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'Sonrisas Hollywood' con carillas y ortodoncias 'low cost': qué hay tras la obsesión por unos dientes hiperalineados

Marta Sader

14 de mayo de 2024 22:01 h

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En los 90, creía que las carillas eran eso que se ponían en los dientes los niños que se habían caído de boca de un columpio, por aquello de no ir por ahí con solo un trozo de paleta. Ahora, 20 años después, lo de las carillas es un concepto ubicuo que nada tiene que ver con parques infantiles, y sí todo con una nueva forma de estar en un mundo atravesado por la belleza canónica actual: la que imponen los filtros de Instagram.

La necesidad de lucir siempre perfectos, preparados para un mundo que no es más que un gran escenario de selfies genera un chequeo constante de nuestro físico y nos exige actuar en consecuencia. Es decir, filtrarizarnos también en la vida real. Como consecuencia, los pinchazos para exhibir una piel lisa, como de niña o de muñeca, se han vuelto cada vez más comunes: según un estudio de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), un 42% de los tratamientos faciales realizados en 2021 correspondieron a pinchazos de bótox y un 32% a los ídem de ácido hialurónico. Hasta es cada vez más habitual pintarse, e incluso tatuarse, pecas en la cara para conseguir ese aspecto aniñado y encantador que imprimen los filtros en nuestras caras adultas. 

Evidentemente, el pack 'cara de Instagram' no está completo si no lucimos unos dientes perfectos bajo nuestros labios carnosísimos. Para conseguirlo hay varios métodos: podemos acudir a las mencionadas carillas (una fina lámina de composite o porcelana que se adhiere a la parte frontal del diente, previamente limado, para tapar sus posibles desperfectos) o blanquearlos y alinearlos, un proceso más lento y complicado.

Un pequeño estudio realizado a nivel interno por la clínica dental Ferrus&Bratos tras la pandemia puso de manifiesto el creciente interés por mostrar una sonrisa perfecta cuando las mascarillas dejaron de ser obligatorias. Entonces, no fueron pocos los casos de adolescentes que habían florecido cuando el uso del tapabocas era forzoso y que se negaban a mostrar su cara sin ellos cuando la medida se desestimó. El trabajo, que comparaba las solicitudes de tratamientos entre los periodos de octubre de 2021 a enero de 2022 y de febrero a mayo de 2022, reflejaba un aumento de hasta un 36% respecto a los últimos meses de 2021, con un 28% más de blanqueamientos dentales y hasta un 96% más en el uso de carillas.

Lo que esconden las 'sonrisas de cine'

“La Hollywood smile, de carillas muy blancas con dientes gigantes, está ya muy de moda en América Latina; lo sé porque en España trabajo casi exclusivamente con latinos que han emigrado”, cuenta Mattia de Dominicis, dentista en la clínica Belaltia en Madrid y en la clínica De Dominicis Dentisti en Matera (Italia). El profesional, que realiza intervenciones de odontología cosmética y de medicina estética en los dos países, no ve con buenos ojos estas intervenciones “poco naturales”, que considera “un trabajo mal hecho”, especialmente, si enmascaran problemas dentales no resueltos.

Así, para asegurar una buena salud bucodental, es imprescindible preparar el diente para la adhesión de la carilla desinfectándolo completamente, de manera que se cree un espacio estanco que impida la filtración de bacterias. El proceso es similar al que tiene lugar cuando se realiza un empaste, por lo que si se estropea lo más mínimo la carilla, existe riesgo de filtración. En el caso de que esto ocurra, si la carilla es tan aparatosa que no permite vislumbrar el diente por debajo, se corre el riesgo de que se cree una caries de la que no tengamos constancia. Asimismo, el hecho de portar carillas muy espesas, del tipo sonrisa hollywoodiense al que aludía de Dominicis, también exige un limado mayor del diente, que apenas debe rasparse para colocar una carilla 'al uso'.

