El bruxismo es el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes con mayor o menor fuerza, ya sea mientras estamos despiertos o bien durante el sueño de manera inconsciente. Es un trastorno que puede ser temporal aunque en algunas personas se convierte en crónico, con consecuencias sobre su estructura dental y su salud en general, sobre todo maxilofacial.
El bruxismo puede afectar tanto en edad infantil como en la adulta, aunque es más frecuente a partir de la adolescencia, y suele durar hasta los 40 años si no se convierte en crónica. Afecta a entre un 10% y un 20% de la población, pero se estima que el 70% de los adultos lo ha padecido en un momento u otro.
Causas del bruxismo
El bruxismo puede tener varias causas. Una de ellas es que los dientes presenten una mala oclusión por estar mal posicionados y, por tanto, choquen los unos contra los otros al morder o cerrar la boca, con lo que se ocasiona una tensión sobre la musculatura maxilofacial y un desgaste de la piezas bucales. Otras causas apuntarían a una reacción alérgica que provocaría un cierre involuntario de la boca como protección.
Sin embargo, la causa que va ganando más peso en los últimos años relaciona el bruxismo con el estrés de la vida urbana moderna y las tensiones. De hecho los odontólogos constataron que durante la pasada crisis los casos de bruxismo aumentaron considerablemente entre personas con la dentadura en buen estado, debido a la angustia que generaba la incertidumbre laboral. En este sentido, el bruxismo sería una respuesta inconsciente y psicosomática a la tensión similar a la que se produce en una úlcera estomacal.
El bruxismo de índole psicológica, que es el que afectaría más a los adultos, puede darse de modo involuntario e inconsciente durante la vigilia, pero es más frecuente en su vertiente nocturna, cuando no podemos controlar los impulsos de apretar y rechinar de dientes, quizás en relación a sueños y pesadillas que gestionan las tensiones del día anterior.
Este es el más difícil de identificar, puesto que al despertarnos no somos conscientes de que lo hemos padecido y, por lo tanto, es el que más problemas nos puede producir tanto en la boca como en la musculatura de las mandíbulas e incluso en los oídos. Las principales consecuencias de este tipo de nocturno bruxismo pueden ser:
Contracturas en la musculatura de las mandíbulas y los hombros -trapecios- que pueden volverse crónicas.
Dolor en el tercio superior de la espalda e incluso la espalda en general.
Dolor mandibular y en la zona externa de los oídos.
Las mandíbulas se desencajan al abrir y cerrar la boca; a la larga se puede producir una degeneración del cartílago de inserción.
Cefaleas.
Molestias en las piezas dentales y las encías que pueden volverse constantes.
Cómo detectar el bruxismo
El bruxismo no siempre es fácil de detectar, al menos en sus primeras fases, que es cuando es más recomendable hacerlo para aminorar sus síntomas, sobre todo en lo referente a los casos degenerativos del cartílago y el desgaste del esmalte de muelas y dientes, ambos procesos irreversibles y que pueden llegar a ser muy pronunciados en algunos casos. Algunas pistas que nos pueden llevar a sospechar que padecemos bruxismo, y por tanto debemos consultar con un especialista son:
Dolor de cabeza matinal: sobre todo en la zona lateral del cráneo.
Sensación de presión sobre los tienes muelas al despertarnos:como si nos hubieran estado manipulando la boca.
Cansancio maxilar: sentimos que la mandíbula ha hecho un esfuerzo.
Al abrir y cerrar la boca notamos que la mandíbula 'salta' en su zona de inserción, a la altura de los oídos, como si fuera a desencajarse.
Contracturas o sobrecarga en los trapecios similar a la que padecemos cuando estamos mucho rato leyendo o trabajando en el ordenador.
Si nos miramos la superficie de los dientes en el espejo, notamos que están perdiendo su topografía característica y rugosa y se están limando.
Si experimentamos con frecuencia una parte de estos síntomas es recomendable acudir a un especialista para que busque una solución, que casi invariablemente pasa por colocarnos una férula de descarga, que no es otra cosa que un molde de resina de la parte superior de nuestra dentadura que nos acoplaremos por la noche al acostarnos y nos quitaremos por la mañana. La férula es lo bastante dura para soportar la presión y la erosión, evitando así el desgaste dental, pero también es capaz de absorber el impacto de la presión, descargando así a la musculatura y evitando el desgaste del cartílago.
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