“Cinco señales de que eres una Persona Altamente Sensible”, “baja un dedo si cumples uno de estos rasgos”, “soy una Persona Altamente Sensible y si tú crees que lo eres también, sigue viendo esto”. Vídeos así se multiplican en redes sociales y suman millones de reproducciones y comentarios. “Soy yo literal” es una de las respuestas que más se repiten. Pero aunque cada vez más gente se identifique con el término, este genera controversia entre los expertos. Mientras unos consideran que es positivo que se visibilice la sensibilidad, otros se mantienen escépticos y consideran que es un ejemplo más del autodiagnóstico potenciado por las redes sociales: “No hace falta psicologizarlo todo”, advierten.
Según la Asociación de Personas Altamente Sensibles, no se trata de un trastorno psicológico y lo definen como un “rasgo de la personalidad”. “Cuando hablamos de alta sensibilidad nos referimos a que la persona tiene un sistema nervioso que percibe y procesa más información sensorial simultánea y esto conlleva una serie de características que hay que entender para poder cuidarnos y vivir de forma más equilibrada”, explican en su página web. Con una rápida búsqueda en Google se pueden recuperar decenas de libros, charlas e incluso cursos para especializarse en esto. Pero si hay una publicación que destaca sobre otra, es el libro The highly sensitive person, de la autora Elaine Aron, la primera profesional en definir y acuñar el término Highly Sensitive Person (Persona Altamente Sensible o PAS, por sus siglas).
¿Cómo se puede saber si perteneces a este grupo? Existen diferentes test que puede variar ligeramente en función de las asociaciones que los hagan. Las preguntas que recogen estos exámenes son algunas como “¿se siente fácilmente abrumado por cosas como luces brillantes, olores fuertes, telas ásperas o sirenas cercanas?”, “¿se pone nervioso cuando tiene mucho que hacer en poco tiempo?” o “¿tiene una vida interior rica y compleja?”. La web de la comunidad recopila ciertas características que tendrían en común estas personas, como la alta emocionalidad y empatía, el “procesamiento profundo” o la sobreestimulación, particularidades compartidas por un porcentaje de la población
“Solía sentir vergüenza sobre lo sensible que soy”, explica en un vídeo una usuaria de TikTok. “Ahora me he dado cuenta de que es un regalo sentir de manera profunda, grandes emociones, ver belleza en cada cosa que te conmueve”, relata. “La sensibilidad no es una debilidad, es una fortaleza”. En la red social china, los vídeos creados por usuarios que se identifican a sí mismos como PAS acumulan cientos de miles de reproducciones.
“Psicologizar” en exceso
Mercedes Bermejo, vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, indica a elDiario.es que el término “no existe dentro de los diagnósticos internacionales reconocidos por diferentes instituciones”, así como en los manuales oficiales, y que “no está contemplado como una patología o trastorno”, aunque sí lo detecta en “ciertas personas” con características que pueden encajar en este perfil. A pesar de que existen cada vez más investigaciones sobre el tema, parece que no hay una evidencia científica clara, por lo que es fundamental poder “contrastarlo con un profesional de la psicología” que “evalúe el estado del paciente” y analice cómo ese tipo de rasgos les puede afectar para evitar que se coloquen a sí mismos la etiqueta, indica.
El término [PAS] no existe dentro de los diagnósticos internacionales reconocidos por diferentes instituciones y no está contemplado como una patología o trastorno
Uno de los motivos por los que escapar de diagnosticarnos a nosotros mismos o etiquetarnos a través de vídeos o de artículos que encontremos en internet en psicología, pero también en otros campos, es el de dar una respuesta incorrecta a lo que sentimos. “El PAS oculta otros diagnósticos, sobre todo del espectro autista, de la ansiedad y del déficit de atención”, apunta el psicólogo social Héctor Fernández (@psicofern), que asegura que estos test están construidos con preguntas que responden a rasgos reconocidos de manera oficial como el neuroticismo o están relacionados con características de trastornos de la ansiedad.
En la misma línea habla también Denisa Praje, psicóloga y divulgadora (@psidenisa). En su opinión, lo que debemos preguntarnos es para qué queremos etiquetarnos así. Aunque responda a una falsa sensación de explicación de por qué sentimos lo que sentimos, se puede caer en un exceso de “psicologizar” lo que nos ocurre pero sin profundar en nuestra historia: “Esto lleva a describir el comportamiento con etiquetas cuando la verdadera explicación está en la historia particular de cada caso y está en el contexto y en la cultura”, dice.
Esto lleva a explicar el comportamiento con etiquetas cuando la verdadera explicación está en la historia particular de cada caso, en el contexto y en la cultura
De la misma forma que ocurrió en ámbitos como la nutrición o la medicina, en psicología también existe la cibercondria. Es decir, la obsesión y ansiedad generadas por ver un exceso de enfermedades, en este caso, relacionadas con las patologías mentales o con ciertas etiquetas. En este caso se podría explicar por que “hiperreflexionar” sobre cómo somos o nos sentimos nos da una falsa sensación de control, pero realmente “no nos hace pensar en cuáles son los factores culturales de los que depende lo que sentimos como generación”, explica Praje.
“Cuando tenemos una dificultad o malestar necesitamos darle un sentido y una explicación, poder darle un sentido tranquiliza y calma”, añade Bermejo. Además, se puede acabar dando respuestas circulares, indica la vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. “Soy PAS porque he respondido en estos términos que soy más sensible ante ciertas circunstancias y luego me explican que soy más sensible porque soy PAS. No acaba dando realmente ninguna explicación”.
“Esto es algo que ocurre mucho en redes, en los últimos años ha habido un bum de divulgación de salud mental, lo que es bueno, pero también se corre el riesgo de psicologlizarlo todo y meter muchos conceptos simplificados para que la persona que lo ve se sienta identificada y lo use como explicación”, advierte Denisa Praje.
Hiperreflexionar sobre cómo somos o nos sentimos nos da una falsa sensación de control, pero realmente no nos hace pensar en cuáles son los factores culturales de los que depende lo que sentimos como generación
Mayor conciencia sobre la gestión emocional
Mercedes Bermejo cree que el aumento del éxito de este tipo de etiquetas tiene que ver con “una mayor conciencia social de la importancia de la gestión emocional del entorno”, un entorno “cada vez más intenso” y con más estímulos, lo que puede suponer dificultades en algunas personas para adaptarse a los mismos.
Pero, en todo caso, no parece buena idea referirnos a nosotros mismos como “altamente sensibles” tras ver un vídeo o leer un libro sobre el tema, y mucho menos convertir esto en algo central de nuestra personalidad. Héctor Fernández explica que puede crear la falsa sensación de que no podemos cambiar nuestro comportamiento. “Si te 'diagnosticas' como PAS, consideras que estas características son intrínsecas a ti y que no las puedes cambiar”, por lo que se “limita la mejora de la persona”.
“Soy así porque hay algo dentro de mí que funciona de forma distinta y entonces, como soy así, evito el coste que supone cambiar, si es que fuese necesario. Pero la personalidad es un conjunto de comportamientos que también se pueden cambiar”, añade Praje. Aunque, reconoce la divulgadora, sí que es positivo reconocer y validar ciertos aspectos como la sensibilidad que “históricamente han sido castigados”, quizá más que centrarnos en qué etiqueta ponernos, lo útil sea saber si estas características influyen en nuestras vidas y de qué manera. Evitar la rumiación —darle vueltas a los problemas de manera obsesiva— y “asumir que a veces tenemos ciertos rasgos que nos gustan o no y no tenemos por qué responder siempre ante ellos”.