Se llama dispareunia al dolor genital persistente o recurrente en la mujer antes, durante o después de las relaciones sexuales. Es una de las disfunciones sexuales más frecuentes, y origina numerosos perjuicios, tanto para la salud física y mental de la persona que la padece como para la relación de pareja.
De un tiempo a esta parte, la dispareunia se ha convertido en "una de las quejas más frecuentes en las consultas médicas y sexológicas”, según explican en un artículo sobre la cuestión Manuela Velázquez Barrios, Desireé Díaz Jiménez y Antonio José Reina Caro, especialistas en obstetricia y ginecología.
Ese aumento en la frecuencia -explican los autores- no se debe a que este trastorno se haya extendido, sino a que “las mujeres, y la sociedad en general, cada vez están más exentas de los tabúes que antes hacía que no se consultara por este tipo de problemas”.
No obstante, en rigor, la dispareunia no es un problema sexual, sino un problema de “dolor genital que interfiere en el coito”. Así lo especifica por su parte Jorge López Olmos, ginecólogo del Hospital Arnau de Vilanova, en Valencia, en un análisis de las causas de este trastorno.
¿Cuántas mujeres sufren este problema? Las cifras varían de forma notoria en función de los criterios de diagnóstico y de las muestras de población analizadas, pero los estudios afirman que podría afectar hasta al 55% de las mujeres después de la menopausia.
Causas físicas de la dispareunia
Para saber cómo tratar la dispareunia es fundamental conocer sus causas, que pueden ser muchas y muy variadas, de origen físico o psicológico. Entre las causas físicas, la más común es una lubricación vaginal insuficiente.
Una de las razones más comunes de esa lubricación insuficiente es una falta de estimulación previa a la penetración. Pero también puede deberse a una disminución en los niveles de estrógenos de la mujer, una característica de la menopausia pero también después del parto y durante la lactancia.
También ciertos medicamentos pueden afectar la lubricación vaginal, explica un documento de la Clínica Mayo, de Estados Unidos: los antidepresivos y sedantes, los antihistamínicos (indicados sobre todo contra las alergias), los recetados contra la tensión arterial elevada y algunas píldoras anticonceptivas.
Otra causa frecuente de dispareunia son las infecciones, inflamaciones o trastornos en la piel, como eccemas. Estas afecciones, tanto en la zona genital como en las vías urinarias, son bastante comunes, y también pueden ocasionar dolor durante el acto sexual.
La presencia de irritación, lesiones o traumatismos en la zona vaginal también suele acarrear dolores durante el coito. Tales dolencias pueden ser fruto de un accidente, una cirugía en la zona de la pelvis o de una episiotomía, el corte que a veces se realiza durante el parto para agrandar el canal de nacimiento.
Existe otro trastorno sexual por dolor: el vaginismo, que consiste en la contracción involuntaria de los músculos que rodean a la vagina. Esto en ocasiones impide la penetración; en otras no, pero la torna dolorosa y poco satisfactoria. Es, por lo tanto, otra causa de dispareunia.
Hay algunas otras causas físicas, menos frecuentes, como ciertas enfermedades (endometriosis, fibromas uterinos, cistitis, etc.), tratamientos contra el cáncer o alteraciones presentes del nacimiento (como una vagina no desarrollada por completo o bloqueada por una membrana, en un problema llamado imperforación del himen).
El efecto de los factores psicológicos
También son variados los factores psicológicos que pueden originar la dispareunia. Muchos de ellos impiden alcanzar “un estado de excitación sexual suficiente para que se den, a nivel anatómico y fisiológico, los cambios necesarios para recibir al pene”, de acuerdo con el citado trabajo de Velázquez Barrios, Díaz Jiménez y Reina Caro.
En consecuencia, el coito genera molestias o dolor. Esos factores psicológicos pueden ir desde cuadros de estrés, ansiedad y depresión hasta conflictos en la relación de pareja, miedo a la intimidad, algún tipo de erotofobia o fobia sexual e incluso trastorno dismórfico corporal, la preocupación patológica por las imperfecciones físicas.
Y hay que mencionar, además, entre las causas psicológicas de la dispareunia, los antecedentes de abuso sexual. En muchos casos, se produce una interacción entre las razones físicas y las emocionales, lo cual hace necesario un tratamiento integral del problema para poder resolverlo.
Medidas y tratamientos contra la dispareunia
Al haber tantas causas posibles, el diagnóstico a menudo exige un enfoque multidisciplinar y la realización de un examen completo y sistemático, con el fin de comprender de la forma más exacta posible las causas específicas del dolor. Así lo explica una revisión de estudios publicada por científicos de Estados Unidos en 2018.
Asimismo, los tratamientos suelen incluir acciones relacionadas con diferentes perspectivas: desde consejos vinculados con educación sexual y terapia cognitiva conductual hasta fisioterapia y fármacos. En ciertas ocasiones puede ser necesaria incluso una intervención quirúrgica.
Los problemas de lubricación vaginal a veces se solucionan con un cambio en las prácticas sexuales: es posible que la clave resida en lograr unos niveles elevados de estimulación y excitación antes del coito. Gestos y acciones como los besos, las caricias o la masturbación (individual o mutua) son fundamentales en este sentido.
Cuando las razones tienen que ver con una baja cantidad de estrógenos o la ingesta de medicamentos, se puede recurrir a productos lubricantes o hidratantes. El tratamiento también puede ser hormonal, a través de estrógeno tópico “que se aplica directamente en la vagina”, según explican desde la Clínica Mayo.
Si el trastorno se deriva de algún agente infeccioso u otra enfermedad, lo que se procura es, desde luego, identificarla y eliminarla. Con ese fin, el médico por lo general indicará la medicación apropiada.
La terapia sexual o cognitivo conductual, por su parte, ayuda a disminuir o suprimir el efecto de los factores psicológicos que causan la dispareunia. Esta clase de tratamientos pueden demandar unos plazos algo más extensos, pero son fundamentales para resolver los conflictos de pareja, las fobias o los traumas originados por episodios traumáticos.
Por lo demás, en ocasiones también se puede recurrir a la fisioterapia (cuando el exceso de tensión afecta los músculos de alrededor de los genitales), tratamientos con láser vaginal (que mejoran la hidratación genital y la elasticidad de las paredes vaginales) y cirugías (reservada para casos muy específicos, con alteraciones morfológicas, y en los cuales no han funcionado otros tratamientos).
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