Si no ves este contenido puede deberse a la carga en tu dispositivo móvil. Haz clic aquí para recargar la página.
Lavarse las manos repetidamente a lo largo del día es una tarea que la mayoría de personas hacen, especialmente tras la pandemia de COVID-19 que paralizó al mundo entre 2020 y 2022. Se sabe que el 80% de las infecciones se transmiten a través de las manos.
No obstante, hasta los años 60 del pasado siglo se pensaba que con el lavado era suficiente para prevenir la transmisión de enfermedades infecciosas, pues se consideraba que el principal peligro estaba en los dedos. Es entonces cuando se comienza a prestar atención a las uñas y la suciedad que esconden.
Investigaciones realizadas por el departamento de Dermatología de la Universidad de Pensilvania en la década de los 80 comienzan entonces a revelar el principal foto de contagio en la manos.
En una de estas investigaciones, se recogieron muestras de las manos de 26 voluntarios adultos, todos empleados de la escuela de medicina de la propia universidad. Su particularidad era que no interactuaban con pacientes (administrativos, limpieza, etc.) por lo que no se lavaban las manos con tanta frecuencia como el personal sanitario.
El estudio reveló que la carga microbiana se elevaba exponencialmente en las uñas respecto del resto de las manos. Es decir, que si en la palma o las yemas de los dedos la carga era de cientos de miles, en el intersticio de las uñas era de millones de individuos de una determinada especie.
Los investigadores concluyeron, de manera lógica, que la uña era un refugio ideal para los microbios, pues además de la protección física que supone la capa de queratina de la uña, existen unas condiciones especiales de humedad y calor que favorecen el crecimiento.
¿Importa la longitud de la uña?
Parece lógico pensar que la longitud de la uña pueda influir en la carga microbiana, pues se proporciona más espacio para acumular suciedad. Y así fue demostrado por un estudio de la Revista Costarricense de Ciencias Médicas.
El objetivo de este estudio fue determinar la presencia de microorganismos en la zona subungal (debajo de la uña) de un grupo de trabajadoras y trabajadores sanitarios de un hospital en Costa Rica, el Hospital Maximiliano Peralta.
Para ello se tomó muestras a 46 sanitarios y sanitarias de un raspado de la zona subungal y se cultivaron en Agar de sangre. Del 48% de esas personas se aisló al menos un microorganismo. Esto es, se cultivó separadamente la colonia que se mostró más potente en crecimiento en el cultivo del raspado.
Las especies aisladas con mayor frecuencia fueron Staphylococcus (12% S. aureus 24%, S. epidermidis y 22% S. warneri ), que corresponde al 75% del total de aislamientos; también, se cultivaron tres cepas de Candida (C. tropicalis, C. guillermondi y C. parapsilopsis).
Además se colectaron algunos datos para juzgar el estado o aspecto de las uñas; como por ejemplo, si estaban o no barnizadas, el tamaño en milímetros que sobresalía de la yema del dedo y si aparecían limpias, sucias o manchadas.
La única característica de esas que arrojó una diferencia significativa en cuanto a su asociación con un cultivo positivo fue la longitud de la uña, donde la carga se multiplicaba exponencialmente al cuadrado por la longitud en milímetros.
Alto riesgo en los hospitales
Por otro lado, la citada revista destacó dos motivos de alarma. El primero es que el estudio fue realizado sobre personal sanitario que tiene contacto con pacientes, es decir que sigue protocolo de lavado de manos porque tiene riesgo transmisor.
En este sentido, la revista destaca. “También se aisló una cepa de Enterococcus faecalis proveniente del pulgar de una enfermera”. Pero en segundo lugar también resulta muy preocupante que la cepa más presente sea Staphylococcus aureus.
Y el motivo es que las cepas de esta bacteria resistentes a la meticilina (MRSA), uno de los antibióticos más potentes, causa auténticas epidemias de muerte en hospitales entre enfermos con las defensas bajas (inmunodeprimidos).
“El problema de las infecciones nosocomiales (infecciones adquiridas durante la estancia en un hospital y que no estaban presentes ni en el período de incubación ni en el momento del ingreso del paciente) se complica debido a la alta prevalencia de bacterias multirresistentes”, explican los autores del estudio.
Entre ellas “sobresalen por su importancia cada vez mayor las cepas de Staphylococcus aureus y Staphylococcus coagulasa negativos meticilina resistentes y las cepas de enterococcus vancomicina resistentes”.
A este respecto, en los años 90 hubo una epidemia de muertes de bebés en un hospital de niños en Oklahoma City, Estados Unidos, debido a causas desconocidas. Aunque finalmente no se determinaron las causas, estudios posteriores apuntaban a la longitud de las uñas de las enfermeras, que en aquella época se llevaban largas, contaminadas con la bacteria pseudomonas aeruginosa.
Mejor uñas cortas, pero no a mordiscos
La conclusión de la mayoría de estudios, como este del Indian Journal of Forensic Medicine & Toxicology, es que llevar las uñas cortas es la mejor manera de prevención de transmisiones, tanto porque se ofrece menos superficie protectora a los microbios como porque se facilita la llegada de jabón en el lavado.
No obstante, todos los expertos ponen especial atención en el riesgo que comporta para la persona la costumbre de morderse las uñas, conocida como onicofagia. El motivo es que entramos en el cuerpo a través de la saliva los microbios que se esconden en la zona subungal.
Por el otro están las heridas que se provocan las personas con este hábito en la piel de los contornos de la uña, que propician verrugas debidas al virus del papiloma humano, pero también infecciones dolorosas como el uñero.
Otra costumbre que se cuestiona es la de las uñas postizas, tal como se destaca en esta revisión de estudios, donde puede leerse: “los investigadores han demostrado que el recuento de colonias en uñas artificiales es mayor que el recuento de colonias en uñas nativas”. Las uñas artificiales también se han relacionado con malas prácticas de lavado de manos y más rasgaduras en los guantes.
Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines