Amparo, lectora y socia de eldiario.es, nos escribe en un correo electrónico la siguiente petición: “me encantaría que abordaran la conveniencia o no de usar objetos de cocina de silicona: vaporetas. bandejas o alfombrillas de horno, espátulas, etc.”
Los distintos utensilios de cocina son relativamente novedosos en el mercado, y han entrado con fuerza en una serie muy variada de funciones: desde espátulas a bandejas y alfombrillas para hornos, pasando por vaporetas para cocinar al vapor en microondas, e incluso moldes de pastelería, hasta matrices para hacer cubitos de hielo en el congelador.
Recientemente la OCU hizo un estudio de la eficiencia de distintas vaporetas de silicona, donde ofrecía una serie de consejos previos a su uso por primera vez consistente en preparar un pasta con agua, harina y aceite, recubrir con ellas los recipientes de silicona, hornear la pasta y después desecharla. La intención es que esta absorba los posibles compuestos procedentes de la migración desde la superficie plástica.
Ventajas de la silicona
Se trata de una medida de seguridad que no está de más, pero que seguramente en el caso de la silicona es innecesaria, siempre que proceda de una marca de confianza, dado que se trata de un polímero sintético que se obtiene a partir de sílice de arena, sumamente inerte y resistente a las condiciones extremas de temperatura que oscilan entre los -60ºC y los 260ºC, con lo que en los hornos normales no se verá afectada y no liberará compuestos. Aún así la OCU aseguraba en 2017 que un estudio detectó liberación de compuestos de varios utensilios en su primer uso.
Por lo tanto los utensilios de silicona pueden aplicarse perfectamente tanto para congelar alimentos como para hornearlos, siempre que no se supere la temperatura máxima. La silicona tiene además la ventaja de ser flexible, con lo que se puede guardar fácilmente incluso plegada. Otro punto a su favor es que los alimentos no se pegan a la superficie y su limpieza es sumamente sencilla, con apenas un poco de jabón y sin tener que rascar. Especialmente en el caso de los moldes para hornear, no se precisa de espolvorear las hormas con harina.
Adicionalmente es un material con una gran capacidad de conducción térmica, por lo que la cocción en horno y microondas se realiza muy uniformemente. También destaca por su flexibilidad y su capacidad de resistencia al envejecimiento, lo que le hace conservar su forma con suma facilidad a pesar de que el utensilio se guarde plegado o deformado en los cajones. Y finalmente, pero no menos ventajoso, si se nos cae al suelo el utensilio, no hay ningún peligro de que se rompa.
Precauciones en su uso
Conviene tener cuidado con la aplicación de productos excesivamente ácidos, que sí podrían dañar la superficie y dejarla rugosa, de modo que se diera inicio a cúmulos de suciedad progresiva que pudieran en un futuro generar contaminaciones microbianas. De esta suerte, no se recomienda el uso de bandejas ni vaporetas de silicona para contener cebiches, maceraciones en vinagre, escabeches al horno o pescados en papilote con limón o vinagre.
Además, hay que evitar limpiar las superficies de silicona con detergentes abrasivos, es decir que puedan contener lejía o amoníaco, ya que pueden deteriorarlo. Tampoco se deben realizar cortes ni fisuras en el utensilio donde se pudiera acumular la suciedad, porque además sería especialmente difícil de limpiar al cerrarse el corte por la propia elasticidad del material. El resultado podrían ser futuras contaminaciones bacterianas.
Y por descontado no debe exponerse al fuego directo, ya que se deformaría y podría emitir gases y humos tóxicos, como tampoco a placas vitrocerámicas, ni a un grill. El calor siempre debe ser indirecto. En el caso de las espátulas, procuraremos que en entrar en contacto con la sartén siempre exista una capa de aceite o agua que nos asegure temperaturas no excesivamente elevadas.
¿Tiene una normativa específica?
El control del uso de materiales en contacto con alimentos cuenta, en el ámbito europeo, con una normativa que contempla disposiciones para grupos específicos como vidrio, metales, papel, madera o plásticos. La silicona es un caso muy similar al del plástico, tal y como establece la normativa europea para productos que contactan con los alimentos, donde se refleja cómo algunas disposiciones para este material siguen la Directiva de los plásticos.
Estas condiciones obligan a que las sustancias que migran del material al alimento no superen 10 miligramos por decímetro cuadrado de superficie o 60 miligramos por kilo de alimento, el mismo que impone la directiva para los plásticos. En el caso de productos que se fabrican destinados a bebés, como tetinas de biberones, las condiciones son más exigentes puesto que obligan a estar pendiente del contenido de volátiles o la migración de metales o antioxidantes.
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