El mal olor en el calzado es un problema muy común, del que casi nadie queda exento. Está muy relacionado con la bromhidrosis, el nombre técnico que recibe el mal olor corporal y que se produce cuando entran en contacto el sudor y las bacterias que viven sobre la superficie de nuestra piel.
Por lo general, las personas que más sufren la bromhidrosis originada en las plantas de los pies (las otras zonas del cuerpo más típicas son las axilas y la región genital) son también las que más deben lidiar con el mal olor en sus zapatos, zapatillas deportivas e incluso en las de andar por casa y las chanclas.
¿A qué se debe que algunas personas produzcan un olor corporal más fuerte y desagradable que otras? A varias causas. Algunas son fisiológicas: quienes sufren bromhidrosis suelen tener glándulas apocrinas -las que generan secreciones con mal olor- más grandes y más numerosas que quienes no la padecen.
Hábitos que contribuyen al mal olor en zapatos y zapatillas
Pero también intervienen en la ecuación diversos factores que tienen que ver con los hábitos y el tipo de vida de cada persona. Uno de los principales es precisamente el tipo de calzado: las zapatillas fabricadas con materiales sintéticos a menudo son “poco transpirables”. Al haber más sudor, aumenta el riesgo de que aparezca el mal olor.
En ocasiones, el calzado está confeccionado con materiales naturales pero tratados con químicos que generan mal olor. Y no solo el calzado. Los calcetines de telas sintéticas -como el nailon y tejidos similares- también aumentan la sudoración. Por supuesto, una higiene descuidada o deficiente es otro factor de riesgo.
Además, cierto tipo de alimentación (algunas comidas propician el mal olor corporal, como el ajo, la cebolla, el pescado, los hidratos de carbono refinados y la comida procesada), el consumo de tabaco y alcohol y algunos medicamentos -como los antidepresivos- contribuyen al problema.
Por lo demás, también hay patologías específicas que pueden estar detrás del mal olor en los pies. En particular, el pie de atleta, una afección micótica (es decir, causada por hongos) muy común, y otras posibles infecciones.
Y también otros problemas -como enfermedades metabólicas, renales y hepáticas- pueden afectar el funcionamiento glandular y, en consecuencia, aumentar el mal olor en los pies. El cual, en muchas ocasiones, termina inevitablemente “pegado” al calzado que se utilice.
Consejos y recursos para quitar el mal olor del calzado
Cuando el calzado tiene mal olor, entonces, ¿cómo quitarlo? A continuación se enumeran una serie de consejos y productos eficaces para hacerlo.
1. Polvos de talco
Los polvos de talco son un clásico que con los años no ha perdido vigencia. Su capacidad para absorber la humedad ayuda a eliminar los restos de sudor que puedan quedar en el interior del calzado y, de ese modo, también los malos olores.
Para que actúen sobre los zapatos y zapatillas, se aconseja aplicar el polvo sobre las superficies interiores del calzado y dejarlo así durante varias horas -por ejemplo, toda la noche- para lograr el efecto deseado.
También se puede espolvorear sobre los pies antes de calzarse, para reducir la cantidad de sudor que llegará a los zapatos o zapatillas. De todos modos, es aconsejable aplicarlos teniendo los pies lejos de la cara.
2. Bicarbonato de sodio
Existe la creencia de que el bicarbonato de sodio tiene poder desinfectante, a tal punto que llegó a circular la idea de que podía eliminar el coronavirus. Es una idea falsa. Pero lo que sí hace el bicarbonato es evitar la acidez de una sustancia.
El bicarbonato regula el pH y crea un medio desfavorable para la proliferación de microorganismos. Debido a ello, cuando se aplica -igual que el talco- sobre las superficies interiores del calzado, contrarresta la acción de las bacterias y actúa contra los malos olores.
Si se prefiere evitar el contacto directo del bicarbonato con los zapatos o zapatillas, se puede utilizar un filtro de café cerrado con grapas, una bolsa de tela u otro recipiente similar.
3. Cáscaras de cítricos
La cáscara de frutas como naranjas, mandarinas y limones emanan una intensa fragancia, que tiende a impregnar las superficies de alrededor: lo sabe cualquiera que las haya cortado o quitado la piel alguna vez.
Esa característica se puede aprovechar para aromatizar el calzado, dejando durante varias horas un buen puñado de cáscaras en su interior. En este caso, el procedimiento no consiste en eliminar el mal olor sino “taparlo” por otro más intenso y agradable.
4. Bolsas de té u otras plantas aromáticas
Este método es parecido al anterior, pero en lugar de utilizar cáscaras de frutas emplea ramas y plantas. Un recurso sencillo es recurrir a las bolsas de té u otras infusiones.
Como si los zapatos o zapatillas fueran una taza, se introducen las bolsas en ellos y se dejan allí durante varias horas para que “contagien” su fragancia al calzado. También otras plantas de aroma agradable e intenso -como salvia, lavanda, incluso laurel, albahaca y otras de presencia habitual en la cocina- cumplen con el objetivo.
En todos los casos, si se pretende dotar de frescura al calzado pero que no le quede un aroma tan fuerte, se pueden utilizar los ya mencionados filtros o bolsitas de tela.
5. Aceites esenciales
También en este caso se trata de aromatizar la superficie del calzado con una fragancia intensa. La diferencia es que los aceites esenciales siempre se han de aplicar -en pequeñas cantidades, pues basta con pocas gotitas y no todos los días- directamente sobre las superficies interiores del calzado (no se pueden usar filtros o bolsitas).
Se puede aprovechar la existencia de aceites de los más variados aromas: lavanda, eucalipto, naranja, limón, romero, menta, jazmín, pachuli, etc.
Consejos para prevenir el mal olor en zapatos y zapatillas
Como suele suceder, mejor que remediar los problemas es prevenirlos. Por lo tanto, conviene poner atención a una serie de recomendaciones simples para procurar que el calzado no adquiera mal olor y que las medidas citadas arriba no sean necesarias:
- Lavarse los pies con frecuencia y secarlos bien después, sobre todo en los resquicios entre los dedos. Es allí donde tiende a acumularse la humedad, lo cual propicia la proliferación de bacterias y hongos y, por lo tanto, el surgimiento de mal olor.
- A ser posible, no utilizar el mismo calzado todos los días, en particular si se debe emplear durante muchas horas cada jornada.
- Cambiar de calzado al llegar a casa, y permitir a los zapatos o zapatillas que se usaron en la calle que se aireen en un sitio fresco y, de ser posible, abierto.
- Usar calcetines de algodón u otras telas naturales, que absorben la humedad de los pies, y tratar de evitar los de nailon y otros materiales sintéticos.
- Evitar el uso de zapatos o zapatillas deportivas sin calcetines, sobre todo las personas con gran sudoración en los pies o propensas a tener mal olor en esa parte de su cuerpo. Si no se utilizan calcetines, el sudor y el mal olor entran en contacto directo con las superficies internas del calzado, que son -como se ha visto- más difíciles de limpiar.
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