Portar carillas muy espesas, del tipo sonrisa 'hollywoodiense', también exige un limado mayor del diente, que apenas debe rasparse para colocar una carilla 'al uso'

No obstante, como en cualquier trabajo de odontología estética, el mayor riesgo de estos tratamientos es no contar con profesionales y centros acreditados para llevarlos a cabo. Frente a la pregunta “¿dónde se llevan a cabo los tratamientos de medicina estética?”, realizada por el SEME en el informe Percepción y uso de la Medicina Estética en España 2023, un 28% de los 1.500 entrevistados señaló las peluquerías y, sobre todo, su propio domicilio. “Preguntados por el tipo de profesional que aplica las técnicas de medicina estética, no solo se percibe que la aplican médicos u otros profesionales sanitarios, sino que se considera que un 60% son solo esteticistas”.

Por ello, a nadie asombra que uno de los tratamientos que más adeptos gana en los últimos años sea el de aplicarse en casa las férulas de las ortodoncias invisibles (comúnmente conocidas por su nombre comercial más relevante, Invisalign). El bombardeo de publicidad a través de redes sociales, tanto mediante anuncios al uso como de promociones por parte de influencers, promete una sonrisa perfecta con un tratamiento cómodo, eficiente y bastante más asequible que el ofrecido tradicionalmente en la consulta de un dentista. 

“Es la mayor estafa a nivel sanitario que puede existir. Hablamos de tratamientos de clínicas como Dr. Smile, para las que tú mismo te tienes que hacer el molde de tus dientes en casa con una pasta, por tu cuenta. Luego te envían decenas de parejas de férulas que te tienes que cambiar tú solo, sin revisión médica, cada diez días. Eso es una barbaridad”, sentencia de Dominicis.

Movimientos de la tabla ósea, cefaleas o dolor durante el propio tratamiento —que no debería causar, si acaso, más que pequeñas molestias— son algunos de los efectos colaterales que de Dominicis ha constatado que producen este tipo de alineadores caseros, que ya han sido denunciados por el Consejo General de Dentistas. “Estas compañías publicitan, ofrecen y venden al público a través de sus páginas webs y redes sociales tratamientos de ortodoncia invisible, creando la apariencia de que se trata de centros sanitarios cuando, en realidad, muchos de ellos carecen de autorización sanitaria de funcionamiento porque son meros fabricantes o distribuidores”, explican desde el organismo.

El bombardeo de publicidad a través de redes sociales, tanto mediante anuncios al uso como de promociones por parte de influencers, promete una sonrisa perfecta con un tratamiento cómodo, eficiente y bastante más asequible que el ofrecido tradicionalmente en la consulta de un dentista

En ocasiones, además, cuentan para esa primera cita con una persona ataviada como un dentista, pero que realmente no lo es. Este individuo se encarga, meramente, de informar sobre procedimientos y precios, una práctica muy extendida entre clínicas low cost. “El problema de las clínicas dentales en España —aún no está presente en Italia— es que quien te da presupuesto y tratamiento es un comercial”, esgrime de Dominicis, que en su primer empleo vivió de primera mano la agresividad a la hora de la venta que exhiben muchos de estos trabajadores.

No obstante, esa falta de contacto con un profesional de la salud bucodental debe ponernos sobre aviso: “Antes de iniciar un tratamiento de ortodoncia, el dentista debe realizar un exhaustivo estudio de la boca del paciente (anamnesis, exploración intraoral, funcional y extraoral, radiografías, impresiones, etc.). Una vez se tengan los resultados de estas pruebas, el dentista hará el diagnóstico y elaborará un plan de tratamiento personalizado. Iniciado el tratamiento, el dentista realizará el seguimiento del mismo”, explica el doctor Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas.

Los afectados por los alineadores sin supervisión profesional vendidos por Dr. Smile, empresa que los tiene como producto estrella, se están agrupando en canales de Facebook, WhatsApp y Telegram para llevar a cabo demandas colectivas. Arguyen caída de dientes, mandíbulas desencajadas, mala oclusión y un sinfín de problemas dentales más y, además de eso, se quejan de mala praxis en la venta, con contratos incumplidos, cambio de tarifas una vez iniciado el tratamiento, falta de respuesta ante todo tipo de problemas con las férulas y constantes amenazas de juicio por los impagos en los que incurren los usuarios descontentos con el servicio. A muchos otros pacientes los persiguen para que abonen las cuotas sin ni siquiera haber llegado a firmar el contrato inicial.

