Pérdida de olfato: las causas más frecuentes
El olfato es, junto con el gusto, el sentido que nos permite disfrutar y percibir los alimentos y los olores. Ambos sentidos forman parte de un mismo sistema sensorial; los receptores del gusto en la lengua y los nervios de la nariz trabajan en equipo para informarnos sobre el aire que respiramos y los alimentos que ingerimos.
Nuestro sentido del olfato es parte del sistema quimiosensorial o los sentidos químicos. A grandes rasgos, la capacidad para oler procede de las células sensoriales llamadas neuronas sensoriales olfativas, que se encuentran en la parte superior de la nariz. Estas células están conectadas con el cerebro, y cada una de ellas tiene un receptor de olor.
Cuando las moléculas microscópicas liberan sustancias, como las de una taza de café, se estimulan estos receptores. Una vez las neuronas detectan las moléculas, envían mensajes al cerebro, que es el que identifica el olor.
Cuándo perdemos olfato
Los síntomas de pérdida de olfato pueden variar. En la mayoría de los casos, las personas con trastornos del olfato sufren una disminución en la capacidad para oler o experimentan cambios en la forma en la que perciben los olores. Suele hablarse de:
- Anosmia: la pérdida de olfato y la capacidad para detectar olores es total. Suele ocurrir cuando se bloquean las fosas nasales, lo que impide que los olores lleguen al área olfativa, o cuando se destruyen partes del área olfativa o sus conexiones con el cerebro.
- Hiposmia: la pérdida de olfato es parcial.
- Parosmia: se produce un cambio en la percepción normal de los olores, como cuando se distorsiona el olor de algo familiar. También puede ocurrir que algunos olores que antes se percibían como agradables pasen a ser desagradables.
- Fantosmia: se caracteriza por la sensación de percibir un olor que en realidad no existe. Es como una especie de alucinación olfativa.
Medir el grado de pérdida de olfato es complejo ya que estamos hablando de un sentido subjetivo. A diferencia de otros sentidos, no existe una prueba de diagnóstico que pueda analizar la sensibilidad del olfato con precisión objetiva.
Y, aunque se trata de un problema del que se tienen pocos datos, recientes estudios sitúan la patología en España en un 0,5% de individuos que son anósmicos y un 17% de hipósmicos. Sí se sabe que hay varios factores que interfieren con el normal funcionamiento del sentido del olfato.
Por qué solemos perder el sentido del olfato
Debe tenerse en cuenta que uno de los principales problemas de los trastornos del olfato es su repercusión e interferencia con el sentido del gusto. Cualquier alteración en el olfato también tiene una consecuencia en la percepción de los sabores.
Además de la Covid 19, hay otros factores responsables de la pérdida de olfato, como apunta la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL CCC). Estos son:
- Infecciones respiratorias como el resfriado o la gripe. La congestión nasal dificulta el olfato. Ambas infecciones pueden provocar anosmia temporal porque los virus pueden causar inflamación, ya sea en el nervio o en el revestimiento de la nariz, lo que afecta la función normal de nuestro sentido del olfato.
- Ciertos traumatismos: el 7% de los traumatismos craneales van acompañados de algún tipo de disfunción olfatoria. Una lesión en la cabeza puede dañar o destruir las fibras de los nervios que conectan los receptores del olfato con el cerebro.
- Enfermedades nasales como la rinitis alérgica o la rinosinusitis crónica: en el primer caso, más de la mitad de pacientes tienen algún grado de alteración del olfato; en el segundo, la incidencia puede llegar al 80%.
- Cirugías nasales recientes.
- Determinados fármacos como antibióticos o medicamentos que se recetan para tratar la presión arterial.
- Enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer: debido a que el olfato se procesa a través del cerebro, no es raro que las enfermedades que afectan a este órgano estén relacionadas con alteraciones o pérdida de este sentido.
En el caso del Parkinson, los problemas del sistema nervioso pueden afectar el bulbo olfativo, la parte del cerebro de donde proceden los nervios del olfato. Por tanto, la pérdida de este sentido puede ser un signo temprano de la enfermedad.
Debe tenerse en cuenta también que las personas somos menos sensibles a los olores a medida que envejecemos. De hecho, el sentido del olfato es más preciso entre los 30 y los 60 años. A partir de esta edad, las personas pueden empezar a perder la capacidad del olfato.
La pérdida de olfato, cuando es transitoria, por ejemplo cuando se produce por infección de las vías respiratorias, se recupera al cabo de unos días. Pero cuando está relacionada con alguna disfunción en el cerebro, la pérdida puede ser irrecuperable.
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