos, según un estudio publicado el año pasado. Esos tres grupos son los siguientes:
- 1. Factores biológicos, como un desequilibrio en los neurotransmisores cerebrales o cuestiones genéticas, pues el bruxismo es más común en algunas familias que en otras.
- 2. Factores psicológicos, que incluyen la ansiedad, la sensibilidad ante el estrés y las tensiones de la vida cotidiana y otros rasgos del carácter individual.
- 3. Factores de origen externo: nicotina, cafeína, alcohol, drogas y algunos fármacos. El estudio señala que es este el grupo mayoritario, pese a la extendida creencia de que la causa principal son las tensiones y el estrés.
También hay indicios, señala el mismo trabajo, de que el bruxismo podría tener alguna relación con ciertos trastornos del sueño (en particular, con el síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño, SAHOS), con problemas en el sistema digestivo y en la glándula tiroides y con enfermedades cardiovasculares.
Tipos de tratamiento
Así como las causas del bruxismo pueden ser muy variadas, existen también tres tipos diferentes de tratamiento, en función de las necesidades y características de cada paciente. Así lo explica un artículo elaborado por José Torres Hortelano, Antonio Romero García y Sofía Rodríguez Moroder, expertos de la Sociedad Española de Disfunción Craneomandibular y Dolor Orofacial (SEDCYDO), publicado en julio por la revista oficial del Consejo General de Dentistas. Los tres tipos de tratamiento se detallan a continuación.
1. Tratamiento ocluso-dental
Es la forma más común y conocida de tratamiento del bruxismo: el diseño de una férula de descarga, para prevenir el desgaste de los dientes. La persona bruxista debe colocársela por la noche, antes de acostarse, y retirarla al levantarse el día siguiente. El uso de una férula no elimina el bruxismo, sino que “amortigua sus efectos negativos en el aparato masticatorio”, explican los expertos de la SEDCYDO.
Las férulas “requieren de ajustes periódicos y su elección debe de ser cuidadosa”, añaden los especialistas. Recomiendan las férulas rígidas de arco completo, aunque se debe tener en cuenta la posible existencia de otros factores de riesgo. Por ejemplo, si se trata de un paciente con SAHOS, está más indicada la utilización de una férula especial, llamada dispositivo de avance mandibular. Otros posibles motivos para la elección de férulas especiales son los problemas como los chasquidos articulares, limitación de apertura, dolor crónico mandibular, ronquidos, etc.
2. Tratamiento farmacológico
Este tipo de tratamiento solo se recomienda en casos específicos: aquellos en que el bruxismo aparezca asociado a momentos con niveles elevados de estrés, ansiedad o insomnio psicofisiológico. En estos casos, el documento de la SEDCYDO puntualiza que, “además de la terapia cognitivo-conductual, podría estar indicada la farmacoterapia con ansiolíticos, antidepresivos o betabloqueantes”. Estos tratamientos solo se aconsejan durante periodos breves, para evitar los efectos secundarios de la medicación.
3. Control del estrés y las situaciones de ansiedad
Hay personas que padecen bruxismo como consecuencia de estados de estrés o ansiedad crónicos. En esos casos, no resulta conveniente la implementación de un tratamiento farmacológico: los citados especialistas sugieren la aplicación de terapias cognitivo-conductuales, las técnicas de relajación (como la respiración diafragmática o la relajación progresiva de Jacobson) o de meditación (como el mindfulness o el entrenamiento autógeno de Schultz).
El propósito de estas técnicas y terapias es aliviar las tensiones que a menudo dan lugar -en forma de reacción psicosomática- al bruxismo, tanto al nocturno o del sueño como al diurno o de la vigilia. El nocturno pareciera el más difícil de combatir, por la lógica razón de que la persona que lo sufre está dormida y, por lo tanto, no se da cuenta de que lo hace. Sin embargo, los citados estudios señalan que el bruxismo de la vigilia afecta a más personas que al del sueño.
¿Qué medidas de prevención se pueden tomar?
Como las causas del bruxismo pueden ser tantas y tan variadas, las medidas de prevención no siempre resultan efectivas. Pero recomendaciones como las del odontólogo Pedro Pablo Martínez, que se enumeran a continuación, reducen las probabilidades de padecer este mal hábito:
- Reducir la actividad y evitar el ejercicio físico hacia el atardecer y sobre todo en las últimas horas del día.
- Descansar entre 60 y 90 minutos antes de irse a la cama, tanto a nivel físico como mental. Es decir, evitar pensar en problemas o temas que generen preocupación.
- Evitar por la noche el consumo de café y las cenas demasiado copiosas, y limitar el consumo de bebidas alcohólicas.
- No fumar, o hacerlo en la menor cantidad posible, a partir de las siete de la tarde.
- Crear un ambiente fresco, agradable y tranquilo en la habitación.
Todos estos consejos no solo ayudan a reducir el riesgo de bruxismo sino que, en general, contribuyen con un sueño saludable. En cualquier caso, la recomendación para las personas bruxistas es acudir al odontólogo para evaluar el grado de su problema, analizar las posibles causas y aplicar el tratamiento más apropiado.
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