Los problemas con esta compañía no se circunscriben a España. Hay críticas similares sobre la empresa alemana en webs neerlandesas y en Polonia, tras otras tantas quejas, la compañía cesó su actividad a finales de 2023.

Estas compañías publicitan, ofrecen y venden al público a través de sus webs y redes tratamientos de ortodoncia invisible, creando la apariencia de que se trata de centros sanitarios cuando muchos carecen de autorización sanitaria de funcionamiento

¿Llegarán las dentaduras 'feas' a ser aspiracionales?

Pese a la polémica suscitada por los procedimientos dentales estéticos a bajo coste —o al alto precio de aquellos llevados a cabo con garantías en clínicas dentales—, son muchas las personas deseando mejorar su sonrisa, al igual que mejoran, cada vez con mayor ligereza, el resto de su apariencia. Así, según un informe publicado en 2023 la Sociedad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), en España, el número total de intervenciones de cirugía estética en 2021 ascendió a 204.510, con un incremento del 215% con respecto al estudio realizado por IMOP Insights en 2014, que estimaba datos sobre la actividad de 2013.

En este contexto de intervenciones estéticas crecientes, lo raro, en realidad, es no hacerse nada. La actriz Alana Haim, protagonista de la celebrada Licorice Pizza (2021) fue noticia precisamente por lo contrario: por no querer estandarizar su dentadura, pese a haber sido contactada por numerosos odontólogos con suculentas ofertas para hacerlo.

Por su parte, Cate Blanchett, ganadora de un Oscar, corrigió hace no mucho su característica diastema (el hueco entre las dos paletas) utilizando carillas, convirtiéndose en una rara avis: ya no existe prácticamente nadie que acceda al mundillo de la imagen (modelos, actrices, cantantes, presentadoras, celebrities…) con una dentadura normal.

Tanto es así que, hace unos días, la periodista especializada en belleza Kish Lal se preguntaba en Dazed: “¿Llegará el día en que ser 'feo' sea aspiracional?”. Y argumentaba, al hilo de algunos vídeos virales en TikTok que exploraban el concepto: “A medida que las mejoras cosméticas se vuelven más accesibles, algunas personas predicen que la fealdad y las 'imperfecciones' naturales pueden convertirse en símbolos de estatus”.

Dado que lo exclusivo se caracteriza por su escasez y su dificultad de consecución (hace unos años, realizarse retoques estéticos era patrimonio casi únicamente de las grandes fortunas), quizá en el futuro lo verdaderamente extraordinario sea lucir nuestro físico natural. A lo mejor es esa originalidad la que persigue Haim, aunque, visto lo visto, parece que queda todavía mucho para que llegue el día en el que abracemos aquello que nos hace únicos, en lugar de perseguir una belleza homogénea de caras sin arrugas, físicos sin grasa y dientes 'perfectos'.

“Desafortunadamente, sí: vamos a tener todos los dientes blancos y grandes y los labios bien pinchaditos. Pero lo que no entiende la gente es que una boca bonita es una boca que funciona bien y, sin embargo, tener un diente medio torcido o masticar solo por un lado parece que no importa. Lo que quieren es ver dientes rectos, blancos y bonitos. Si faltan dos dientes de atrás, da igual; que la sonrisa se vea bien es lo principal”, dice de Dominicis.

Lo que no entiende la gente es que una boca bonita es una boca que funciona bien y, sin embargo, tener un diente medio torcido o masticar solo por un lado parece que no importa

Esta crítica cobra especial sentido en un país en el que la salud dental no está apenas cubierta por la seguridad social —el sistema público cubre poco más que extracciones y tratamientos farmacológicos—, lo que suscita que la mayor parte de la población no acuda al dentista ni siquiera una vez al año para no realizar el desembolso que supone la visita. Y en ese hecho radica un dato que debería hacer saltar todas las alarmas: mientras los costosos tratamientos dentales cosméticos son cada vez más comunes, a más de la mitad de la población española le faltan al menos diez dientes, y solo el 45% tiene 21 piezas o más, las necesarias para poseer una dentición funcional que permita hablar o comer sin dificultad ni necesidad de prótesis ni implantes.