Cada día, cerca de 4.000 adolescentes fuman su primer cigarrillo en los Estados Unidos. De ellos, cerca de mil se volverán adictos al tabaco, con crecientes dificultades para abandonar este hábito nada saludable según la edad de iniciación. Cuanto antes comiencen, más les costará. El tabaco es la principal causa de muerte evitable en Estados Unidos, con 440.000 muertes anuales de media. Son datos de la Food and Drugs Administration (FDA), el organismo encargado de velar por la salud de los norteamericanos.
Nueva York, Hawai y California, apuestan por los 21
La FDA lanzó el pasado año una campaña de concienciación de la juventud, apoyada por la Asociación de Pediatras Norteameticanos, que abogaron por la conveniencia de replantearse la edad legal de consumo de tabaco a los 18 años y subirla de nuevo, ya que en el pasado se situaba en los 16. Según esta asociación, cuanto antes se empieza a fumar, mayor es el riesgo de adicción, con un pico entre los 12 y los 17 años.
A partir de esta edad el riesgo se va reduciendo progresivamente, y hay un descenso cualitativo a partir de los 20 años. Sin embargo, los pediatras estadounidenses estiman que lo recomendable sería fijar la edad legal de consumo de tabaco en los 25 años, aunque creen que es aceptable elevarla hasta los 21 años. Según sus cálculos, con esta medica se podrían evitar el 20% de las muertes por tabaquismo.
De hecho la ciudad de Nueva York adoptó esta medida, que se traduce en la prohibición de vender tabaco a menores de 21 años, en 2013. Ahora le siguen el estado de Hawai y desde el mes pasado California. ¿Sería posible aplicar una medida similar en España desde el punto legal? En nuestro país, la llamada 'ley antitabaco' de 2011, modificación de la de 2006, fijó la edad mínima legal para fumar en los 18 años.
El abogado Carlos Sánchez Almeida, reconocido activista en favor de las libertades individuales, en especial en el ámbito de internet, cree que es una medida que se antoja difícil de adoptar en España: “La constitución americana es muy esquemática y cede mucho poder de decisión a los estados sobre sus leyes; no es de extrañar que puedan darse leyes así, porque hay muchos más espacios a la interpretación que en la constitución española, mucho más desarrollada”.
En España difícil, pero no imposible
El artículo 12 de la constitución de España establece mayoría edad a los 18 años, a partir de entonces no se puede prohibir a ningún adulto el consumo de ningún producto o servicio legal, salvo en casos excepcionales. Sin embargo, la Disposición Adicional Segunda de la Constitución establece que: “La declaración de mayoría de edad contenida en el artículo 12 de esta Constitución no perjudica las situaciones amparadas por los derechos forales en el ámbito del Derecho privado.”
“Esto se aplica a los clubes de cannabis, donde la edad mínima es de 21 años, pero lo pueden hacer porque se trata de un club privado”, explica Almeida, que añade: “vamos a ver que pasa si se regula el cannabis, tal como proponen Podemos y Ciudadanos: si la edad de consumo de esta droga baja a los 18 años o se deja a los ventitantos, amparándose en algún tipo de prevención social”. Quizá sí se hiciera así, ¿se dejaría abierta una puerta a subir también la edad del tabaco a los 21?
Almeida cree que podría ser una excusa para tomar esta medida, pero deja claro que no conoce el detalle en este tema y entra en el terreno de la especulación. Otra posibilidad, especulativa, sería que, dado que los estancos son una franquicia del Estado, este podría imponer una elevación de la edad de compra a los 21 años amparándose en su dualidad de comercio privado, con lo que se podría jugar con el ámbito del derecho privado.
El abogado responde a esta última hipótesis que “si ya pasaron la 'ley mordaza', pueden pasar lo que quieran”. Por su parte, la profesora de Derecho Civil de la Universitat de Barcelona Gemma Rubio Gimeno, experta en derecho privado y consumo, explica que sí existen elevaciones de la edad legal en casos muy concretos y excepcionales: “Tal es el caso de que para adoptar un hijo debes ser mayor de 25 años”. Pero duda que pudiera hacerse una interpretación similar para subir la edad legal para fumar.
Poco efectivo desde el punto de vista médico
Joseba Zabala, médico de familia y experto en drogas y adolescencia, explica que en el Estado, según la última Encuesta ESTUDES realizada por el Ministerio de Sanidad, “cada día 400 chavales acceden al tabaco y otros tantos al cannabis”. Para Zabala, que trata en su consulta a jóvenes con adicciones, entre ellas el tabaquismo, “hoy en día son muy pocos los casos de personas que empiezan a fumar más tarde de los 18 años, por lo que no creo que subir la edad legal a los 21 consiguiera grandes márgenes de mejora”.
Aún así deja claro que “si en Estados Unidos comienzan a aplicar esta medida es seguro que tienen estudiada su eficiencia”, pero matiza que “allí no es como aquí; en el sentido de que allí las normas van acompañadas de control y acciones punitivas serias, te sacan la ley y envían miles de inspectores a los establecimientos a controlar que no te la saltes”.
“En España con la actual ley no hay ningún tipo de acción punitiva ni de control, ni siquiera de presión: a mi los chavales en la consulta me cuentan que compran sin problemas en estancos y bares a pesar de ser menores de edad”. En una situación así, este médico se pregunta: “¿de qué serviría subir la edad legal a los 21? Prefiero que se refuercen las medidas actuales de lucha, como los mensajes negativos en el empaquetado o las campañas informativas”.
Lucha conjunta contra tabaco, cannabis y alcohol
Zabala apuesta por una mayor presión sobre la venta a menores: “Yo firmaría por las inspecciones regulares y que al que pillasen vendiendo tabaco a un menor le cerraran el establecimiento”. Cree que hay que luchar en la franja de edad entre los 12 y los 17 años -“en España el acceso al tabaco se hace a los 13,7 años”-, pero avisa: “el consumo de tabaco se acompaña del cannabis y el alcohol y no se puede luchar solo contra una pata del problema; hay que combatir las tres”.
En este sentido, apuesta por la regulación del cannabis y por una ley que regule el consumo de alcohol entre adolescentes, con edades legales a los 18 años pero con fuertes controles y castigos para el acceso a menores. Para terminar, deja caer una sugerencia preocupante: “la idea de una mayoría de edad para poder fumar ha sido fuertemente respaldada por la industria tabaquera, pero no por salud, sino porque eso precisamente convierte al cigarrillo en un potente objeto de deseo”. ¿Andará esta industria detrás de las recientes medidas de Hawai y California?
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