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Cada vez que salimos a la calle, sobre todo ahora durante los meses más calurosos, exponemos nuestra piel a los rayos ultravioletas UV dañinos del sol. Incluso si el día está nublado, hasta el 80% de los rayos ultravioleta del sol pueden penetrar la piel. Si no protegemos bien nuestra piel, podemos sufrir quemaduras.
Los distintos tipos de luz ultravioleta que emite el sol pueden dañar la piel en tan solo 15 minutos. Los rayos UVA pueden provocar signos de envejecimiento y los rayos UVB pueden causar quemaduras solares. Una exposición excesiva a estos rayos puede provocar cáncer de piel, siendo los principales el carcinoma de células basales, carcinoma de células escamosas y melanoma.
En el año 2020, los carcinomas de piel en España tuvieron una tasa de incidencia de 47 casos por 100.000 habitantes, según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). La tasa del melanoma es inferior (12 casos por cada 100.000 habitantes).
Según la Asociación de la Academia Estadounidense de Dermatología, un adulto necesitaría aplicar unos 28 gramos (dos cucharadas) de crema solar por todo el cuerpo 30 minutos antes de salir a la calle y volver a aplicar cada dos horas, después de nadar o sudar. Sin embargo, añade que la mayoría de las personas solo aplica entre el 25-50% de esta cantidad.
Y en muchos de los casos, además de no aplicar la suficiente cantidad, solemos descuidar algunas partes sensibles del cuerpo.
Las zonas más olvidadas son:
- Cuero cabelludo: rara vez pensamos en proteger nuestro cuero cabelludo, lo que nos puede llevar, tras un día de playa, a sentir cierta picazón o que este se enrojezca. Además, a medida que envejecemos nuestro cabello se vuelve más delgado y se expone más el cuero cabelludo al sol. Según la Fundación de Cáncer de Piel, aumenta el número de cánceres de piel del cuero cabelludo a medida que las personas envejecen. Podemos aplicar un protector solar en aerosol cada dos horas o cubrirnos la cabeza con un sombrero.
- Orejas: es muy fácil saltarnos esta parte cuando nos aplicamos protector solar. Es importante poner atención a la zona de detrás de las orejas, la parte superior, los lados y la parte inferior y cualquier parte externa que sea visible.
- Párpados: la piel que está alrededor de los ojos es delgada y susceptible tanto al daño solar como al cáncer de piel. Aunque la mejor forma de proteger los párpados son las gafas de sol, también podemos usar crema como barra de protección solar para pieles sensibles (puede ser menos irritante que el químico si entra en el ojo).
- Labios: la protección solar en esta zona es importante porque, una vez se ha producido daño solar, tiene un mayor riesgo de convertirse en una forma agresiva de carcinoma. Los productos en barra con una base cerosa que se adhieren a estas áreas delicadas son muy eficaces. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan usar un bálsamo labial con un factor de protector solar (SPF) de amplio espectro de 15 o más. Este se disuelve si comemos y bebemos, por tanto, debemos aplicarlo a menudo.
- Cuello y pecho: solemos ser muy eficaces a la hora de protegernos la cara del sol, pero no el cuello ni el pecho. Si bien todo el cuello necesita protector, incluida la parte frontal, los lados y la parte posterior del cuello son especialmente vulnerables a los rayos del sol. Justo debajo del cuello, y en la zona por encima de la camiseta que queda descubierta (sobre todo si esta es en forma de V y escotada), es otra zona delicada que suele olvidarse.
- Pies: solemos exponer los pies al sol con el uso de sandalias. Por tanto, la protección solar debe ir más allá de los tobillos y cubrir todo el pie (incluida la planta), cada dedo y alrededor de las uñas.
Varios estudios demuestran que ciertos tipos de cáncer de piel aparecen con frecuencia en estas zonas porque no las protegemos como deberíamos hacerlo.
Cómo debemos aplicar el protector solar
El protector solar no es eficaz si no se aplica de la manera correcta. La Asociación de la Academia Estadounidense de Dermatología (AAD) aconseja:
- Elegir un protector solar con un SPF de 30 o más, resistente al agua y con una cobertura de amplio espectro (contra los rayos UVA y UVB).
- Aplicar antes de salir al aire libre, no esperar cuando ya estemos fuera porque la piel suele tardar unos 15 minutos a absorberlo.
- Usar suficiente cantidad. Los expertos aconsejan unos 28 gramos, la medida de la palma de la mano, para cubrir todo el cuerpo.
- Si permanecemos al aire libre, aplicar cada dos horas o después de sudar o nadar.
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